Como nos decía Aníbal Ruiz una vez terminada su actuación ayer en la plaza del santuario de Las Virtudes, en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), “Torear aquí es especial”. Ya lo es simplemente estar en ella; torear debe ser el acabóse.
Además, el coso cuadrado de Las Virtudes registró ayer la mejor entrada de los últimos años (media plaza), al reclamo de un cartel con marcado acento paisano en un festival sin picadores. Visto lo visto, a lo mejor, en determinadas plazas, hay que repensar ciertos planteamientos que optan por corridas de toros cuando, quizás, lo que demanda su público son festejos de menor quebranto económico, tal como está el patio.
Sea como fuere, ayer se vivió una tarde entretenida en la que cada uno de los tres toreros anunciados evidenció el momento que atraviesa frente a novillos nobles y de juego desigual de Martín Carrasco.
Aníbal Ruiz cortó una oreja al un primer novillo noble y escurrido de carnes, que quiso embestir pero no tuvo el empuje suficiente para hacerlo hasta el final. El torero de Alcázar de San Juan no renunció a su sello, y comenzó faena de rodillas para, a continuación, pasar a un toreo más reposado a media altura por el que recibió una oreja.
Al cuarto, de mayor presencia, le enjaretó un recibo por verónicas magníficas. Luego, con la muleta, prevaleció la longitud del trazo de los muletazos sobre la profundidad, dando al de Martín Carrasco -premiado con la vuelta al ruedo- un trato sutil y acorde a su condición. Tan solo apuntaremos que cuando Aníbal, en esta etapa de mayor disfrute, dé más el pecho a los novillos o toros, su toreo ganará en categoría exponencialmente. Le fueron concedidas las dos orejas.
Carlos Aranda anduvo con altibajos en sus dos actuaciones. Su primero se dejó por el pitón derecho pero no por el izquierdo. Y el quinto fue un ejemplar manso encastado, que cada vez que arrancaba lo hacía con ímpetu metiendo la cara abajo. Después de estrellarse contra un burladero en el inicio del último tercio, el de Martín Carrasco se centró, quedándose en la muleta del torero daimieleño. Hubo naturales de enorme calidad, pero la faena no dejó sensación de toreo compacto. Mató con contundencia a la primera tirándose por derecho y le fue concedido el rabo, lo cual, unido a la oreja recibida en el segundo, le erigió como triunfador numérico del festejo.
El novillero sin picadores Cristian González nos sorprendió gratamente. Lo vimos con mayor aplomo que en 2022, a pesar del grave percance sufrido el pasado 5 de junio en El Robledo. Se justificó en el tercero (oreja), pero donde realmente destacó fue en el buen sexto (oreja), en el que derrochó aplomo, resolución y pegó varios naturales de categoría. Sin embargo pinchó, llegando a escuchar el único aviso de la tarde tras fallar con la espada y el descabello. Aun así, hay que seguir la pista a este incipiente novillero de la Escuela Taurina de Miguelturra.
Curiosamente, a pesar de ganarse el derecho a salir a hombros, ninguno de los tres lo hizo. Parece que hubo más gente, sí, pero menos capitalistas*.
*Capitalista: Espectador espontáneo que salta a la plaza para sacar a hombros al matador que se ha ganado el derecho a salir de tal guisa una vez terminada la corrida.