Pregunta: ¿Qué ha supuesto para ti conseguir el premio ‘40 Under 40: Champions of Construction 2020’?
Respuesta: Este premio se otorga a 40 personas que tienen menos de 40 años y en el que los organizadores identifican como promesas del mundo de la industria de la construcción. Pueden ser desde ingenieros hasta arquitectos, pasando por diseñadores o gente que, de alguna manera, ha acabado trabajando en la industria de la construcción y que están haciendo algo por empujar dentro de la innovación en el campo digital, pudiendo ser desde el uso de un software muy novedoso, hasta programación para diseñar, pasando por un hardware como la gente que usa drones para hacer inspecciones de obra, inteligencia artificial, etc.
Se trata de un reconocimiento a 40 personas de todo el mundo con menos de 40 años que están innovando dentro de la industria de la construcción y que lo están haciendo con alguna iniciativa relacionada con el mundo digital.
P: ¿Coméntanos en que consiste tu trabajo por el que has conseguido el reconocimiento como pionera dentro de tu campo, incorporando las mejores prácticas de la comunidad global del diseño generativo y computacional?
R: De manera muy breve se podría resumir como el uso de la programación para diseñar. Uno de mis roles consiste, entre otras cuestiones, en educar e inspirar a los equipos para que usen el diseño computacional. Además de realizar mi trabajo, dependiendo del proyecto que sea, también me encargo de que el resto de profesionales de Mott MacDonald lo realicen. A veces, junto con mi equipo, damos apoyo para usar una manera de automatizar algunos de los procesos que tienen. Son procesos ‘robóticos’, denominados así por Microsoft. La idea también es que la gente que no posee las habilidades para programar ellos mismos, sean capaces de montar estos sistemas y de mantenerlos. He puesto un ejemplo automatización, pero también serviría para diseñar la geometría de un estadio de rugby o de tenis, etc. Y es que las cubiertas de ese tipo de proyectos son geometrías complejas. Dentro del diseño computacional, también nos encargamos de realizar aplicaciones para páginas webs, móviles, tablets, etc. En concreto, aplicaciones relacionadas con la realidad aumentada.
P: ¿Consideras que en España se otorgan las suficientes facilidades para que los jóvenes puedan desarrollar su talento? ¿Puede ser éste un motivo por el cual tienen que irse a otros países para poder demostrar su valía?
R: Pienso que no es así. En España las universidades confunden el ser duras con la enseñanza. Parece ser que para que una Universidad sea mejor tiene que ser la más dura, donde la gente suspende más, etc. Si analizamos esta cuestión en el resto del mundo vemos, por ejemplo, como si hay una carrera donde todo el mundo suspende, se plantean que existe un problema entre lo que se está enseñando y la manera en la que se está enseñando. En mi caso yo tuve bastante suerte porque la Escuela de Caminos de Ciudad Real tiene un modelo europeo que no está basado en la filosofía que suele haber en el resto de España. Y el modelo que seguíamos vino de la Escuela de Santander, por José María Ureña, que fue el primer director de la Escuela de Caminos de Ciudad Real. Era un modelo que fue muy criticado por el resto de las escuelas de Caminos porque no se suspendía a tanta gente como en otras escuelas de España.
P: Actualmente resides en Nueva Zelanda, pero anteriormente lo has hecho en Canadá, ¿existe mucha diferencia entre la manera de trabajar y realizar proyectos de construcción dentro de la ingeniería civil en estos países a como se hace en España?
R: Una de las cosas que es muy distinta en Canadá con respecto a España es que, por ejemplo en Montreal, que era la ciudad donde vivíamos, el invierno te imponía ciertas restricciones entre lo que puedes hacer durante esa época. Por este motivo, se puede decir que sí hay maneras muy distintas de ejecutar los proyectos de construcción.
En cuanto a innovación, Canadá sí que es innovadora en algunas cuestiones. Pero luego en otras cosas la innovación se ve ralentizada, pues los sindicatos de la industria de la construcción evitan, por ejemplo, que puedas hacer una inspección de un puente con un dron o con un sistema que está diseñado para hacer ese tipo de actuaciones. Y es que al final no hay un país que se encuentre a la cabeza de todo. Y no todo es blanco o negro, pues hay muchos grises entre medias.
En el caso de Nueva Zelanda, depende también del proyecto de que se trate, pues hay algunos en los que sí hacemos bastantes cosas de innovación, mientras que luego hay otros donde no hay tanta innovación y no se hacen de la manera más adecuada.
P: ¿En qué consiste el modelo que estáis implementando a nivel mundial, así como los clubes y equipos de codificadores que permiten estar técnicamente juntos mientras que geográficamente se está separado?
Se trata de una iniciativa que consiste en una especie de programadores. Lo importante es que la gente que se une a este tipo de iniciativas, puede que no sean programadores profesionales, no hayan estudiado informática o no sean necesariamente de telecomunicaciones. Y es que la idea es infiltrar la programación a todos los niveles de lo que hacemos en la empresa (diseño, planificación, consultoría, etc.) y desarrollamos para los clientes. Generalmente dura seis semanas. Y durante dos horas a la semana les enseñamos a programar en el lenguaje de programación del cual sale los clubes y equipos de codificadores (hay algunos de lenguaje de programación visual, de visualización de datos, de robótica, impresión en 3D…)
En 2021 vamos a empezar a hacer modelos de automatización de procesos relacionados con administración de documentos, etc. Se trata de tareas que tienes que hacer cada día y que se pueden automatizar sin tener que usar un lenguaje de programación muy complejo.
