San Valentín. Una fecha señalada en el calendario con un corazón. Una fecha que se decide con un detalle. Un día que puede servir para sacar todo lo que llevamos dentro a través de ese regalo sorprendente.
Son numerosas las opciones que se nos ofrecen. Tanto si dedicamos diez minutos a recorrer la calle (o la zona) comercial de nuestra ciudad como si nos zambullimos en las numerosas ofertas online a las que podemos optar ante nuestra pantalla, ya sea el móvil, la tablet o el ordenador. Por ejemplo, un viaje relámpago de fin de semana (este año el día 14 es domingo, así que, ¿por qué no celebrarlo desde el viernes por la tarde?.
Existen ofertas como escapadas de relax y bienestar para disfrutar de un San Valentín muy especial que últimamente nos meten por los ojos numerosos complejos hosteleros y balnearios. O la famosa cena romántica con un buen vino, menús especiales, champán y suites especialmente acondicionadas para la ocasión. Sin olvidar el ramo de flores, (esas rosas rojas tan prometedoras) que siempre recibirá puntualmente nuestra pareja de las manos de una agencia especializada.
Pero si hay algo que puede marcar esta fecha, algo que recordaremos siempre, es la huella que siempre dejará una joya. Como por ejemplo un reloj de lujo. Por ejemplo, un Rolex de oro. O un Omega, tan clásico. O un Cartier. ¿Un lujo? Por supuesto. Pero que sea un lujo no quiere decir que no nos lo podamos permitir económicamente.
Existen formas de conseguirlo sin que para ello tengamos que hipotecarnos. Ni nosotros ni nuestra economía. Basta con investigar un poquito, informarnos y nos daremos cuenta de la amplia oferta que está a nuestra disposición y lo sencillo que es conseguirlo. Existen multitud de modelos, para ella y para él. Será un detalle de oro que seguirá creciendo en valor, especialmente dentro del corazón de la persona a la que queremos.
En fin. Que San Valentín es el día en el que hacemos un alto para tener un detalle con aquellas personas con las que compartimos el amor de pareja. Debería ser algo más que una fecha comercial. Por esta razón, debemos olvidarnos un poco del precio de nuestro detalle y pensar más en lo que realmente éste vale.
Por eso debemos pensar que todo sacrificio siempre será pequeño si pensamos en lo que recibiremos a cambio y que ese día nosotros nos convertiremos en unos auténticos Midas, ya sea regalando una rosa, un viaje a un balneario, una noche de amor en una casa rural, una cena en el restaurante de moda de nuestra ciudad, o una pequeña joya. Cualquiera de estas alternativas siempre será de oro puro, porque es nuestro cariño el que lo transformará.