Tato Giménez (entrenador del Almagro CF) y Alejo García-Naveira, dos académicos en el mundo de fútbol con dilatada experiencia profesional, tratan de acercar la autogestión del jugador desde la psicología hasta la realidad contextual competitiva. Ambos son Doctores, el entrenador actual del Almagro C.F (Grupo 18, Castilla la Mancha) es Dr. Sports Science y profesor de Universidad; Alejo es coordinador de la sección de Psicología del Deporte del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, ha sido durante 17 años psicólogo del deporte en el Atlético de Madrid , y recientemente, en UD Almería (SmartBank 2019 – 2020, 2ª División), entre otros equipos profesionales.
Conocedores del documento elaborado por la RFEF, cuyo principio rector es garantizar la salud y la vuelta a la actividad deportiva de los jugadores, cuerpos técnicos y personal de servicios de los clubes, así como de sus familiares, ambos intentan realzar la estructura emotiva-volitiva del jugador y entrenador, muchas veces olvidada. Esa que siempre convive con ellos, la que ronda porla cabeza partido tras partido y entreno tras entreno, esa que siempre está y se habla mucho de ella, pero se practica poco: la autogestión desde la perspectiva psicología y su aplicación a la competición.
EL ARTÍCULO ACADÉMICO
Entendemos que todavía hay mucha incertidumbre acerca del retorno, y recientemente se ha suspendido la fecha establecida, hasta que lo defina las autoridades sanitarias, a pesar de que la RFEF ha elaborado un protocolo de actuación frente al COVID-19 que afecta a los 42 conjuntos de Primera y Segunda División, muy encaminado a élite, donde las posibilidades así lo permiten y que consta de cuatro fases diferenciadas:
1) Preparación del entrenamiento
2) Entrenamientos en solitario.
3) Entrenamientos en tres grupos de ocho jugadores cada uno de ellos.
4) Entrenamientos colectivos.
Ante este nuevo periodo transitorio sería muy «recomendable una mini pretemporada, con un mínimo de 15 días de entrenamientos previos al primer partido de liga». El retorno a las instalaciones, quedará sometido a un estricto control de acceso, donde sólo podrán estar presente durante la ejecución de los entrenamientos el personal «imprescindible» para su realización (https://elpais.com/deportes/2020-04-02).
A pesar de ello, desde una pesrpectiva humana y de rendimiento deportivo (ambas van unidas y son indivisibles en el jugador) se requiere reflexionar sobre tres períodos que los clubes tienen que anticiparse, planificar y gestionar: el período de confinamiento, desconfinamiento y preparación deportiva.
Período de confinamiento. ¿Cómo ha estado el jugador a nivel físico, técnico-táctico y psicológico? Se sabe que en periodos transitorios de 5-6 semanas (por ejmplo en vacaciones de verano) donde el jugador ejecutaba programas de entrenamientos prescritos por el club, su forma física y el nivel de juego se ve deteriorado sustancialmente. Además, existe un descenso de la actividad cerebrales (como por ejemplo funciones ejecutivas) y mentales (habilidades psicológicas) relacionadas con el rendimiento deportivo.
Ahora bien, no es verano ni los jugadores están de vacaciones. Es más, el período se puede extender entre 8-10 semanas. Además, el jugador viene de una crisis sanitaria, con un parón brusco de la actividad, impuesta con incertidumbres y múltiples situaciones personales y familiares (contraer el COVID-19 o fallecimiento de alguien cercano). Aunque los deportistas suelen ser responsables y disciplinados, pueden haber padecido diferentes síntomas como ansiedad, estrés, ira, miedos, preocupaciones, soledad, depresión, etc., así como problemas asociados con la alimentación, el descanso, las rutinas diarias y conflictos con los demás, cuestiones que afectan directamente a la salud mental de los deportistas.
Existe la necesidad de intensificar la conciencia y abordar los problemas de salud mental de los deportistas durante esta pandemia de COVID-19, así como la preparación psicológica durante el confinamiento, para no empezar de cero, e inclusive, en peores condiciones.
