El objetivo es recuperar una población reproductora que había desaparecido por una mala conservación del edificio, según han informado a fuentes de la organización conservacionista.
La instalación de estos nidos se ha producido cuando están regresando los primeros ejemplares desde sus lugares de invernada en África a la Península Ibérica, donde crían todas las primaveras.
El cernícalo primilla es un pequeño halcón migrador que hasta mediados del pasado siglo era un habitante frecuente de torres, cortijos, casonas, palacios y castillos situados en regiones dedicadas a la agricultura y la ganadería extensivas, en las que podía encontrar abundantes invertebrados con los que alimentarse.
Las transformaciones sufridas por el campo español en las últimas décadas mermaron su hábitat y ocasionaron un acusado declive, aunque en los últimos años la situación de la especie parece haberse estabilizado tras verse favorecida por numerosas iniciativas y planes de conservación.
Según recoge el Libro de la Aves de SEO/BirdLife, el cernícalo primilla, de aspecto bastante similar al del cernícalo vulgar, se distingue de este por su menor tamaño y por una serie de características morfológicas que algunas veces no son fácilmente identificables en el campo, como sucede con el color de las uñas: blancas en el primilla, negras en el vulgar.
El macho adulto tiene el dorso rojizo, sin manchas, y su cabeza está ocupada por grandes coberteras que son de color gris azulado.
La hembra luce un tono general bastante más apagado y homogéneo, y sus partes superiores son de color marrón rojizo, con un profuso barrado transversal, y las inferiores, muy claras, aunque con un moteado más abundante que el del macho.