Al enfermero Darío Rodríguez y al médico Ricardo Valle les une ya una aventura conjunta en el Rally Dakar, la primera de las muchas que ambos esperan continuar viviendo en esta gran carrera del motor, considerada como la más dura del mundo. Ambos ya se conocían desde hace tiempo y habían trabajado juntos en la UVI Móvil de Ciudad Real y en el Helicóptero médico. Pero ahora esa amistad y ese conocimiento mutuo ha adquirido todavía más fuerza al formar pareja este mes de enero en la prueba celebrada por segundo año consecutivo en Arabia Saudí, ambos dentro de los servicios sanitarios de la organización.
A ese Rally Dakar los dos acudieron con distintas emociones y tensiones. Darío es ya un ‘veterano’ en la prueba, un ‘Dakar Legends’, como se diría entre los pilotos, ya que ha cumplido en este 2021 su décima participación casi de forma ininterrumpida en los últimos años. Para Ricardo, por contra, era su debut. Un estreno que fue, precisamente, alentado por el propio Darío ante las bajas que hubo en el servicio sanitario y que permitió su gran currículum médico, lo que le llevó a ser elegido por la organización.
“He vuelto con una sensación muy positiva. He aprendido muchas cosas, me ha servido de formación y ha sido una gran aventura”, expresa Ricardo tras esa primera experiencia en el Rally Dakar. Esa ‘veteranía’ ya la llevaba Darío en su mochila cuando ambos viajaron a finales de diciembre hacia Arabia Saudí y ahora el enfermero de Saceruela regresó “con ganas de más”. “Se nos ha dado muy bien. Para que se dé bien el Rally, yo considero que teníamos que cumplir todas las misiones que nos mandaban cada día. Sitios a los que muchas veces no es fácil llegar, hay que hacer pistas, arenas, dunas para llegar a ellos. Haberlo hecho todo, haber salido airoso de todas estas circunstancias y luego haber hecho la misión, supone para mí que ha sido un Dakar superpositivo. Todo lo hemos hecho”.
Darío y Ricardo han formado el tándem manchego en el T2, un todoterreno totalmente medicalizado en el que han convivido durante todas las etapas las dos semanas del rally. Una convivencia de un exigente trabajo, especialmente dedicado a la labor de apoyo y de vigilancia médica por si surge cualquier problema, que, en esta carrera, son frecuentes, algunos de ellos graves y con fallecimientos. “No hemos tenido ningún gran accidente. Nuestra tarea ha sido más la de recuperar a pilotos que iban en la última fila, darles agua y bebida para evitar la deshidratación. Si habían sufrido alguna pequeña caída y les dolía algo, le dabas paracetamol, ibuprofeno… Han sido cosas de menos riesgo”, explica Darío.
De hecho, en su debut Ricardo reconoce que esperaba un poco más de acción a nivel de medicina y de traumatología, algo que no tuvo tanto y sí que se encontró con un duro trabajo “más en la tarea de aventura, de navegación, de llegar a los sitios, estar allí, convivir con la gente y controlar a todos los pilotos, algunos iban extenuados”. Porque algo que le ha llamado mucho la atención al médico de la UVI Móvil de Puertollano y del Helicóptero de la Base de Almagro es “que compiten pilotos de todas las edades y con objetivos muy distintos. Hay como dos carreras, los que van a ganar y los que van a acabar y a vivir la experiencia; entre estos últimos había un gran ‘feeling’ y se ayudaban mucho”.
Sobre estos pilotos ‘aventureros’, Ricardo recuerda como anécdota a uno de Botswana que siempre ocupaba la última posición: “Teníamos la obligación en los controles de determinar si podía seguir, porque lo mismo le quedaban 150 kilómetros solo y por la noche con una moto y en dunas. Teníamos que asegurarnos de que podía ser capaz de completar la etapa”. Ese era un aspecto más en el trabajo del tándem dentro de los servicios sanitarios: revisar y controlar a los participanntes. “Ahora, con los nuevos airbag, muchos se caían y podían seguir. En nuestro punto de control te lo decían, pero no se hacían daño. Les revisabas que estuvieran bien para poder seguir”.
