Antonio Lamela Martínez nacido en 1926 tiene una obra extensa en España con obras singulares en el contexto de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX. Conocido por obras singulares en Madrid como las torres de Colón, ejercicio estructural de un espacial interés, por la terminal del aeropuerto de Barajas, la ciudad deportiva del Real Madrid y obras internacionales como el aeropuerto de Varsovia.
El turismo español y el motel
El desarrollo turístico en España que tuvo infraestructuras singulares encuentra un punto especial en las infraestructuras de carretera. El automóvil y las infraestructuras van demandando servicios en zonas intermedias de parada. El caso del hotel El Hidalgo parte de un programa amplio en un solar de casi siete hectáreas, aunque sólo llegó a construirse la primera fase del proyecto. Una planta extensa con una imagen horizontal que apenas quiere destacarse del terreno con huecos en zonas generales y de habitaciones que se ocultan con celosías en zonas de servicios generales del edificio y baños de las habitaciones. La mejor descripción del edificio es la que el propio Lamela presentaba en la Revista Nacional de Arquitectura en 1962, cuyos textos seguimos en gran medida.
Las cifras generales, que expresan la amplitud del programa previsto, son las siguientes: 288 habitaciones distribuidas en 36 para la primera fase, 114 para la segunda, 74 para la tercera y 64 para la cuarta. Existen 167 aparcamientos cubiertos para turismos que pernocten, distribuidos de la siguiente forma: 32 en la primera fase, 90 en la segunda, 55 en la tercera y 60 para la cuarta fase. Además de éstos se han dispuesto 52 unidades de aparcamiento para uso del restaurante y siete autocares, todos ellos protegidos del sol por abundante vegetación. Este complejo hotelero, de programa ambicioso y extenso, ocupa casi siete hectáreas de llanura manchega, en el kilómetro 193 de la carretera de Madrid a Andalucía, esparciendo sus edificios en ambas partes de esta vía eminentemente turística. Pertenece al grupo llamado específicamente “motel de carretera para pernoctación”, decía la Memoria del proyecto.
Arquitectura y paisaje
Se ha procurado adoptar la arquitectura al paisaje presente, y al que se ha de crear, dominando en su composición la horizontalidad. En la zona de clientes se acusa extraordinariamente un gran juego de luces y sombras, así como de volúmenes opacos y transparentes, debido a la combinación de terrazas cubiertas, muros ciegos, superficies vidriadas y jardinería. En la ornamentación y decoración interior se ha seguido el mismo espíritu de sencillez y calidad. Como idea general, acusamos la presencia física de bastantes paramentos de ladrillo que se dejan vistos; otros, en cambio, se han pintado. Toda la carpintería de la zona noble es de madera vista, armonizándose elementos antiguos de sabor manchego castellano con otros de líneas actuales, pero siempre procurando una armonía de conjunto.
En algunos casos, como en el de los bloques de dos alturas, todas las terrazas están giradas hacia sureste, lo que satisface la doble misión de proporcionar un soleamiento óptimo y de independizar de vistas cada terraza de la vecina. El gran restaurante, al que se accede por airosa marquesina protectora, está compuesto de vestíbulos, comedores para 37 y para nueve mesas, que se pueden independizar en parte o completamente y dando al gran comedor forma de L, con el fin de conseguir ambientes íntimos.
Espacios interiores
Para dar movilidad a la planta, el salón y los comedores se sitúan en tres alturas respecto del nivel del vestíbulo, procurando dar vistas a zonas ajardinadas y comunicación con la terraza cubierta cuya capacidad es de unas 30 mesas. Las habitaciones, aunque agrupadas o diseminadas bajo diferentes formas, responden a un programa semejante: ingreso, en el que se instalan, además, un servicio de lavabo y tocador protegidos tras una mampara cortavistas; baño completo; dormitorios con armarios empotrados y hueco de comunicación con el jardín. El tabique que separa el ingreso del dormitorio no llega al techo, disposición adoptada en paños más importantes de salones, comedores, etc., con la finalidad de conseguir así una intercomunicación de aire y una mayor libertad ambiental y de composición.
Los edificios circulares tienen la entrada, cubierta, por la zona perimetral y responden al siguiente programa: zaguán y vestíbulo que dan paso al dormitorio. Entre el dormitorio y cuarto de aseo-que está al fondo y ventilado por el palio central se encuentra la zona destinada a lavabo, tocador y vestidor, con iluminación complementaria cenital. Las zonas de aparcamiento cubierto son de estructuración metálica, en combinación con muros de fábrica, superficie de cobertura en uralita ondulada y cubierta con paja de junco. Los materiales que se han empleado son todos de calidad, buscando la máxima nobleza y duración, y procurando dejarlos en la mayor parte de los casos en su textura natural; se ha buscado el agrupamiento de las distintas zonas de funcionamiento afín y la independencia de aquellas que así lo requieran: por un lado, el edificio de recepción, salones, restaurante, cafetería, anexos y servicios; por otro lado, las habitaciones independientes y zonas de recreo, con sus comunicaciones y enlaces correspondientes; por último, y con objeto de evitar las molestias inherentes a su función, se han ubicado en la otra parte de la carretera los servicios automovilísticos y dependencias para mecánicos y empleados.
Motel de pernoctación
Puesto que el programa planteado se refería específicamente a un “motel de pernoctación” lo que importaba era crear un ambiente de tranquilidad, cosa conseguida con la disposición de la ordenación propuesta, en la que todas las habitaciones tienen vistas a zonas gratas y ajardinadas. La piscina, situada en el centro del complejo urbanístico, se destina al uso de clientes e, incluso, del público en general. Está rodeada de zonas ajardinadas, con su correspondiente pabellón de vestuarios, independizando a señoras y caballeros.
Un proyecto de especial calidad que presentaba una arquitectura claramente moderna en los años sesenta en nuestro país. Una renovación del concepto de hotel y sobre todo del lenguaje arquitectónico con claras influencias de la arquitectura moderna que se realizaba fuera de nuestro país en aquellas décadas. Carlos Sambricio decía del proyecto en el catálogo de la exposición sobre Lamela organizada en 2005. “Proyectar un hotel de carretera (un “motel”) era ciertamente un gesto de modernidad que rompía con los tradicionales encargos y abría puertas a un tipo de arquitectura más que novedoso. La novedad del programa y la voluntad por llevar al exterior la singularidad y modernidad del proyecto fue lo más singular de la propuesta del mismo modo que lo fueron los módulos circulares”. Un arquitecto con una trayectoria intensa en su vida profesional que tiene en Ciudad Real una obra ejemplar.