La prostitución, como dice la filósofa y feminista Ana de Miguel, es “una escuela de desigualdad. Si algunas escuelas afortunadamente ya no lo son como la familia y muchos ámbitos de la sociedad, la prostitución sigue siéndolo” y es donde el machismo “puede seguir ejerciendo la sumisión sobre la mujer y haciendo con ella, por un precio módico de entre cinco y cincuenta euros, lo que quiera”, destacó Julio de la Cruz Sánchez, coordinador del Centro de la Mujer y voluntario de Médicos del Mundo, que impartió una conferencia sobre ‘Trata y prostitución’ en la librería Serendipia.
De la Cruz, que resaltó el planteamiento abolicionista de Médicos del Mundo respecto a la prostitución puesto que “no se puede regular lo que es una demostración tremenda de violencia de género” que lesiona multitud de derechos humanos, destacó el objetivo de la campaña de sensibilización y educación con el lema ‘Sin ti no hay trata’ de incidir en que “si no hubiera consumidores no habría prostitución y si no hubiera prostitución tampoco habría trata”.
En torno a la prostitución y la trata, recordó que están las mujeres prostituidas, los prostituidores mal llamados clientes, los proxenetas encargados o dueños de clubs o pisos y los intermediarios que suelen ser redes de mafia, así como los medios de comunicación, la sociedad y los gobiernos y su posición ante esta vulneración de derechos.
A su juicio, se debería de tender a la prohibición de la prostitución como ocurre en países donde en gran medida ya no se concibe la posibilidad de pagar por sexo, lo mismo que en España, por ejemplo, ya no se vive con la obligatoriedad del servicio militar, expuso De la Cruz, que indicó que Médicos del Mundo trabaja con estas mujeres, muchas de ellas en situación muy marginal, tratando de aportarles “recursos y herramientas para cuando quieran o puedan salir de la prostitución”.
Talleres de autoestima, métodos anticonceptivos, salud y manejo del dinero suele llevar a cabo Médicos del Mundo, cuyos voluntarios proporcionan información para que cuenten con la tarjeta sanitaria y los apoyos que pueden encontrar en los centros de la mujer, además de servir de mediadores ante los centros de salud y trabajadores sociales, comentó De la Cruz, que se refirió, respecto a las personas que se ven obligadas a la prostitución, a la situación de mujeres inmigrantes que cuentan además con las dificultades de las barreras idiomática y cultural, la feminización de la pobreza, la vulnerabilidad en la que se encuentran y que en muchos casos hay una violencia familiar o sexual previa.
En su intervención, De la Cruz, que resaltó que durante la crisis aumentó la prostitución, también aludió a las amenazas, agresiones y trampas económicas que sufren las víctimas de la trata, así como la estigmatización, el proceso de despersonalización y la indefensión aprendida que puede llevar a la conclusión de no ser dueñas de su propia vida.