Beatriz Lérida Maldonado (Valdepeñas, 15-8-2005) tiene dos casas. Una, de tres plantas, con barreras arquitectónicas y donde para acceder de una a otra sube y baja por sus escaleras. Aquí hace su día a día y vive desde pequeña. La otra casa apenas tiene escalones. Solo alguna rampa, un pódium para lanzarse y agua. Mucha agua. Apenas cinco corcheras separan las seis calles de la piscina climatizada de Los Llanos, en Valdepeñas. Esta es su segunda casa. Porque como bien reconoce esta promesa de la natación adaptada, “aquí me siento como pez en el agua”.
Beatriz es una persona singular y sin ningún tipo de complejos. Basta con preguntarle la edad para echarse las manos a la cabeza con la madurez con la que discurre la entrevista y para dar crédito de que apenas tiene 13 años. Se atreve a hablar, desde su humildad, de temas como el deporte, la discapacidad e, incluso, la igualdad. Piensa en el presente y sueña con el futuro, un futuro lleno de normalidad y plagado de éxitos. Porque, en plena adolescencia, el margen de mejora es grandísimo y la proyección es patente. Por eso, hoy piensa en la mínima para llegar a un mundial. Luego, sueña con unos Juegos Olímpicos.
Una enfermedad congénita
Beatriz Lérida entrena cada día a las órdenes de Ovidio Ferrón, del Club Natación Valdepeñas. Antes de su entrenamiento, la buena de Bea nos atiende a pie del agua mientras la piscina es un mero espejo. En medio del silencio y con un ligero olor a cloro, esta nadadora no esconde su prótesis de la pierna derecha, una prótesis de última generación que le trajeron los Reyes Magos esta pasada Navidad. Su pierna derecha está amputada justo por encima de la rodilla. Su pie izquierdo, por una maldita malformación, tiene aspecto de pinza de cangrejo donde apenas tiene dedos ni planta del pie que le permitan apoyar con total normalidad. Pese a ello, domina perfectamente el equilibrio. Una agenesia de tibia en la pierna derecha terminó con la solución menos mala posible: una amputación cuando apenas tenía 18 meses después de recorrer varios hospitales del país. Era la mejor solución para evitar el caso del miembro fantasma. Ella ha crecido con eso y forma parte de su vida. Además, cuando quiso tener uso de razón, la prótesis ya era su compañera de vida.
“Al nacer, sufrí una agenesia de tibia en la pierna derecha y una malformación en el pie izquierdo. Obviamente, tengo limitaciones para correr, para subir y bajar escaleras o para subir una cuesta muy empinada, pero más o menos me desenvuelvo bien. Conforme voy creciendo, me da igual porque lo veo como algo normal. Además, creo que podré llevar una vida normal y, si no, la adaptaré a mis posibilidades, y ya está”, explicaba con entereza Beatriz Lérida.
Un día a día con total normalidad
A las 7:30 de la mañana suena el despertador de Beatriz. Después de arreglarse y ponerse en orden va al instituto como cualquier hija de vecino. De 8:30 a 14:30 horas combina las clases donde está a punto de terminar 2º de la ESO. No saca demasiados sobresalientes o matrículas de honor, pero bajar del 6 le molesta y se mosquea. Pese a todo, el expediente académico es ejemplar.
Allí, en el instituto, es una más de la comunidad educativa. Si hay que subir mesas o bajar sillas, esta adolescente es la primera. Incluso afirman algunos de sus docentes que se les olvida que Beatriz tiene una discapacidad. De hecho, el ascensor parece estar para otro tipo de cosas. “Tenemos ascensor en el instituto y yo lo tengo a mi disposición, pero prefiero ir por las escaleras con mis amigos y mis amigas”, reconoce.
Cuando suena la sirena, Beatriz Lérida sale escopeteada de clase para comer rápido e irse a hacer lo que más le gusta: nadar. Más o menos entrena una media de dos horas diarias durante cinco o seis días. Luego, repone las pilas merendando y se pone al día de sus tareas y sus estudios. Por último, cena y descansa consciente de que tan importante es el trabajo bien hecho como la recuperación.
