El alcalde de Almagro, Daniel Reina, pide a las monjas dominicas que “reconsideren” el traslado de los cuadros del monasterio de La Encarnación, que han estado durante siglos en la ciudad encajera y que tienen un fuerte vínculo espiritual con la población. “Mejor que en Almagro no van a estar en ningún sitio”, afirma a Lanza.
Entre ellos está la obra de Zacarías González sobre la vida del rey David y la Anunciación de Vicente Carducho, ambas del siglo XVIII. Estaban en la iglesia del convento, donde también destacan las pinturas murales renacentistas de la Capilla de los Orduña, atribuidas a los pintores Perola, almagreños de ascendencia italiana.
El traslado de las obras en medio del asombro
Fue el martes 13 de abril cuando el concejal de Cultura, Dionisio Muñoz, presenció en directo el traslado de las obras en medio del asombro. Eran las doce de la mañana cuando un vecino llegó a su casa para avisarle y allí se encontró a la última priora con un camión de mudanza.
“¿Pero esto qué es?” Fue una de las primeras frases de Muñoz al llegar al convento, cerrado en otoño a cal y canto desde la salida de las monjas dominicas de clausura, reagrupadas en La Solana. Los benefactores Diego de Lucena y Juana Gutiérrez fueron los que fundaron el convento en 1573.
La única explicación de la priora hace una semana, según recuerda el concejal, fue que los cuadros pertenecen a la orden religiosa, por lo que los han trasladado a La Solana. Lo han hecho “a escondidas”, según apunta el concejal, y “sin decir nada al Ayuntamiento”, lo que ha originado un gran revuelo en la localidad.
Los cuadros no están incluidos en el inventario municipal
Ahora bien, lo cierto es que los cuadros no aparecen en el inventario municipal, por lo que el Ayuntamiento en principio no tiene herramientas legales para recuperarlos, aunque estudiarán otras posibilidades. “Nos sentimos dolidos, indignados y desanimados, traicionados, porque Almagro no se merece esto”, añade.
El Ayuntamiento de Almagro, según recuerda el alcalde, negoció en otoño la posibilidad de convertir en un museo la iglesia de este monasterio ya desacralizado, pero el proyecto no fructificó. Daniel Reina explica que la intención era que “se pudiera visitar algún día a la semana dentro de las rutas turísticas” que organiza el Consistorio.
Las monjas dominicas también se negaron, según explica el primer edil, a que continuaran los oficios religiosos en la iglesia. De manera que, sin culto y sin visitas está desde otoño, y ahora sin cuadros. Los tres o cuatro lienzos, “todos los que había”, se los llevaron en la parte de atrás del camión y lo único que dejaron fue una imagen del Cristo que restauró hace unos años la Universidad Popular de la localidad.
Cabe recordar que, durante años, los vecinos de Almagro, y en concreto la asociación cultural Almágora, recaudaron fondos para realizar mejoras en el edificio, y que hace un año la Junta de Comunidades aportó 25.000 euros para la restauración de los frescos, en la que también colaboró la Diputación provincial y el Ayuntamiento.
El Obispado insiste en que las monjas tienen total autonomía
Por su parte, el Obispado y la Diócesis de Ciudad Real informa a Lanza de que las monjas dominicas y su congregación es “independiente y autónoma”. Las monjas no han tenido que dar cuenta al Obispado del traslado, ni tampoco éste puede intervenir en la decisión. Son las parroquias y los templos religiosos los que están vinculados a la Diócesis.
El cierre del convento de las monjas dominicas de La Solana, que fueron trasladadas al que queda en La Solana, no ha sido el único que ha vivido en la provincia en los últimos años. La falta de vocaciones también derivó en el cierre de los conventos de la Orden de la Inmaculada Concepción en Ciudad Real y Manzanares.
Indignación entre los vecinos
A través de las redes sociales, los almagreños han expresado su indignación. El periodista Francisco J. Martínez Carrión ha denunciado a través de Facebook el “expolio artístico del patrimonio del convento y, por ende, de Almagro”, y tacha la acción de “economicista, avariciosa e insensible”.
Así pues, Martínez Carrión recuerda que las monjas “fueron auxiliadas en sus peores momentos por la solidaridad de los vecinos, cofradías, hermandades, asociaciones, empresarios y comerciantes de Almagro” que les donaron alimentos y hasta les llevaban al centro médico cuando lo necesitaban.