Período de desconfinamiento. El jugador debería incorporarse a los entrenamientos con el equipo en un estado de forma óptimo que le permita acumular elevadas cargas de trabajo específico en pocos días, adaptándose de manera progresiva al juego y a competir, minimizando el posible riesgo de lesión. Pero lo habitual es que existan grandes diferencias en desentrenamiento (físico, técnico-táctico y psicológico) entre los jugadores en condiciones normales. Y en este estado de alarma nacional y mundial, es posible que, aún más, sumando la citada salud mental de cada jugador. Además, los jugadores son reticentes a una vuelta a la actividad sin plenas garantías y la moralidad de someterse a pruebas para detectar el coronavirus cuando aún no están disponibles para el resto de la población. No existe riesgo cero de contagio cuando regresen a los entrenamientos.
¿Cómo está el jugador? Este período requiere un plan de acción global que evalúe el estado de salud (general y mental) y físico-deportivo del jugador para saber en qué punto se encuentra y realizar una planificación del entrenamiento ajustada a cada jugador de forma individual.
Período de preparación competitiva. En comparación con una pretemporada (6-8 semanas), el cuerpo técnico y los jugadores se encontrarán en un período más corto de preparación, con la máxima exigencia desde el minuto cero, ya que hay equipos que se están jugando el ascenso o el descenso del campeonato, sumado a todo lo anteriormente citado del COVID-19. Esto podría ser fuente de un alto estrés. Tras la evaluación del período anterior, posiblemente descubramos que el jugador y el equipo no es el mismo tras el confinamiento. Por ello, la preparación del equipo requerirá una atención y supervisión regular de la salud física y mental de cada uno de sus integrantes.
Y en cuanto al rendimiento psicológico, se necesita readaptar el cerebro (por ejemplo, agilidad mental y velocidad de procesamiento de la información) y la mente (por ejemplo confianza, competitividad y manejo del estrés competitivo) del jugador, y eso requiere tiempo y trabajo, sobre todo si se busca una respuesta exprés de la persona. Por ejemplo, además de la parcela física, se requiere planificar las cargas mentales semanales, así como optimizar a nivel psicológico las diferentes tareas que integran el entrenamiento.
Todo esto, sin olvidar de que existen otros protagonistas que pasarán por estos tres períodos, como son los integrantes del cuerpo técnico, servicios médicos, árbitros y familiares, lo que establece un panorama global y de mayor impacto.
Dentro del plano competitivo, el entrenador del Almagro y académico Tato Giménez, desde el primer día que tuvo conociento del del alcance de la pandemia previo al confinamiento, cumplió las recomendaciones con estricta precisión: suspendió los entrenamientos e inició teletrabajo asumiendo las las limitaciones que produciría la reducción del entrenamineto.
Ahora se vislumbra la posible vuelta a la competición, al menos en el fútbol profesional y con la mirada puesta en el futuro incierto del fútbol modesto (amateur), donde no hay plan competitivo ni de retorno, ni de frecuencia competitiva. Lo que sí se tiene claro para el fútbol amateur, es que no tiene posibilidade reales de retorno y sería una desconsideración que se reanudase, máxime «con un calendario congestionado jugando dos partidos semanales», ya que todos los clubes o en su gran mayoría, están desprovistos de plantillas numerosas para establecer un sistema de rotaciones estratégico para contrarrestar el desgaste que genera la sucesión de encuentros. Y pocos o ninguno tiene establecidos «estaciones de recuperación», siendo las mismas una prioridad debido al desgaste «psicológico y físico».
En suma, el mandato federativo impera de «no poder incorporar nuevos jugadores», a excepción de lesiones de larga duración; siendo entonces las estrategias de recuperación física y mental las que tendrán un papel fundamental para aumentar la tasa para regenerar al jugador sus cuerpos y sus mentes.