Nueva Zelanda es que es un país muy pequeño y la estructura de empresa que tenemos es horizontal, por lo que resulta muy sencillo proponer cosas y ver cómo lo que podemos hacer mejor. Y ese tipo de ‘feedback’ se obtiene muy rápido si se compara con otros países que tienen otra estructura y que provoca que el innovar, probar y testear este tipo de iniciativas sea más largo, más costoso y más complejo.
P: En vuestro ámbito de trabajo, ¿Qué papel desempeñan las nuevas tecnologías?
R: En mi trabajo las nuevas tecnologías son como el pan de cada día. Hay algunas tecnologías que no salen bien o que, por alguna razón, se acaban perdiendo o acaban no siendo absorbidas o adaptadas por la gente de una manera tan rápida como se esperaba. Pero el intentar adoptar antes las nuevas tecnologías te da la ventaja de poder conocer las debilidades que tiene esa nueva tecnología e ir siempre a la cabeza, diferenciándote de la competencia. De alguna manera supone una inversión el hecho de querer aprender más rápido las nuevas tecnologías para poder estar mejor posicionado a la hora de implementarlas. Y uno de los valores que tiene mi empresa, en la industria de la construcción, tiene que ver con la innovación. Por este motivo hay mucha inversión en que sigamos siendo punteros.
P: Desde tu punto de vista, ¿en qué estado se encuentra la provincia de Ciudad Real y Castilla-La Mancha desde el punto de vista de la construcción? ¿Crees que en esta tierra se desarrollan ideas originales e innovadoras?
R: Una idea innovadora es la Escuela de Caminos de Ciudad Real que antes comentaba, pues es realmente una escuela muy innovadora desde el punto de vista de cómo formar a un ingeniero de caminos, que no lo tienen muchas de las otras escuelas en España, aspecto que ha sido un poco criticado en otras partes del país. Una de las cosas que más aprecio de Ciudad Real y de Castilla-La Mancha es el haber estudiado en la Escuela de Caminos de Ciudad Real. Eso no lo cambio por nada.
Otro de los aspectos positivos, es que, en España, durante el mes de marzo con motivo de la Covid-19, me di cuenta que había mucha gente que tenían impresoras en 3-D en sus casas, incluso en los pueblecitos más pequeños, y que estaban dispuestos a usarlas para imprimir todo tipo de material para ayudar a las otras personas como mascarillas y material sanitario. Incluso había un grupo en Ciudad Real.
P: ¿Cómo ha afectado la aparición de la COVID-19 dentro de vuestro sector? ¿Opinas que en el futuro tendréis que cambiar la manera de trabajar y de realizar vuestra labor como consecuencia de la pandemia, a pesar de que dentro de unos meses se consiga estabilizar y controlar el virus?
R: En Nueva Zelanda apenas hemos tenido casos de COVID. Surgieron al principio y se controlaron de manera muy eficaz. Prácticamente hacemos vida normal, porque no hay COVID, salvo en los hoteles que se utilizan para que la gente que llega de fuera pase la cuarentena.
Pero sí que se han producido ciertos cambios en el hecho de que las empresas y los trabajadores se han dado cuenta de que se puede trabajar desde casa. Y también en que existe esa flexibilidad de poder trabajar unos días desde casa y otros desde la oficina, aunque esto ya existía antes, pues yo ya lo había hecho en Canadá. Y en Nueva Zelanda también pasaba, pero ahora se encuentra más extendido.
En el resto del mundo han surgido teorías que dicen que con motivo de la pandemia las oficinas igual nunca vuelven a ser oficinas. Mi idea personal es que trabajar desde casa está bien como también lo es hacerlo desde una oficina. Pero pienso que cuando estás dentro de una oficina estás oyendo a otras personas hablar de cosas que pueden beneficiarte en tu proyecto. El balance entre compaginar el trabajo en casa con el trabajo en una oficina está muy bien. Y quizás las oficinas tiendan a desarrollarse como unos espacios a los que vayamos cuando necesitemos tener una inmersión en el resto de los equipos. Asimismo, considero que cuando haya una vacuna volveremos a la vida que teníamos antes.
Lo que si ha empezado a surgir dada la situación actual ha sido la idea de poder hacer inspecciones o incluso controlar máquinas de construcción de manera remota como si se tratara de una especie de videojuego. Y eso es muy interesante, pues se podría aplicar a muchas zonas donde el ser humano no puede acceder como por ejemplo la zona del norte de Canadá o en el norte de China, donde hay temperaturas muy bajas, etc.
P: ¿En qué ha consistido tu colaboración con el Movimiento de Creadores de Coronavirus, ayudando a la comunidad de personas que ayudaron a los trabajadores de primera línea con máscaras faciales de impresión 3D y otros equipos de protección para combatir el COVID-19?
R: Busqué y encontré a los grupos que estaban ayudando con motivo de la COVID. He colaborado ayudando con preguntas técnicas, pues tengo mucha idea de impresión. Y había gente que necesitaba ayuda para comprender el proceso y saber cómo podían imprimir los materiales que tanto necesitaban. En España lo establecimos todo a través de un grupo de Telegram, mientras que en Australia se hizo por medio de una plataforma de chat parecida a WhatsApp, y en Nueva Zelanda se realizó por Facebook y por otra aplicación. Pero bien es cierto que en Nueva Zelanda apenas hizo falta imprimir pantallas de protección, pues aquí apenas se han producido casos de COVID y, los que han aparecido se han controlado de una manera muy eficaz.
En España mi labor fue la de ayudar con preguntas técnicas. También me encargué de llevar las redes sociales para promocionar el trabajo que se estaba haciendo así como en conseguir donaciones.