Cuestionada por la típica pregunta de qué quiere ser de mayor, Bea lo tiene claro: “quiero ser fisioterapeuta o algo relacionado con el deporte, porque lo quiero llevar todo por el mismo lado. De una manera u otra quiero entrar en la selección española”, comenta entre risas.
SUS OBJETIVOS Y SUS SUEÑOS |
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Beatriz Lérida sabe muy bien lo que son los objetivos reales y lo que son los sueños. A veces, no diferencia muy bien el uno del otro, sino más bien, habla de objetivos y sueños como una cuestión cronológica: primero los objetivos y luego los sueños. En cuanto a objetivos, la nadadora valdepeñera tiene muy claro cuál es el suyo; “lograr la mínima para el Mundial de septiembre en Londres. Además, el año que viene hay Juegos Paralímpicos en Tokyo y si no pudiera ir a Tokyo quisiera ir al Europeo, y si no al año siguiente o al otro, pero no decaer en el intento”. Además, con la madurez impropia de una niña de 13 años, Beatriz aseguraba que “me veo con posibilidades, pero ahora mismo no. Soy demasiado joven y creo que tengo mucho margen de mejora”. Por otro lado, hablando de sueños, la valdepeñera sueña con “conocer a algún deportista famoso como Mireia Belmonte o Michael Phelps, pero sobre todo a Mireia, porque es un ejemplo para mí de trabajo, constancia y sacrificio”. Sin embargo, admitía que “me veo reflejada en Nuria Marqués, una nadadora paralímpica”.
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El club, su otra familia
El Club Natación Valdepeñas es como su otra familia. A los 4 años, ya empezó a nadar en sus primeros cursillos, y no fue hasta los 7 años cuando entró en el club. Allí tiene Beatriz a grandes compañeras y compañeros y muy buenos amigos. De hecho, en el momento de la entrevista, uno a uno desfilaban saludando con ironía y bromas a esta nadadora. “¡Venga! No te escaquees tanto y ponte a entrenar”, espetaba con gracia su gran amigo Carlos. “Si sabes que enseguida te cojo…”, respondía entre risas Bea. Se palpaba un muy buen ambiente.
“Depende del día, metemos más caña o menos caña, es decir, si nadamos más metros, lo hacemos con menos intensidad. Si nadamos menos metros, lo hacemos con una mayor intensidad. A veces, trabajamos todos los estilos, pero hay días que no”, explicaba la deportista valdepeñera, mientras reconocía que “mi estilo favorito y mi especialidad es la espalda. Me gustan mucho los 400 metros espalda e incluso los 800. Lo que menos, quizá, sea el 100 braza, pero es un estilo que estamos machacando mucho y que tengo que empezar a mejorar”.
En este sentido, confesaba que “el 100 espalda es el objetivo primordial a corto plazo ya que estoy detrás de la mínima para ir al Mundial en piscina de 50 metros, pero la marca está en 1 minuto y 16 segundos y cuesta mucho bajar los tiempos”.
Salir… ¡a nadar!
Beatriz Lérida no se cansa de decir que la natación “es deporte, diversión y todo un hábito de vida saludable porque trabajas el cuerpo y la mente”, pero también se encarga de matizar que “es esfuerzo, dedicación y sacrificio”.
Sin embargo, algunos fines de semana, Bea prefiere salir a nadar con alguna amiga a salir a la plaza a comer pipas. “Muchas veces no puedo salir con mis amigos por estar entrenando o compitiendo, es decir, que es algo que lleva mucha dedicación y muchas horas, pero a veces prefiero o me apetece más entrenar a salir con los amigos”, indicaba.
