Las diputaciones provinciales
Las diputaciones habían surgido a principios del siglo XIX. Ya la Constitución de 1812 dedicaba los artículos 324 a 327 al gobierno de las provincias. Como influencia de los cambios políticos, los aires liberales del trienio 1820-1823 cristalizan en la ley de marzo de 1823 que contiene la instrucción para el gobierno económico y político de las provincias de la península, islas y posiciones adyacentes. El propio gobierno liberal tiene que moderar las atribuciones conferidas a las diputaciones.
Las competencias para el gobierno económico- político de las provincias son restablecidas por el Real Decreto de 21 de septiembre de 1835. Poco después, en diciembre de 1836, Isabel II, y en su nombre la Reina regente y Gobernadora del Reino, restablece los Decretos de 10 de julio y de 11 de agosto de 1813 sobre las reglas de gobierno de las diputaciones provinciales. Cuando se produzca el triunfo conservador en 1845 se modifican las atribuciones de las Diputaciones con nuevos cambios en 1863 y la confirmación de sus competencias con la Constitución de 1869.
Entre las competencias más importantes de las diputaciones provinciales estaban las asistenciales. En los primeros años (1812-1845) ejercen una función de vigilancia y control de las juntas de beneficencia en las que tenían un representante. Del 45 al 70, las facultades de las diputaciones disminuyeron quedando reducidas a una labor informativa al Gobierno. A partir de 1870 volverán a tener las diputaciones toda la competencia en esta materia que suponía cerca de un 40% de su presupuesto. Un largo periodo en el que la presencia de estas instituciones era el eje vertebrador de la organización administrativa del país. Por ello la historia de cada provincia está íntimamente ligada desde mediados del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX a la actividad de las diputaciones provinciales.
El edificio de la Diputación
La institución provincial se convierte en referente esencial de la organización del Estado y medio de la prestación de servicios. Y por ello requiere un edificio que, en su dignidad, represente el valor de esta. El edificio es un encargo institucional de importancia. “Uno de los edificios más importantes de la provincia es indudablemente el Palacio Provincial y se comprende que así sea toda vez que las Diputaciones Provinciales son las encargadas del establecimiento y conservación de todos los servicios de la provincia, del fomento de sus intereses materiales y morales. Para que estos diversos y múltiples servicios puedan llevarse a cabo con la debida perfección, necesario es en primer lugar, que el edificio destinado a Palacio Provincial llene ciertos requisitos y ofrezca una disposición en armonía con las necesidades que está llamado a ofrecer” decía Sebastián Rebollar en la Memoria del proyecto. Un edificio en el que este carácter representativo le lleva a recuperar un cierto lenguaje clasicista en sus plantas y en elementos de la fachada de los espacios representativos.
Hace 125 años, en los finales del siglo XIX se construye este edificio que evidencia las condiciones de un final de siglo complejo que Pepe Rivero analiza en el artículo ahora incorporado a esta edición sobre el contexto en el que surge la propuesta de Rebollar para el edificio provincial. Un edificio que surge como ejemplo de una realidad nueva, con coordenadas históricas complejas en las que, en vísperas de la crisis del 98, se produce una mutación fundamental en la arquitectura historicista del XIX y del inicio de los movimientos del siglo XX con las vanguardias al frente.
El libro 125 años del Palacio de la Diputación
El libro cierra los actos de las celebraciones de los 125 años de la construcción del edificio que alberga la institución provincial. En la presentación de la publicación, el presidente de la Diputación José Manuel Caballero enseñaba la obra publicada hace 25 años y la actual. Dos proyectos que hacen un doble recorrido: una parte dedicada a la historia de la institución y otra que se acerca a la arquitectura del edificio y a sus contenidos artísticos.
La actual edición ha renovado algunos de estos contenidos de la mano de sus dos coordinadores: Francisco Alía en lo referente a la historia del momento y Julián Diaz como coordinador de arte. El recorrido por el edificio se inicia con el estudio del momento histórico en el que nacen las diputaciones. Ángel Ramón del Valle Calzado y Ramón Villena Espinosa estudian la consolidación institucional en el siglo liberal desde 1833 a 1874 y Francisco Alía y Ana Scicolone: El régimen de la Restauración y la construcción del Palacio. Un encuadre histórico necesario y esencial para entender el sentido de las nuevas instituciones y la situación social, política y económica de la provincia en esos momentos.
La realidad construida
El libro continúa analizando el edificio de la Diputación provincial con dos acercamientos iniciales a la figura del arquitecto autor del proyecto, Sebastián Rebollar y al momento arquitectónico en que se realiza. El artículo sobre Rebollar da una idea del alcance del trabajo del arquitecto provincial con obras en los diferentes municipios que comprenden desde equipamientos escolares, edificios administrativos a proyectos de restauración. Pepe Rivero analiza el contexto histórico de un siglo singular como es el XIX en el que se entrecruzan los historicismos con las nuevas tecnologías constructivas.
Esther Almarcha analiza el edificio como espacio para el poder, María Luisa Giménez Belmar estudia la ornamentación del palacio y Elena Sainz Magaña las artes decorativas e industriales presentes en el edificio. Recorridos diversos que van ofreciendo perspectivas diferentes que muestran la riqueza de la arquitectura realizada por Sebastián Rebollar ahora hace 125 años. Un edificio en el que el ornamento interior acaba superando y modificando de manera sustancial la arquitectura.
Las trasformaciones del salón de plenos de Fisac y Villaseñor son una buena muestra de ello. Un espacio en el que las pinturas de Villaseñor acaban ocultando la obra de Fisac que, a su vez, quería modificar la realizada por Rebollar. Pero, con sus cambios y modificaciones, aciertos y errores, la mejor forma de conservar y mantener el edificio es que su actividad administrativa y representativa siga viva en el mismo.
El libro incluye un material gráfico de especial interés: planos y documentos del proyecto original, fotografías de especial calidad del edificio realizadas por Fernando Izquierdo del gabinete de prensa de la Diputación. Ello junto a una cuidada edición coordinada por José Luis Loarce y todo el equipo de la BAM hacen que la obra sea un excelente recuerdo de esta celebración. Un libro con el carácter institucional de una celebración que recuerda siglos de historia del proyecto de la Diputación Provincial de Ciudad Real. Un recuerdo que conserva una información esencial sobre el edificio y un momento de la arquitectura provincial de especial interés.