Buceando en Wikipedia contrasto y refrendo datos que conocía hace tiempo. Algunos, para evitar circunloquios o dar rodeos, los copio literalmente. Los reconocerán por lo habitual en estos casos, por el entrecomillado.
“Singin´ in the rain” es cine dentro del cine. Es más, aparte del enorme valor que tiene por sí misma, de su enorme importancia, es la que mejor, de manera más didáctica y divertida a la vez, amena, entusiasta y esclarecedora explica el tránsito del mudo al sonoro. Curiosamente se da la paradoja que “la actriz que en realidad canta y dobla a Debbie Reynolds sería Jean Hagen, la actriz a quien en la ficción dobla esta”.
Por otra parte, la escena clave, aunque todas así me lo parecen, pero diré que la más representativa, la que otorga santo, seña, identidad y título a esta producción Metro Goldwyn Mayer, auspiciada por el indispensable Arthur Freed, no estaba prevista inicialmente en el guion. En el primer borrador el numerito de Kelly, el paraguas y el aguacero, “iba a ser cantado por Reynolds, O´Connor y Kelly en su vuelta de la presentación de “El caballero duelista”. Durante su rodaje, el protagonista se encontraba con 39 grados de fiebre. Una leyenda común es que rodó la canción entera en una sola toma, gracias a varias cámaras situadas en diferentes lugares predeterminados, aunque en realidad la secuencia tomó 2-3 días. Otro supuesto mito es que la lluvia estaba hecha mezclando agua y leche… pero el efecto visual se consiguió, con dificultad gracias a juegos de contraluz”.
Y, por cierto, citando antes a la ficticia “El truhán real”, la producción de cine silente con la que se abre la función, se utilizarían fragmentos de “Los tres mosqueteros” protagonizada por el propio Kelly bajo las órdenes de George Sidney, el magnífico firmante de la divina “Scaramouche” y otro buen número de obras maestras.
Respecto a uno de los números que siempre me procura inmensa dicha y unas enormes ganas de saltar y caminar por el techo, “Make´em laugh” (“Haz reír”), cabe destacar que fue tal la manera en que el elástico Donald O´Connor se metió en situación, que tuvo que ser hospitalizado tras la filmación del mismo.
Y, en concreto, el que otorga título a la función, ese “Singing´in the rain” refleja como ninguna escena lo ha hecho a lo largo de la historia del cine la plenitud, el éxtasis, la dicha que supone estar enamorado.
Hablando de dichas, les aseguro que no exagero ni una miajita si afirmo rotundo que la felicidad que siempre me transmite cada vez que la reviso, y van más de treinta, es absoluta. Siempre que acabo de verla más ganas aún me entran de vivir, y de bailar, yo que soy un censo mezcla entre elefante y ganso mareados, de pisar charcos cuando llueve, de reír, de enamorarme de chicas burbujeantes, tan encantadoras y etéreas como Kathy Selden, de reafirmar una y mil veces mi amor por el Séptimo Arte.
A propósito de esto, contaba el hijo del gran Antonio Mercero, que cuando este ya estaba aquejado de alzheimer en su máxima expresión le ponían todos los días esta joya, porque era su película favorita y siempre le parecía que la veía/gozaba por primera vez. Bonito eh… dentro de la tristeza.
Todos, absolutamente todos sus números son magistrales, pero aparte de los dos anteriormente mencionados y detallados en su anecdotario, quiero señalar también otros tres muy especiales: el “The Broadway Melody ballet”, co-protagonizado por las “mejores piernas de Hollywood”, la excelente actriz y bailarina Cyd Charisse, haciendo parodia resplandeciente de la parodia de gángsters; el catártico y evocador “You are my lucky star” y el apoteósico y contagioso “Good morning”.
Las nubes es posible tocarlas desde suelo firme, aquí podrán encontrar su diáfana constatación. Si todavía alguien no la conoce, que no cometa el imperdonable pecado de continuar su existencia con ese lapsus. Es perfecta… y siempre lo será.