Igualdad
En plena adolescencia y con buena parte de razón, Beatriz no se escondía a la hora de hablar de igualdad en el deporte. Más bien abogaba por el sentido común y por no rizar el rizo. “Quizá antes, que no es mi caso, discriminaban más a la mujer, pero de un tiempo a esta parte se está luchando más por la igualdad en todos los ámbitos. Ahora bien, hay cosas de cajón que por mucho que nos empeñemos no vamos a cambiar. El fútbol siempre ha sido un deporte mayoritariamente masculino y la gimnasia rítmica, casi siempre, femenino. Es decir, hay deportes que se distinguen muchas veces, e incluso de manera inconsciente, por el sexo, pero no importa que lo practique el otro sexo. El deporte está para disfrutar. Esa es mi idea sin mirar ni raza, ni sexo ni condición alguna”.
En este sentido, hablando de marcas en este enfoque de género, de nuevo opinaba sin tratar de rizar el rizo. “Es evidente que los hombres tienen más potencia muscular que las mujeres, por lo tanto los tiempos tienen que ser distintos porque un hombre tardará menos en hacer los 100 metros que una mujer, simplemente por su constitución y por su fuerza”.
Por último, Beatriz Lérida reconocía que “me siento apoyada en todos los aspectos por las instituciones, tantos regionales, como provinciales o locales. Por suerte, cada día son más las empresas que apuestan más por el deporte, por la mujer y por las personas con discapacidad y no queda otra que mostrar nuestro agradecimiento”.
Adaptados y regulares
Para diferenciar una competición de otra, Beatriz y su entrenador se refieren a las competiciones como adaptados y regulares. Si compite con gente con discapacidad, hablamos de natación adaptada. Si compite con personas sin discapacidad, hablamos de regulares o convencionales.
“Muchas veces me conformo con no acabar la última”, comentaba entre risas la buena de Beatriz. Pero a la hora de hablar en serio, esta nadadora valdepeñera aseguraba que “si yo compito en un Provincial o Regional con los regulares es porque hago una marca mínima sin tener en cuenta ninguna discapacidad”, algo que dice mucho de los buenos números de Bea.
A punto de cerrar la temporada
Desde que arrancara el pasado mes de julio, la temporada de natación está a punto de llegar a su fin, pero todavía, Beatriz Lérida tienes varias pruebas pendientes de cara a rellenar su futuro.
El 8 de junio competirá en La Roda en un tornero de natación convencional. El 15 y 16 de junio viajará a Canarias al Campeonato de España de natación adaptada por clubes. A la siguiente semana, el 23 de junio, Beatriz participará en el provincial de natación convencional para, quince días después, hacer lo propio en el Regional y donde tiene la mínima.
OVIDIO FERRÓN, SU ENTRENADOR: “ES UNA CHICA CON UN POTENCIAL TREMENDO” |
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Ovidio Ferrón es el entrenador del CN Valdepeñas. Con unos cuantos años de experiencia a sus espaldas, Ovidio conoce muy bien a los niños y adolescentes. También es padre, ante todo, pero conoce a todos sus pupilos como si fueran sus propios hijos. “Una persona que se esfuerza y sacrifica por venir a entrenar, al final es una buena estudiante. Es algo que va de la mano. Al tener tantos compromisos, hobbies, pasiones u obligaciones se organizan mejor el tiempo y son capaces de rendir en todo. Curiosamente, la persona que entrena un día, falta una semana y luego aparece o se borra, al final las notas no son muy buenas. Eso sí, yo les tengo dicho que lo primero son los estudios, pero hay chicos y chicas que saben muy bien priorizar y gestionar su propio tiempo”, explicaba el entrenador. Por otro lado, personalizando en Beatriz Lérida, Ovidio aseguraba que “es una chica con un potencial tremendo y conseguirá lo que ella se proponga porque al final todo está en su mano. Si ella quiere, trabajará, entrenará y se esforzará por llegar a un mundial. No hay que olvidar que es muy joven y que tiene mucho margen de mejora, pero siempre, con los pies en el suelo”.
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