La Mancha a finales del XIX era una región “muy poco conocida, muy atrasada y con muchos problemas” y la obra que escribió el viajero estadounidense August Jaccaci en 1897 sobre la ruta del Quijote sirvió para colocar La Mancha en el mapa del mundo, comentó el director del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha, Isidro Sánchez, que participó ayer en la presentación en el Aula Cultural del libro Un americano en La Mancha tras las huellas de Don Quijote, de Esther Bautista, quien realiza una traducción crítica de la pieza de Jaccaci.
Fruto de dos años de investigación en el Departamento de Filología Moderna de la UCLM, la obra de Bautista defiende que Jaccaci fue pionero en la configuración de la ruta literaria del personaje.
“Fascinado por el libro de Cervantes, quiso revivir las experiencias del ingenioso hidalgo visitando los parajes que se evocan en la novela” y, aunque antes hubo otros aventureros que pasaron por La Mancha, se detuvieron aquí más como tierra de paso, mientras que Jaccaci “vino exclusivamente a hacer la Ruta de Don Quijote”, indicó Bautista, para quien este viajero estadounidense corroboró sus ideas previas de que a finales del XIX se mantenía la esencia de La Mancha descrita por Cervantes.
Su director de tesis, el catedrático de Filología Francesa, Juan Herrero, destacó que Jaccaci no quiso hacer un viaje de turista, sino vivir una aventura “estético-espiritual” completando la idea que tenía del Quijote con el descubrimiento de los escenarios paisajísticos y humanos de esta tierra, donde a finales del XIX “se mantenían de forma muy similar las costumbres, mentalidad, maneras de concebir la vida y de expresarse”.
Mítica visión
Vestido de campesino, viajó en carro, vivió en las ventas y, conociendo los pueblos, paisajes y gentes de La Mancha, extrajo la visión “eterna y mítica” de esta novela universal.
El vicerrector de Coordinación y Comunicación, Francisco Alía, también participó en la presentación del libro, en la que Sánchez destacó el valor de la obra de Bautista, ya que desde 1916 no se había hecho una traducción en castellano del libro de Jaccaci y su recuperación y estudio está en la línea de mostrar la internacionalización que la región tiene gracias a la proyección mundial del Quijote. Sánchez, que elogió el ímpetu e ilusión de Bautista, defendió que, a su juicio, el primero en la búsqueda del Quijote por La Mancha fue el jiennense Giménez Serrano, aunque su trayecto no tuvo la fama y repercusión del viaje de Jaccaci, quien puso La Mancha en el mapa del mundo con su obra, y al que luego le siguió Azorín dándola a conocer en España. La obra de Bautista, dividida claramente en dos partes, establece en la primera de ellas un estudio introductorio donde se presentan algunas crónicas de viajeros que inspiraron y siguieron el viaje de Jaccaci tras la estela de Don Quijote.
El mismo va precedido de unas consideraciones sobre la interpretación romántica del personaje cervantino y la lectura de su historia; mientras que la segunda es una novedosa traducción crítica de la obra Tras las huellas de don Quijote: Cuaderno de un peregrino, de Jaccaci, que tiene como característica principal que incorpora por primera vez en una edición española los grabados que ilustraron la edición original.