El Viña Albali Valdepeñas, y todo lo que le rodea, no olvidará este año 2019 que está a punto de finalizar. Se puede decir que ha sido el año de la transformación, de la consolidación y el de dar pequeños pasos que, por muy pequeños que sean, son agigantados.
Jugadores, cuerpo técnico, directiva y la marea azulona jamás abandonaron el barco de los sinsabores para dar la bienvenida a la temporada de la ilusión. Hablando de metáforas, se puede decir que este Viña Albali ha pasado de “jirafas a leones”, tal y como indica el bueno de David Ramos en reiteradas ocasiones. Unas jirafas que siempre tuvieron los pies en el suelo y la cabeza puesta en el objetivo de la salvación. Y unos leones reflejados en cuerpo técnico y jugadores, que siempre creyeron en un objetivo y que lucharon con uñas y dientes hasta conseguirlo.
El punto de inflexión
Tras conseguir la salvación ‘in extremis’ ante el Naturpellet Segovia y después de que un sector de la grada cargara contra Joan Linares por los movimientos de la anterior campaña, fue el campeón del mundo, sentado codo a codo con David Ramos, el que perfiló un nuevo proyecto que, gracias a las cuatro patas del banco, hoy está bien afianzado.
Con la renovación del comandante David Ramos, Joan y su cuerpo técnico perfilaron un proyecto que con la ayuda de Félix Solís y otros tantos, ganó muchos enteros. Coro, Dani Santos, Chino, Terry, Manu García, Juanan y José Ruiz fueron renovados como base de un proyecto en el que Edu, Pablo Ibarra, Álex García, Cainan, Nano, Buitre y Rafael Rato pusieron la guinda hasta formar una plantilla que mezcla a la perfección juventud y veteranía, y que sabe acatar las órdenes de un entrenador metódico, exigente y trabajador como es David Ramos.
El objetivo primordial era el de olvidar el sufrimiento, si bien, ni propios ni extraños podían evitar soñar con el sueño de la Copa. A punto de finalizar el año, la permanencia es una realidad virtual y la Copa de España es un sueño hecho realidad.
Para ello, el club dio pequeños pasos que en su día le condenaron. De hacer kilómetros y kilómetros y tener dos o tres sedes de entrenamientos se pasó a tener un hogar propio para dormir, descansar, entrenar y jugar. Pequeños detalles que, al fin y a la postre, han sumado para conseguir los objetivos propuestos.
Un matagigantes muy respetado
El Viña Albali Valdepeñas es un club respetuoso y respetado. Un humilde que se ha colado entre los grandes por méritos propios. Con la Marea Azulona como mejor afición de España, Valdepeñas puede presumir de ser una afición respetada y respetuosa. De ahí todos los elogios de los técnicos visitantes cada vez que comparecen en rueda de prensa. Y de ahí un premio que año tras año lo consiguen por goleada. Porque obras son amores y no buenas razones.
En esta primera vuelta que está a punto de finalizar, el Viña Albali Valdepeñas ha ganado, ha perdido y ha empatado, pero siempre ha competido en una liga que por algo es la mejor del mundo. Además, los de David Ramos se han ganado la vitola de ‘matagigantes’: empataron en el Parque Corredor contra un Movistar Inter, que, simplemente, se escapó vivo. Ganó ante ElPozo de Murcia en el Virgen de la Cabeza y tumbó a un líder Barcelona que llegaba con la etiqueta de mejor equipo del mundo en una victoria sin paliativos. Al final del año y de la primera vuelta, los azules son terceros en la tabla solo por delante de Barça e Inter. Un puesto increíble y sorprendente.
Motivos para soñar
Con toda la segunda por delante, Valdepeñas tiene motivos para soñar. De momento, acudirá a la Copa de España que se jugará en marzo en Málaga como un niño con zapatos nuevos, pero irá con los dientes y garras de un león que le ha caracterizado este curso. Luego, y ya con el objetivo de entrar en el play off por el título, acogerá con los brazos abiertos todo lo que se le avecine. Porque hay que recordar que este equipo ha pasado de jirafas a leones. Pero siempre soñadores.