La literatura indica que un buen liderazgo por parte del entrenador propicia que exista mayor cohesión grupal y, por ende, un clima motivacional adecuado que maximice los factores asociados al rendimiento deportivo (García Calvo, Leo, Martín y Sánchez Miguel, 2008). Para Buceta (2009, en Brandao y Carchan, 2010), el entrenador es el principal mediador, el máximo responsable del ambiente, del funcionamiento de su equipo y del rendimiento individual de los atletas. Por ello la diferenciación de entrenadores, entre la mediocridad y la excelencia en el método que aplican, se basa en: (1) el liderazgo (Álvarez, Castillo y Falcó, 2010), (2) la comunicación interpersonal (LaVoi, 2007), (3) la cohesión grupal (Carron, Bray y Eys, 2002) y (4) el clima motivacional (Torregrosa, Sousa, Viladrich, Villamarín y Cruz, 2008) como elementos importantes que influyen el rendimiento y la efectividad de un equipo deportivo.
Si esto se considerara así, la figura del entrenador adquiere un peso importante en el sistema deportivo (Cavalheiro, Soter y Gagliardi, 2005) y por tanto en el rendimiento de los jugadores en la esfera del alto nivel, en la que convergen el entrenador, sus deportistas y el entorno (Broom, 1981; Durand-Bush y Salmela,1996). Así es de suma importancia la gestión del entorno del grupo, donde cualquier relación del grupo con su entorno inmediato (padres, amigos, público, directiva, etc.) puede regularse por medio de normativas que eviten la interferencia de dichas relaciones en el proceso de aprendizaje y/o en el rendimiento de los jugadores (Cortés, JM.“Necesidades psicológicas del entrenador”). De este modo, es en el cambiante entorno del entrenador a lo largo de su carrera donde tiene el propio contexto de aprendizaje, decisivo en el desarrollo de la adquisición habilidades intelectuales, tal y como postula el modelo de adquisición de Van Lehen (1996). A modo de ejemplo, por caso, José Antonio Camacho (1997), ejerciendo como entrenador del R.C.D. Español, prohibió a sus jugadores que concedieran declaraciones durante el periodo del descanso del partido. Su objetivo era evitar con esta medida que sus jugadores perdieran la concentración necesaria para seguir rindiendo.
La figura del entrenador está determinada por muchos aspectos; pero, precisamente, la adaptabilidad a los diferentes entornos ha sido vinculada como un rasgo fundamental para el éxito del entrenador experto (Jiménez y Lorenzo, 2010). Lemyre et al. (2007) fue quien acuñara al entrenador experto, que debe cumplir el criterio de alcanzar 10 años o 10.000 horas de experiencia como entrenador; siendo el de élite el implicado en un alto nivel (a diferencia de los niveles de desarrollo y de recreación). Ante este respecto, serían los autores Nash y Sproule (2009) quienes resaltasen que, aunque no está del todo claro lo que se puede entender por entrenador experto, el entrenador eficaz sería aquel que adapta su comportamiento al cumplimiento de las demandas de un determinado entorno de entrenamiento.
En definitiva, nuestro “EQUIPO LANZA”, que está al tanto de la investigación de Wiman, et al., (2010) en la que aclaran un interrogante muy socorrido en los mentideros donde se respira fútbol cuestionándose qué –¿Debe ser el Entrenador haber sido ex- jugador o no?– Evidenciando al respecto que la práctica competitiva y deportiva previa a ser entrenadora no parece que sea un determinante para alcanzar el alto nivel (Wiman, et al., 2010). Sin embargo, la experiencia práctica anterior podría significar un mejor conocimiento del propio deporte, lo cual es un factor a considerar según el modelo de formación de entrenadores de alto nivel propuesto por el European Coaching Council (2006).
En medio de la incertidumbre, las pesquisas de nuestro “Equipo LANZA” ponen de manifiesto que guiarse por los resultados conseguidos exclusivamente parece que tampoco sea indicativo seguro de un entrenador experto (Mallett y Côte, 2006), de ahí que a veces obviamos la realidad y hagamos presunciones que por el mero hecho de de dirigir a un club grande, ya es considerado un experto. Es ante esta atribución cuando la realidad deja en el olvido la importancia de evaluar también los contextos tal y como defienden diversos investigadores (Trudel y Gilbert, 2006; Werthner y Trudel, 2006; Wiman, et al., 2010).
Para esclarecer las diferencias, Gilbert, Côté y Mallett (2006) evidenciaron las diferencias entre entrenador ex-jugador y entrenador (no jugador). Por consiguiente, estos autores analizaron los itinerarios de 15 entrenadores de éxito estadounidenses, de tres deportes (softball, fútbol americano y voleibol) y categorías diferentes, desde un enfoque basado en los sistemas ecológicos (Bronfenbrenner, 1999). Paradójicamente, los resultados de este estudio mostraron que los entrenadores de menor nivel (high school) acumulaban más horas como deportistas que los de mayor nivel (community college y primera división), acumulando la muestra total una media de 13 años como deportistas. Como aportación a nuestro propósito, los hallazgos sugirieron que los entrenadores de mayor nivel fueron los que menos horas por año acumulaban en formación como entrenadores, debido a la dedicación que exige el mundo de la alta competición. Este hecho pone de manifiesto que la formación por sí sola tampoco nos garantiza el éxito.
Para terminar y ante la pregunta de –¿Qué aporta este artículo del equipo LANZA?- Pues bien, nos plasma el boceto de lo difícil que es encontrar buenos entrenadores; porque en un club de fútbol lo más importante han de ser los jugadores. Desde nuestra Redacción Deportiva, os señalamos el camino para ser entrenador y no alineador: -¡Recuerden!- Es fundamental construirse, inventarse, planificarse, llegar a desarrollar todas las capacidades de la persona, en un proceso de construcción permanente, capaz de aprender continuamente, para así poder enseñar correctamente y aún así, haciendo todo esto, algunos llegarán y otros se quedarán por el camino. Pero, compañeros, ¡este viaje hay que vivirlo! Sin olvidar que la gestión del contexto guiará nuestro futuro.
Recomendaciones de @EntrendaorTato: entrenadores estamos ante una profesión oficializada, cada título faculta para una categoría bien definida; pero lo que no otorga es la profesionalidad, eso ya depende de ti. Tened en cuenta que para avanzar en tu carrera no vale sólo con soñar, leyendo LANZA ya te vas formando. Por cierto, compañero, no eches en olvido que cada vez se demandan técnicos más capacitados a nivel formativo. Ante ello, salta de tu zona de confort y vive la experiencia de formarte y experimentar en el campo lo aprendido.
P.D. ¿Será que el entrenador bueno es el que va más allá? Pienso que sí. Además, son aquellos que dominan el trato hacia el jugador, que escuchan más que hablan, que encuentran las motivaciones de sus entrenados y que ponen en el camino al jugador para que empujen. Duden, pero no de esto: “Quien juega es el jugador”.
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 Tato Giménez @EntrenadorTato. Dr. en Ciencias del Deporte. Director Técnico de fútbol (Nivel III) |
