SOLEDAD, AGRESIVIDAD Y FALTA DE PROYECTOS
Hemos asistido estos días al debate del Estado de la nación que debería ser un análisis de la realidad del país y una visión de las soluciones desde las diferentes opciones políticas presentes en la Cámara.
El aislamiento del Gobierno.
El presidente de nuestro gobierno ha hecho una exposición de lo ocurrido en nuestro país a lo largo de su primer año de gobierno que más bien parecía la lección del opositor presentándose a la plaza de funcionario de la administración económica de cualquier lugar de nuestro país. Se había estudiado los temas, expuestos siguiendo el guión, con una capacidad de aburrir al tribunal más exigente pero dando la impresión de haber estudiado y haberse preparado el temario. El problema es que no era ni el examen de la oposición, ni el tema que le había salido en el sorteo era el que estaba contando. Su exposición no respondía de ninguna manera a la pregunta planteada: ¿Cuál es el estado de nuestro país y qué soluciones se han adoptado o se van a adoptar en el futuro? La pretendida lección de economía que analizaba la situación de nuestro país y las medidas adoptadas para resolverlo repetían machaconamente las recetas que no sabemos quién le ha trasladado a su mente y que él repite una y otra vez pidiendo fe en ellas porque el futuro se nos promete esperanzador.
Un análisis que pretendía apoyarse en las actuaciones de la Comunidad Económica a quienes cita reiteradamente como amigos y guías espirituales, pero que al día siguiente de su comparecencia le corrigen en todas sus estimaciones y valoraciones augurando tiempos peores si no siguen aplicando las medidas recomendadas con mayor rigor aún y en el camino de las “reformas”, ahora ya de segunda generación. Un análisis surgido de su aislamiento desde la Moncloa que reproduce el de sus ministros y sus gobernantes a todos los niveles. Porque después de un año de gobierno, la falta de contacto con la ciudadanía, las consecuencias de sus políticas económicas y los modos poco democráticos de desarrollar su actividad acentúan día a día el aislamiento de sus políticas. Un ejercicio de la actividad que necesita cordones policiales para poder salir a la calle o asistir a cualquier acto ciudadano, que limita sus presencias ante los medios a declaraciones sin preguntas y que se aleja de cualquier actividad comunitaria simboliza mejor que nada el aislamiento absoluto del actual gobierno en todos sus niveles.
Porque junto al análisis pretendidamente macroeconómico de la situación y sus soluciones no se presta atención ninguna a las consecuencias de esas decisiones en la vida real de las personas. Y las consecuencias son suficientemente graves para hacer caso de ellas. Una reforma laboral que no ha arreglado el problema del paro sino que lo ha deteriorado gravemente reduciendo derechos de los trabajadores y favoreciendo los despidos y todo tipo de actuaciones que han incrementado el volumen de parados en más de 800.000 personas en un año. Un deterioro grave de la educación en todos sus niveles, de la atención sanitaria, de las prestaciones sociales que reconoce la Ley de Dependencia y de la justicia, dibuja una realidad alejada totalmente de esa senda de esperanza que nos quiso plantear el presidente del gobierno. El gran objetivo del déficit no se alcanza y parece empeorar en este año 2013 según las previsiones de las instituciones europeas y la situación social se ha deteriorado de forma grave y en muchos casos difícilmente recuperable como evidencia la situación de muchos miles de ciudadanos que tienen que recurrir a ayudas asistenciales o que tienen graves problemas para poder mantener un lugar donde vivir.
Todo ello pone en evidencia a un gobierno aislado que desconoce la realidad y que analiza la misma con parámetros que parecen más del opositor que encerrado en sus estudios durante años no conoce el país donde vive ni la realidad de la sociedad que gobierna. Y para completar la imagen una versión triunfal de los acontecimientos orquestada por el conjunto de medios de comunicación que apoyan la actuación del actual gobierno popular. Un gobierno que ha incumplido de forma radical todos sus compromisos electorales y que sin embargo quiere que confiemos en él, tarea difícil si no imposible vista su actividad y los resultados de la misma.
Un gobierno agresivo.
Este aislamiento acaba convirtiéndose en una agresividad inaceptable de nuestros gobernantes frente a cualquiera que discrepe o dude de sus criterios o pero aún que pueda criticar sus actuaciones. Ministros como Montoro acusando a los que le preguntaban por la financiación de su partido o valorando el comportamiento de los actores en la Gala de los Goya son muestras del nerviosismo y la incapacidad democrática para gobernar de algunos de sus miembros. La lista de ejemplos es larga por desgracia tanto de parlamentarios como de miembros del gobierno en sus distintos niveles y responsabilidades.
Una agresividad que quiere descalificar cualquier actividad crítica y que no tiene el más mínimo reparo en decir al día siguiente lo contrario de lo que dijo antes, no porque quiera rectificar, sino porque los hechos son tan evidentes y la realidad contada en los medios de comunicación desmiente cada mañana sus afirmaciones del día anterior. Y por ello cargan contra el mensajero y les gustaría que toda la prensa, que las televisiones, por supuesto la pública más aún, se dedicara al halago continuado y al elogio de sus decisiones.
Falta de proyecto.
Para completar la imagen resulta todavía más deprimente analizar las propuestas de futuro que se nos presentan en esta difícil situación. Se nos pide una fe ciega en el futuro porque ya hemos superado el momento más difícil y está próxima la llegada del maná del crecimiento del PIB que nos traerá todo tipo de beneficios.
Y para ello se nos anuncian programas de futuro que van a favorecer este crecimiento. Algunos de ellos como los prometidos hace ya tiempo e incumplidos como que el IVA se pagará cuando se cobre la factura. Eso ya se había prometido y por ahora es uno más de los múltiples incumplimientos. A continuación se enumeran una serie de pequeñas propuestas económicas que reciben los cálidos aplausos de sus seguidores.
Pero el proyecto de futuro para el país está ausente, Ante una situación de paro como la actual no hay una propuesta seria de un plan de actuación para generar empleo o corregir las graves consecuencias que este momento tiene para muchos ciudadanos. La situación grave de recursos sociales no merece la menor reflexión para el futuro. Planes necesarios que se ignoran con la única receta de la necesidad de corregir el déficit. Será bueno hacerlo pero no al ritmo que genere unos niveles de deterioro social como los que se están produciendo. El déficit se corrige no sólo ahorrando, sino sobre todo generando actividad y proyectos que creen movimiento de los recursos. Planes que deben abordar de forma seria problemas como el de la vivienda y que ya se anuncia que no se van a adoptar de forma decidida.
Proyectos que se cuentan y más preocupante los que no se quieren contar. Porque en esas reformas de segunda generación se nos avecinan propuestas que van a suponer mayores recortes sociales y que se preparan a oscuras y sin que nos enteremos los ciudadanos. La modificación de la Ley de Costas se hace por decreto y casi de tapadillo para continuar con el deterioro de nuestro litoral y el beneficio de algunos demasiado interesados en ello por ejemplo.
La imagen de los asistentes al debate con su cara de aburrimiento, su pose displicente, es todo un símbolo del aislamiento, la agresividad y la falta de proyecto para el futuro del gobierno de nuestra nación.
