José Andrés Gallardo exploró los restos de la primera cárcel de Herrera, antigua granja agrícola penitencia, construida en los años sesenta y abandonada en los noventa del siglo pasado, albergó pabellones, una iglesia, una escuela, cocinas, viviendas e incluso una pequeña estación de ferrocarril.
Finalizada su actividad, comenzó el lento deterioro y el rápido saqueo, siendo finalmente sus paredes usadas como lienzos por los artistas urbanos de la zona; hasta que todo se demolió en 2018. Hoy, las fotografías son el único testimonio que permanece de su existencia y de la metamorfosis de aquel espacio, conforme al tiempo y a las personas que en algún momento lo transitaron y dejaron su huella.
El ojo del artista compone incluyendo varios elementos: desde la arquitectura del lugar a los grafitis de las paredes, pero también nos muestra el saqueo en busca de metales, los destrozos y grietas en las paredes o el desmoronamiento de los tejados, incluso la basura y las latas de bebidas acumuladas, restos de alguna fiesta juvenil clandestina.
José Andrés Gallardo, licenciado en Derecho y graduado en Bellas Artes por la UCLM en 2017, con la perspectiva que otorga inevitablemente la madurez, nos habla con su trabajo fotográfico de la transformación y del paso del tiempo, de la lenta pero inexorable decadencia nuestra y de las cosas que nos rodean.