Los cerealistas de la provincia de Ciudad Real –al igual que los de otros territorios de España- están sufriendo problemas de desabastecimiento de semillas certificadas de leguminosas y proteaginosas, sobre todo de guisantes, veza, yeros y lentejas, en el inicio de la sementera.
Se trata de especies mejorantes del suelo que los productores de herbáceos están obligados a sembrar en la presente campaña como exigencia de la nueva Política Agraria 2023-2027 (PAC), todavía sin aprobar, pero con aplicación prevista para el próximo enero.
Los agricultores denuncian una situación estresante y muestran su preocupación ante la subida de la demanda de estas variedades que no encuentran en ningún centro de producción de semillas u otro tipo de sociedades proveedoras.
Es el caso del centro de selección de semillas, que gestiona en la capital ciudarrealeña la cooperativa cerealística ‘San Isidro’ desde hace una veintena de años. El presidente de esta entidad, José María Ciudad, reconoce el desabastecimiento, provocado por “el mal año” de ese tipo de productos, y por tanto una menor fabricación de semillas, al que se ha sumado el aumento de la demanda por la obligación de la PAC de plantar obligatoriamente -hasta ahora era opcional- al menos un 10% de estos cultivos mejorantes en la rotación de tierras “para poder cobrar lo de antes”.
Si no hay provisión “habrá problemas con el rendimiento”, asegura quien también es el portavoz de Cultivos Herbáceos de Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha.
La escasez es “nacional” y en su caso “nos están llamando de toda España a ver si nos quedan, pero nosotros también somos demandantes de guisantes y de veza, y no tenemos. Incluso también llamamos a otros sitios a ver si tienen”. En el caso de su producción de guisantes, todavía sin hacer, “la tenemos comprometida, siendo primeros nuestros socios”.
Se trata de una de las exigencias que contemplan los nuevos eco regímenes en el marco de una nueva PAC “muy compleja y difícil”, que, según las opiniones que recibe Ciudad, “no se debería aplicar este año porque no llegamos a tiempo y la gente tiene que planificar sus cultivos”.
Con todo, Ciudad celebra el incremento en cerca de un 40% del uso de semillas certificadas en España, que garantizan mayor resistencia frente a los efectos del cambio climático, trazabilidad y pureza varietal.
Respecto al inicio de la sementera, está siendo “irregular”, según el técnico, dado que en las comarcas de tradición más cerealística, como el Campoo de Calatrava, “apenas ha llovido”. Tan sólo ha habido precipitaciones “suficientes” para preparar la tierra, “peor es muy difícil pensar en sembrar porque hay que hacerlo en seco y el movimiento de semilla es muy irregular”.
Además, los costes de los insumos han subido “una brutalidad”, sobre todo los fertilizantes, con incrementos “de más del 60% respecto al año pasado, que ya eran precios récord, pero casi triplicados en comparación con hace dos años”.
“Si no llueve, lo vamos a pasar mal”, sentencia Ciudad, en cuyo centro este año producirá 1,6 millón de kilos de semillas certificadas de cebada, trigo, avenas, triticales y leguminosas.
Difíciles de encontrar
El jefe de los servicios técnicos de sanidad vegetal de Cooperativas Agroalimentarias Castilla-La Mancha, Castor Sánchez, también confirma la carestía de este material reproductivo. “Está habiendo un problema con las semillas certificadas, que son muy difíciles de encontrar, sobre todo de leguminosas, ” para cumplir con los eco regímenes de la rotación”.
“No es encuentran semillas y las que hay están carísimas”, señala, a la vez que se hace eco de la voz de los agricultores ante la nueva PAC, más ambientalista: “todos dicen lo mismo cuando me reúno con ellos, que ellos están para producir”, y estas medidas “van a conseguir reducir las producciones”.
El sector, esgrime, “está muy preocupado” porque “no ven favorecedores los criterios que contempla la nueva política”.
“No hay más remedio que sembrar”
El cerealista ciudarrealeño Pedro Martín confirma la situación deficitaria en el primer día de su siembra, que extenderá hasta en 600 hectáreas de trigo, triticale, guisantes, colza y el barbecho obligatorio.
Desesperado porque lleguen las lluvias, recuerda la obligatoriedad de cultivar leguminosas al menos en un 5%. “Y hay otro problema”, advierte, como es que “si el año pasado tuviste leguminosas, este año tienes que usar semilla certificada, no de la tuya”.
Afortunadamente, Martin no tendrá problemas, pues como colaborador de la cooperativa San Isidro, su producción de guisantes la ha dedicado a semillas.
Respecto al suelo, lamenta la sequía que sufre, aunque “hay que sembrar porque estamos a últimos de octubre. No hay más remedio”.
La nueva campaña tendrá, a juicio de este cerealista, menor superficie por las nuevas exigencias y por el encarecimiento de los abonos, de 300 a 850 más IVA la tonelada, y de la luz, con 100 euros de coste “sólo arrancar el motor de riego”.
De hecho, señala, un 30% de los productores está sembrando “sin abono ninguno”, y en su caso “con el 50% del que venía aplicando en campañas anteriores”.
“Nos deberían haber avisado”
Pablo Tapiador, cerealista de Malagón, también denuncia la situación a la que se enfrentan los productores “para poder cobrar los eco esquemas, que han sustituido al pago verde”.
Señala que la obligación es de plantar un 10% de leguminosas, del que un 50% puede ser oleaginosas, y ante la subida de este tipo de semillas “no hay”.
Tapiador piensa que “nos deberían haber avisado el año pasado de por dónde iban a ir los tiros”, dado que, al parecer, también hay escasez de variedades de trigos y cebadas.
Por ello, confía en que “levanten la mano” ante el desabastecimiento.
El agricultor ya ha iniciado gran parte de sus 140 hectáreas en unos terrenos secos y sin humedad, a la espera de que lleguen precipitaciones, porque si no el grano “que se hincha para germinar, se seca”.
También muestra su pesar por los altos precios de los costes de producción en lo que “es una lotería”. “Ya llevo 12.000 euros gastados en abonos”, señala.