Con este título se celebraba en Sevilla hace unos años un congreso dedicado al patrimonio industrial, pero bien podría ser una referencia de la voluntad de recuperar y conservar el patrimonio histórico en estos tiempos. Nuestro país tiene un patrimonio histórico de características singulares, probablemente como otros muchos países europeos.
Un ingente patrimonio religioso, una arquitectura popular de especial interés, elementos de arquitectura civil o industrial que cada vez atendemos con mayor sensibilidad y voluntad de conservar. Pero un patrimonio que pierde sus usos iniciales y que se encuentra en una mayor situación de debilidad por la falta de uso y conservación.
En nuestra comunidad autónoma tenemos noticias frecuentes de conventos cerrados por la falta de vocaciones religiosas en diferentes lugares. Toledo probablemente sea un caso singular, pero la historia se repite en Ciudad Real, en Almagro o en Manzanares por citar ejemplos próximos. ¿Qué podemos hacer con este importante patrimonio?
Conocimiento de la realidad patrimonial
Lo primero y esencial es conocerlo no sólo desde un punto de vista histórico sino desde su realidad construida. Cómo es el edificio, qué superficie tiene, cómo son sus espacios actuales. Una información esencial para poder decidir sobre su futuro. Y una información que debería completarse con Informes de bases sobre la realidad construida del edificio, sus problemas constructivos y urbanísticos o patrimoniales. Una información que debería incluir una primera valoración sobre los elementos esenciales del edificio que son importantes para su conservación y aquellos que tienen una menor importancia y pueden ser modificados o suprimidos en ocasiones.
Esta información básica puede ser una aportación que la administración realice para poder decidir sobre el futuro de ese patrimonio desde la propia administración o desde la participación de particulares en determinados proyectos. Una información sencilla, realizada de forma ágil en tiempo y en recursos económicos. Documentos sencillos, pero con información real y concreta y comprometida de estas realidades.
Una respuesta desde las necesidades sociales
La respuesta a los problemas del patrimonio ha llegado, en demasiadas ocasiones desde una visión excesivamente musealizadora. Cada vez que tenemos un edificio religioso, un palacio noble, ahora también una estructura industrial abandonada, la respuesta de numerosos colectivos es la de convertir aquello en un museo. No podemos seguir congelando la arquitectura de tiempos pasados y convertir el patrimonio en un museo.
La arquitectura es, esencialmente, una realidad viva, pensada para cumplir una función privada o pública, que en esa funcionalidad encuentra su sentido y los recursos para su conservación y mantenimiento. Es bueno contemplar con una mirada amplia la realidad provincial, por ejemplo. Museos del Teatro, del encaje, del queso, del vino, del traje, de diferentes artistas, etnográficos de diferentes contenidos… ¿En qué medida se conservan, tienen contenidos realmente interesantes y tienen el necesario atractivo para mantener una actividad que garantice su mantenimiento?
Es necesario, si realmente queremos atender al ingente patrimonio que tenemos hacerlo con una mentalidad que supere determinados prejuicios conservacionistas tanto en los contenidos de los edificios como en sus rehabilitaciones. Y me atrevo a hacerlo desde algunas propuestas concretas de mi ciudad.
Usos comerciales
Supongo que, si propongo, de entrada, que un buen uso para algunos edificios patrimoniales puede ser el comercial se plantearán serias dudas y reticencias. El edificio del Banco de España de la plaza del Pilar está declarado Bien de Interés Cultural, es decir tiene la máxima protección legal posible. Pero un conocimiento del edificio nos indica que tiene un valor importante en sus fachadas y en la configuración de la planta baja con su patio de operaciones y la organización en torno a él. Las plantas superiores de viviendas carecen de interés más allá de su ordenación en torno a un patio interior que repite el esquema de la planta baja. Hay actuaciones de cadenas comerciales de ropa que han realizado intervenciones ejemplares en diferentes lugares de España. Miren, por ejemplo, la rehabilitación del convento de san Antonio el Real de Salamanca para una cadena de ropa. Sería un buen destino de este edificio por sus posibilidades y localización.
Usos culturales y de restauración
En nuestra ciudad se plantea la recuperación de un edificio como la Ferroviaria y un problema de conservación y mantenimiento del antiguo convento de las Concepcionistas. El proyecto de la Ferroviaria se relaciona con la creación de un Centro Regional del folklore. Un proyecto con un nebuloso programa de necesidades que se sitúa en un edificio que tiene un aprovechamiento más que limitado. Pero permítanme abrir otras posibilidades.
El edificio de la Ferroviaria, pensado en su momento como Casa de la Ciudad, ahora trasladada a una ubicación cercana sería un excelente contenedor para un servicio de restauración con posibilidades incluso de alojamiento. Es verdad que Ciudad Real no tiene el atractivo turístico de otras poblaciones de la provincia. Pero un buen restaurante con posibilidad de algunas plazas de alojamiento sería un excelente destino del edificio por sus condiciones arquitectónicas.
Y entonces el antiguo convento, abandonado en la actualidad, se convierte en referente del Centro Regional del folklore con un abanico de posibilidades de especial atractivo. La iglesia podría ser el espacio expositivo esencial a la vez que lugar de actividades musicales y de baile. Cada mes un grupo de la región presentando sus propuestas que se abrirían a las de otras comunidades autónomas o lugares del mundo.
El conocimiento del edificio ofrece posibilidades para un auténtico Centro regional del folklore con salas de exposiciones de material diverso (instrumentos, trajes, partituras, libros…), zonas de investigación, salas de exposiciones y espacios de actuaciones. ¿Pedir una inversión de cinco millones entre compra y rehabilitación, a la administración regional, es demasiado pedir dentro de ese maravillo proyecto futuro de ciudad?
Un espacio de almacenamiento
Los silos del Servicio Nacional de Agricultura son espacios que han servido como almacenes de grano. Y cuando quedan abandonados, estas arquitecturas complicadas ¿qué hacemos con ellas? La respuesta en muchos casos es la misma. Los podemos convertir en museos de cualquier cosa. Los de Ciudad Real se propusieron en el programa electoral de algún partido como museos del vino.
Pero y si los utilizamos para algo necesario para la administración como son los archivos de documentación. No me refiero a la documentación histórica que debe pasar a los archivos municipal, provincial regional. Me refiero a la ingente cantidad de documentos que hasta fechas recientes han generado las administraciones y que se acumulan de forma desordenada en locales de cada una de ellas ocupando un sitio necesario para otras actividades.
Una estructura vertical de almacenamiento en el interior de estos grandes contenedores permitiría mantener su sentido histórico y tener una utilidad importante para las diferentes administraciones. Un exterior blanco, no deberíamos utilizar estos contenedores como paramentos de un “arte urbano” que los altera de forma negativa.
Son solamente ejemplos de actuaciones posibles. El patrimonio histórico requiere un conocimiento razonado y serio del mismo y una mentalidad abierta para que podamos mantenerlo vivo que es la única manera real de conservarlo.
