Jing Jing Zhang y Saúl Rodríguez son los fundadores de la primera escuela de inmersión lingüística de Inglés, Chino y Español que se lleva a cabo en todo el país. Tienen su centro en la calle Eras del Cerrillo 2 de Ciudad Real, frente a la cartelería de los cines de la ciudad.
Quizás sea un buen reflejo de una idea que suena a película; conseguir que niños de 0 a 5 años, consigan aprender tres idiomas y los sientan de una forma natural en su desarrollo antes de la etapa educativa obligatoria en los centros reglados de educación Primaria.
En la Escuela, donde la enseñanza es casi individualizada, se aplica el método D.L.I. (Dual Language Immersion), que es el mismo que sus directores llevaban a cabo hace años en Wyoming, con él que los alumnos disfrutan de las clases, potenciando sus capacidades a través de lo palpable y de sus experiencias. Rodríguez, explica, «tenemos una especie de lema: disfrutar, aprender y atreverse», que son tres cualidades que se observa en los pequeños alumnos a los que las aulas empujan a aprender y a descubrir el mundo desde bien pequeños.

Beatriz Acero y Rodrigo Donado, son padres de Daniel, de tres años. Beatriz es ingeniera de Caminos, Rodrigo es piloto de aviones. Llegaron a Ciudad Real después de la pandemia, obligados a reconducir su camino laboral después de que China cerrase sus frontes por covid y atraídos por la posibilidad de brindarle a Daniel una educación 100% inmersiva en idiomas. «Nosotros estábamos viviendo en Hong Kong y cuando regresamos a España, una de las principales cuestiones fue la de apostar por un lugar económicamente favorable y con posibilidades para educar con la mejor calidad a nuestro hijo».
Así llegaron a Ciudad Real, donde Daniel aprende idiomas sin darse cuenta. «A pesar de ser tan pequeño es capaz de hablar y de comprender en los tres idiomas. Construye frases y se hace entender y eso, para nosotros como padres, es un orgullo».
De su hijo, destaca, «lo que más nos impresiona son sus ganas de descubrir el mundo y de vivir experiencias. Le encanta leer y que le leamos en todos los idiomas. Siempre quiere aprender cosas nuevas. Es capaz de reconocer más de veinte banderas de todo el mundo, de contarte la historia de la Alhambra o de asimilar las costumbres de otros países y sentirlas como propias», entre otras cualidades que ha ido construyendo.
A diferencia de otras generaciones, donde lo importante era aprender a recitar de carrerilla los tiempos verbales del To Be, para Daniel, hablar idiomas será algo con lo que ha nacido y que no le costará trabajo.
«Tanto para mí, como para mi marido, hablar idiomas nos ha abierto muchas puertas del mercado laboral. Yo he tenido la oportunidad como estudiante de vivir fuera gracias a las becas Erasmus y Leonardo, pero sobre todo, me ha permitido trabajar en grandes empresas siendo el dominio del Inglés mi gran valedor. Daniel ahora convive con las ganas de aprender idiomas. Cada vez que su padre viaja a un país, lo primero que hace es preguntar qué idioma se habla allí, para decirle a continuación: quiero aprender ese idioma«, señala con orgullo Beatriz.