Cada minuto que pasa se realizan, en todo el mundo, 3,7 millones de búsquedas en Google, se envían 481.000 tweets, se llevan a cabo 973.000 logins en Facebook o se lanzan 38 millones de WhatsApp. La gran mayoría no somos conscientes de que estas acciones las estamos realizando a través del hardware de un móvil, un ordenador o una tablet, que están conectados a una red o a una batería y, en consecuencia, consume electricidad y emite dióxido de carbono a la atmósfera.
El Grupo de Investigación Alarcos, de la Escuela Superior de Informática de Ciudad Real, integrado por los catedráticos de Lenguaje y Sistemas Informáticos, Coral Calero y Félix García, y los profesores de la misma área, Ignacio García y Marian Moraga, junto a cinco investigadores, han logrado diseñar el primer aparato capaz de medir cuanto consumo eléctrico está utilizando cada componente clave del ordenador, o del móvil o tablet, cuando ejecutamos un software, ya sea una red social, una página web, una app…
El consumo de energía y su impacto en el medio ambiente
Coral Calero explica, en una entrevista concedida a Lanza, que “el software es un gran consumidor de energía y tiene un gran impacto en el medio ambiente”. De manera muy gráfica, añade que una búsqueda en Google genera entre 0,2 y 7 gramos de CO2, algo que no parece demasiado pero que si se contextualiza, a nivel mundial, pone los pelos de punta.
“En 2018 sólo las consultas de Google de un día, en todo el mundo, arrojaron a la atmósfera 110 toneladas de CO2; En España, en todo el año 2016, se emitieron a la atmósfera 320 toneladas de dióxido de carbono”, añadió Calero con una comparativa estremecedora, sobre todo si tenemos en cuenta que el 57% de la población mundial tiene acceso a internet y el 45% opera en alguna red social.
Objetivos
El proyecto de investigación, que se inició en la Escuela Superior de Informática de Ciudad Real en 2013, tiene dos objetivos claros: que las empresas comiencen a desarrollar softwares eficientes, energéticamente hablando, y que los usuarios sean conscientes de que el uso masivo de esta tecnología tiene consecuencias muy negativas para el medio ambiente por la liberación de dióxido de carbono.
Los primeros resultados de la investigación se recogieron en un libro, publicado en 2014, sobre software sostenible, el primero que se publicó sobre este tema a nivel mundial. “Entonces comprobamos la importancia de seguir investigando y solicitamos un proyecto de investigación al Ministerio de Economía y Competitividad, en 2016, el nombre del proyecto es GINSENG (Green in Software Systems and Software Engineering), con una duración de tres años, finaliza en junio, y una dotación económica de 132.000 euros”, explica la catedrática.
Además, el pasado año también solicitaron otro proyecto de investigación a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, lo han denominado SOS (Software Sustainability), dotado con 153.000 euros hasta el año 2020.
Trabajar en la eficiencia energética
“Es fundamental trabajar en la eficiencia energética del software que mueve nuestro mundo”, asegura Coral Calero que, junto al resto de compañeros e investigadores, lleva años dedicándose a ello. Desde hace unos meses cuenta ya con un aparato que permite medir cuanto consumo eléctrico está utilizando cada componente clave del ordenador.
“A finales de 2017 ya conseguimos terminar de diseñarlo y ya solicitamos el modelo de utilidad, una patente que no se lleva a explotación. Ahora estamos trabajando en la robustez del aparato y en que se pueda reproducir”, añade la también doctora en Ingeniería Informática. El objetivo final: ir a las empresas para que desarrollen un software más eficiente y más respetuoso con el medio ambiente.
“Hemos hablado ya con diferentes multinacionales que están interesadas pero, por diferentes motivos, aún no hemos podido empezar a trabajar de forma conjunta, esperamos poderlo hacer en breve”, añade Coral Calero.
Concienciación social
Otro de los grandes objetivos de este interesante proyecto de investigación es dar a conocer a la sociedad que un uso masivo de las TIC es muy perjudicial para nuestro planeta. Actualmente, el 2% de las emisiones de CO2 mundiales provienen del mercado de las TIC.
Concienciación social y empresarial deben darse la mano. “Es necesario que los softwares se desarrollen con clasificación energética”, añade uno de los investigadores del proyecto, Félix García, “exactamente igual que cuando vamos a comprar un electrodoméstico y buscamos la clase más eficiente, así debe ser también con los softwares que utilizamos”.
Un Gif contamina mucho más que un Emoji
Y ya hay algunas claves que podemos utilizar para contaminar menos. Los investigadores del Grupo Alarcos nos las dan. Un Emoji es lo que menos contamina y un GIF lo que más. 250 palabras contaminan bastante menos que una cadena de 280 emoticonos y menos, también, que una imagen.
Otro de sus primeros resultados es que la combinación Firefox + Ecosia, un buscador, es mucho más eficiente que la pareja Google Chrome + Google. La diferencia es pequeña pero, una vez más, se impone el contexto. Multiplicando por todos los usuarios, en un minuto de búsqueda se ahorra lo mismo que consume un Tesla para recorrer 3.700 km. o lo equivalente al gasto energético de 10.000 hogares.
Visto lo visto, Coral Calero y su grupo de investigadores nos animan a optimizar el uso de la paleta de emojis en aras de la eficiencia. Mejor 280 caracteres de texto que una foto y los GIF, muy racionados, como en las dietas, sólo alguno de vez en cuando.