Con la Puerta de Toledo al fondo, fueron aparcando, llenos de barro, los Panda, los Dyane 6, los Reanult 5 o 12, los Ford Fiesta, los Mercedes 300, los Audi 100… Dentro, rostros cansados de ojos vivaces, felices, entre otras cosas porque ya ven cerca el final: Madrid. Y es que este viernes recalaron en Ciudad Real los 67 supervivientes de los 94 que tomaron la salida en Barcelona del IV Spain Clasic Raid, reservado para coches de más de 25 años, divididos en dos categorías, con los 1.000 cc como barrera para separar ambas. Es la séptima etapa de una carrera de cuento, en la que la deportividad es menos la competición que la colaboración, en la que estos vehículos del pasado han estado muy presentes en los recuerdos de los espectadores y competidores que durante 2.300 kilómetros de tierra han recorrido España, de Barcelona a Madrid, precisamente en estos días.
La carrera desembocó en Ciudad Real procedente de Córdoba, de donde los participantes salieron todavía de noche, cruzando una “zona plana de cereal, para pasar a los olivos y los montes. Hemos cruzado parajes espectaculares. Pocos habían pasado de Andalucía a Castilla-La Mancha por otro lado que no fuera la A-4”, como explicaba uno de los organizadores, de la Agrupación Deportiva Etcétera.
Hasta allí se acercó, también, el concejal de Promoción Económica, Cultural y Turística, José Luis Herrera, que puso el acento en el atractivo que tiene la ciudad para este tipo de eventos y las ventajas que Ciudad Real obtiene de ellos. “Ciudad Real acoge muy bien a sus visitantes”, subrayaba Herrera.
Tras las declaraciones llegaron los reconocimientos a los más primeros, pero en este Raid el verdadero objetivo es llegar y disfrutar del camino, con el olor de los coches de otro tiempo.