Pérez Sierra es a Almagro lo que la savia a un árbol vivo, aunque lleve un lustro sin pisar un foro que en 1978 concibió para “difundir el rico patrimonio teatral del Siglo de Oro español a los espectadores”.
La dulce aventura, según narra a lanzadigital.com, comenzó con el estreno de la democracia, y desde el puesto de director general de Música y Teatro para el que fue nombrado en el primer gobierno de Adolfo Suárez.
Cuenta que los cambios empezaron a sucederse dentro del impulso de una España en transformación, y una de las primeras decisiones “fue el cambio del Ministerio de Información y Turismo por el de Cultura”.
Así, el veterano director, adaptador, guionista, y montador teatral, decidió comenzar su labor como gestor de artes escénicas desde el ámbito público. “Pensé que los entonces existentes festivales de España (había de diversas modalidades) eran monográficos y un cajón de sastre, rememora, y había que vincular el teatro clásico a los estudiosos, y también a los cómicos”.
Las primeras representaciones
Tras la idea, vino la acción, y en septiembre de 1978 se desarrollaron las primeras jornadas de estudio en Almagro, una localidad “ideal” para acoger “la semilla” que germinaron entre la filología y las tablas, con el Corral de Comedias como epicentro y como escenario de las representaciones de ‘Medora’ de Lope de Rueda, por la Resad; ‘El despertar a quien duerme’ y ‘La estrella de Sevilla’, de Lope de Vega, dirigidas por José Luis Alonso y Alberto González Vergel, respectivamente, además de un montaje musical de danzas españolas dirigido por Gregorio Paniagua. “Conseguimos reunir a filólogos y críticos” como Luciano García Lorenzo, Fernando Fernán Gómez, José Hierro, Agustín García Calvo, Francisco Nieva, Alberto González Vergel, o Carlos Solórzano, y “yo lo dirigía desde mi puesto en el Ministerio”.
Las jornadas fueron el embrión “del festival, tal y como es hoy y como ha crecido”, dentro de “una nueva idea que fructificó”, explica Pérez Sierra, que asegura que “para crear un organismo subvencionado con dinero público, hay que estar en la administración”.
CNTC
Pérez Sierra conoce bien las entrañas del festival almagreño, pues no sólo lo impulsó, sino que lo volvió a dirigir entre 1986 y 1990, además de ser asesor y posterior director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), otro puntal del certamen nacida a mediados de los 80.
Esta compañía fue impulsada por José Manuel Garrido como director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), con Adolfo Marsillach como primer director y con la dotación necesaria para que el festival se convirtiera en internacional.
Precisamente, la compañía llegó en la etapa del primer director del festival, César Oliva, entre el 1983 y 1986, y supuso “una revitalización de los clásicos”. La CNTC “era necesaria, al igual que en Francia tenían la Comédie Française o en Inglaterra la Royal Shakespeare Company (RSC), y por eso era necesario un teatro nacional en España”.
En su relato, recuerda anécdotas como la ausencia de hoteles y alojamientos en Almagro, dado que el proyecto para convertir el convento de San Francisco en parador estaba paralizado, por lo que Pérez Sierra tuvo que acudir al mismísimo Pío Cabanillas para retomar las obras.
Desde su inauguración por los Reyes de España y su incorporación a la red hoteles de la cadena pública, este bello espacio fue sede de la dirección del festival y alojamiento en esos primeros años para los estudiosos, que empezaron hospedándose en Valdepeñas o Manzanares.
De los dramaturgos y directores de la segunda mitad del siglo pasado, Pérez Sierra destaca a José Luis Alonso y su insuperable ‘Anzuelo de Fenisa’ en los años 60, una ‘Dama duende’ “que quedará en los anales del Teatro Español” o ‘El alcalde de Zalamea’ por la CNTC en la época de Marsillach.
Hijos de Almagro
Pero después de Almagro, “que sentó las bases para representar a los clásicos”, cualquier compañía, a su juicio, “puede hacer montajes con textos del Siglo de Oro”, porque las generaciones posteriores “de alguna manera son hijas de Almagro”, al igual que otros festivales como el de Olmedo (Valladolid) o el de Cáceres, que tienen la misma inspiración, según apunta Pérez Sierra.
Para este conocedor de las artes escénicas de España, el certamen encajero “supuso la revitalización de los clásicos desde el ámbito público”, una realidad que “no se puede discutir, porque el Ministerio de Cultura tiene el Centro Dramático Nacional (CDN) y la CNTC, pero el festival no tiene vuelta atrás”.
Tras 40 años de festival desde que lo pariera, “ha tenido años de esplendor y otros de más crepúsculo”, reconoce, pero “está consolidado y ha crecido mucho”.
Pérez Sierra declara que “no lo he seguido mucho”, y ha tenido presencias esporádicas, la última hace cinco años cuando homenajearon a la CNTC. Previamente, asistió en 2010 cuando la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico estrenó ‘La moza de cántaro, una pieza de Lope de Vega que el mismo adaptó y “que se puso el día que España ganó el Europeo de fútbol”.
Con 82 años, Pérez Sierra está jubilado pero no para, de hecho este verano no recalará en Almagro, pero tiene una agenda llena de citas, algunas de ellas con el joven director Eduardo Vasco, con quien colaboró escribiendo versiones para los montajes de éste.
En Olmedo hablará de ‘El perro del hortelano’ junto con el propio Vasco y Carmelo Gómez, y en Santander participará en un ciclo de teatro en cine.