La labor incansable de la investigadora Florentina Villanueva, perteneciente al Instituto de Investigación en Combustión y Contaminación Atmosférica de la UCLM en pro de la ventilación y las mediciones de dióxido de carbono como medidas para controlar la calidad del aire en los espacios cerrados ha puesto de relieve la necesidad de este tipo de prácticas, máxime y sobre todo en este tiempo de pandemia en el que los alumnos tienen que asistir a las clases.
En este sentido, la también investigadora del Instituto de Recursos Humanos para la Ciencia y la Tecnología (INCRECYT) destaca la importancia de contar con un medidor de CO2 en las aulas porque con él los niños no pasarían tanto frío al tener las ventanas abiertas durante las clases.
Temperatura constante
Villanueva sostiene su argumentación en los datos que arroja el gráfico de un aula con 21 alumnos más un profesor, según los cuales y tras la apertura de 4 ventanas -10 ctms. cada una (40 en total)- y la puerta, la temperatura se mantiene constante (22 grados) mientras el CO2 se queda prácticamente por debajo de 770 ppm con la excepción del período en el que la puerta estuvo cerrada. “Lo cual no debe hacerse, porque se interrumpe la ventilación”, asegura la experta en sus redes sociales.
Según detalla, en el aula objeto de estudio no pasan frío y tampoco es necesario tener las ventanas abiertas de par en par. “Las ventanas nunca deben cerrarse, la ventilación intermitente no funciona ya que se dispara la concentración de CO2, disminuye la ventilación y aumenta el riesgo de contagio”, aclara la experta. En la realización de esta prueba se usó como medidor el Aranet4.
Medir la calidad del aire interior
La investigadora Florentina Villanueva lleva años trabajando en la «contaminación del aire interior». Sus investigaciones la han llevado a formar parte de un proyecto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para medir la calidad del aire en el interior de los colegios y guarderías, donde los niños pasan muchas horas. Este trabajo ha formado parte de un proyecto más amplio para calcular el riesgo que corren los niños al estar expuestos a una mezcla de sustancias químicas en el interior de las aulas.