Este año, el pasado cuatro de diciembre, se ha cumplido el sesenta y dos aniversario del fallecimiento de don Luis Astrana Marín, uno de los cervantistas más documentados y reconocidos del siglo veinte. Discutido por unos y enaltecido por otros, aunque, siempre tenido por una gran figura del conocimiento de la vida y obra del autor del Quijote. Falleció a la edad de setenta años, cuando todavía se esperaba mucho de su capacidad investigadora y de su sabiduría literaria. Porque Luis Astrana Marín (don Luis siempre en el trato personal), además de su monumental Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra (siete volúmenes), escribió admirables ensayos y biografías sobre Shakespeare, Francisco de Quevedo, Séneca, Cristóbal Colón, Lope de Vega… Recuerdo aquella mañana de su entierro, en Madrid, al que asistí con el poeta Federico Muelas, el cual viendo el escaso público que asistió al sepelio, dijo: Áspero pueblo, ingrato pueblo, así despides a tus hombres ilustres.
Yo tuve la oportunidad de conocerle y tratarle muy al final de su vida y puedo dar testimonio de su enorme erudición, que provenía no sólo de sus estudios sino también de sus viajes a los lugares fundamentales de sus personajes biografiados. Le acompañé varias tardes desde el bar La Campana, de Madrid, donde nos reuníamos con el poeta Federico Muelas, el escritor Antonio J. Onieva, el periodista Antonio de Obregón y otros, todos ellos mucho mayores que yo, hasta su casa situada en el barrio de Goya. Y recuerdo que nuestras conversaciones, durante el trayecto, fueron de enorme provecho e inolvidables para mí. Sobre todo en lo que al Quijote y Cervantes se refiere. Ahora, no hace mucho, el periodista y escritor conquense Enrique Domínguez Millán, fallecido recientemente, ha publicado un libro de especial interés para los lectores de don Luis.
Vida ejemplar y heroica de D. Luis Astrana Marín es el titulo de dicho libro, en el que se comenta y recuerda la dimensión intelectual y erudita del biógrafo de Cervantes. La obra ha sido editada por la Diputación provincial de Cuenca dentro de la colección Atalaya, que dirigió durante años el crítico literario Florencio Martínez Ruiz, otro ilustre conquense también fallecido. Domínguez Millán comenta, en la primera página de su magnífico trabajo, que en su relación con Astrana Marín fue más inconstante y superficial de lo que hubiera deseado, “una cosa me quedó clara: lo injusto que el destino había sido con él. Era evidente –comenta- que sus méritos estaban muy por encima de sus logros”. Efectivamente, sus contemporáneos no fueron lo que se dice justos con Astrana Marín, e le negó el ingreso en la Real Academia Española, de la que era merecedor, y tantas cosas más.
Don Luis nació en Villaescusa de Haro, pueblo situado al sureste de la provincia de Cuenca, a tan sólo treinta kilómetros del límite con la provincia de Ciudad Real y a veintiocho de la de Toledo. Resultó difícil su infancia y los primeros años de su vida. Hijo natural, reconocido tardíamente por su padre, fue seminarista en Belmonte y más tarde en Cuenca, aunque por diversas circunstancias no llegó a ejercer el ministerio sacerdotal y sí verse envuelto en conflictos que le llevaron a tomar otros caminos, como fueron los de la literatura y el periodismo, profesiones heroicas, sobre todo en aquellos tiempos. Puede asegurarse que también en estos géneros don Luis alcanzó niveles de gran calidad, aunque apenas reconocidos muy a última hora. Fue columnista de periódicos importantes y autor de novelas como El sueño de la reina Nab y Cuando surge la duda. También de la comedia Luz de playa y de alguna otra en colaboración con José Monteagudo.
Pero el estudio de la vida y la obra de Miguel de Cervantes fue su gran pasión. Visitó la mayor parte de los pueblos relacionados con el Quijote y su autor, indagó en archivos y bibliotecas, habló con los cronistas locales y reflexionó sobre tanto material acumulado. Para Luis Astrana Marín, Cervantes suponía el punto más alto de la literatura española y quizá universal, y a desentrañar todo lo relacionado con la genial novela y su sufrido autor dedicó los mejores años de vida. Enrique Domínguez Millán lo pone de manifiesto en su mencionado libro, de enorme utilidad para quienes quieran adentrarse en la vida y la obra del personaje. Diré, finalmente, que en mis conversaciones con don Luis Astrana Marín y en alguna polémica periodística que mantuve con él, pude percibir que sus conocimientos sobre su tema predilecto eran difícilmente superables.