Por lo tanto, ante microciclos congestionados, hay que aplicar diferentes «estrategias de recuperación» después de los entrenamientos y principalmente post-partido para mejorar o acelerar el proceso de recuperación de los futbolistas y que puedan afrontar el siguiente entrenamiento o competición con las mayores garantías (Nédélec et al., 2012). En este sentido, la recuperación del jugador tras la competición es crucial para el rendimiento del equipo y debería recibir una notoria atención por parte del staff técnico, ya que cuando se implementan estrategias de recuperación tras los entrenamientos o la competición, los jugadores pueden entrenar antes y con mejores garantías que cuando no se realiza ningún tratamiento de recuperación o los medios son inadecuados (Burke et al., 2004, Gill et al., 2006).
Cabe destacar la confluencia de varios investigadores que contemplan «un mínimo de 72 horas para la recuperación psicofisiológica» antes de disputar un nuevo esfuerzo competitivo. En este sentido, cabría destacar que una recuperación acelerada puede permitir un incremento del rendimiento durante las sesiones de entrenamiento y los partidos subsiguientes (Carling et al., 2015). Por estas razones, y en un deporte tan exigente como el fútbol, la orientación de la recuperación tras la competición debe ir enfocada a restaurar el cuerpo y la mente (mens sana incorpore sano) a los niveles pre-competitivos en el menor tiempo posible.
Por ello, a Albert Einstein, no le falto rázon cuando dijo que las dificultades hay que afrontarlas con con ilusión y creatividad. Por ello, los entrenadores, si algo tenemos que dominar pese a las adversidades, es la búsqueda de soluciones, al fin y al cabo, nuestra función es la de generar contextos de oportunidades. Y sí, está crisis tiene su lado bueno para él fútbol: ha corroborado que las planificaciones siempre son inacabadas, que se generan nuevas oportunidades y que las mejores ideas propuestas por los staffs técnicos serán las que mejor se acerquen al éxito. Aquí y ahora es tiempo de tomar pulso a esta nueva situación contextual, profesional y personal.
Las circustancias son atípicas en este momento de la temporada, con más de un mes en ausencia de entrenamiento en el vector horizontal, donde los jugadores han estado entrenando alejados del «contexto específico del jugar». En la actualidad, no hay concreciones para diseñar pretemporada con precisión, siendo de obligado cumplimiento ético establecer pruebas sencillas de valoración, porque «estamos obligados a conocer el punto de partida; para determinar dónde quieres llegar».
Todo esto no tiene sentido si no es atendiendo al principio reversibilidad y de progresión. Obligados a adecuar los músculos y tendones a las exigencias producidas por acciones de alta intensidad, excéntricas e imprevistas como desequilibrios, golpes, aterrizajes, aceleraciones, desaceleraciones, frenadas, arrancadas, etc… (Bompa y Carrera, 2005). El jugador regresará sin golpear el balón (o al menos en especificidad), no hay sprines con intención de movimiento entre el compañero y oponente en relación al balón. En base a está disincronía, la agilidad global, la capacidad de aplicar potencia y esprines repetidos se verá deteriorada por la reducción del entrenamiento. Este desentrenamiento nos pondrá en alarma para establecer planes individuales de optimización para la minimización del riesgo de lesiones.
En nuevas fechas será determinante, utilizar metodologías que vertebren simultáneamente los diferentes aspectos formales del juego: físico, técnico, táctico y psicológico… Por ello, las tareas a aplicar tienen que replicar la competición, ser motivantes para el jugador y que tengan interacción con el balón y compañeros/adversarios. Cabría destacar que la capacidad de dar repuestas a los constraints (impedimentos) físicos, psicológicos, técnico-tácticos y estratégicos serán más caóticos; teniéndose que sincronizar el trabajo por líneas, para fusionarlas y finalmente plasmar el modelo de juego en su máxima expresión. A fin de cuentas, “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”( Charles Darwin) .
Queridos lectores, os instamos a seguir el legados de Einstein, que expresó que “quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado. Por ello toca estar concienciado y, ante situaciones excepcionales, hay que dar soluciones especiales, como nexo de búsqueda para la nueva realidad. Piensa que «el objetivo propuesto a lograr, necesitará mucho de muchos».