Muchos son los factores que hacen del Rally Dakar una total aventura. Algunos son positivos, para el disfrute. Otros son todo lo contrario, como las condiciones de frío que pasaron sobre todo en los primeros días (y eso que es el desierto), las pocas horas de sueño o los problemas que pueden pasar a la hora de llegar a los puntos señalados. Pero lo peor vivido fue para Darío un fallecimiento en la carrera por accidente, el del francés Pierre Cherpin. “Siempre que hay una tragedia así nos deja a todos un vacío, piensas qué más se podía haber hecho. Fue una sensación que ya sentí varias veces. Se han hecho muchas cosas por la seguridad, pero hay que seguir tratando de mejorar”.
Ese accidente, en la etapa 7, pilló a unos 50 kilómetros a ambos. Mandaron al helícoptero, pero Darío recuerda que desde la organización se les pidió testear el estado de los pilotos, sobre todo el de Francisco ‘Chaleco’ López, el primero en socorrer a Pierre Charpin, que fallecería días después en el hospital. “Estaba nervioso, agitado. Fuimos a verlo y creo que le vino bien visitarlo y conocer una cara conocida, porque a mí me conocía, para tener más tranquilidad, desahogarse, contarme cómo fue. Fue información muy buena que nos dio para transmitir nosotros luego al centro de mando. Ese apoyo, esa presencia nuestra con esta gente que se está batiendo el cobre contra un reloj, contra el desierto y la arena, el sentir tu cercanía, a ellos les hace sentir seguridad. Necesitan sentirse así para salir a dar gas”. Un claro ejemplo de la importante labor que realizan, al margen de la atención sanitaria.
Para Ricardo fue la primera tragedia vivida en el Rally. Pudo pasar también en otra caída, la del piloto Chunchunguppe Shivashankar que sufrió un fuerte traumatismo en la cabeza, aunque pudo luego recuperarse. Sobre el día del accidente de Pierre Charpin, recuerda que “a través de la radio vas oyendo lo que va sucediendo y éramos conscientes de lo que estaba ocurriendo. Además, en esos momentos los corredores te van preguntando. Todos estaban muy preocupados”.
Ricardo no recuerda un día malo, al margen de ese frío y esa lluvia que no esperaba. Sí que se quedó con las dificultades de la conducción, los primeros días sin caminos y gracias a la navegación, y después sobre las dunas, con entre 700 y 800 kilómetros a diario para alcanzar los puntos: “Pensaba que el coche se iba a hundir, pero no. Me llamó mucho la atención conducir en distintos tipos de terreno y la navegación”.
Por eso, otra cosa que le sorprendió mucho en la carrera, más todavía como amante del motor, “fueron los camiones, la manera de retorcerse, de navegar… Los veías subir y bajar dunas con una potencia tremenda. Pasaban a nuestro lado con una velocidad increíble, tanta que al principio me daba la sensación de susto, de que no iban a poder controlar el vehículo”.
Peterhansel y Benavides, los ganadores
En lo deportivo, el francés Stéphane Peterhansel, en coches, y el argentino Kevin Benavides, en motos, fueron los vencedores de este 43º Rally Dakar de Arabia Saudí, con Carlos Sainz tercero en coches. Precisamente, una de las muchas anécdotas que dejó la carrera a los ciudarrealeños tuvo como protagonista al argentino: “El día 5 estábamos ayudando a los compañeros que ponían sellos en el control de paso. Llegó Kevin Benavides, que había sufrido un golpe tan fuerte de su cabeza y casco contra la torre del roadbook, que lo averió. Me dijo que podía continuar y le vi perfectamente, sabiendo que 30 kms más allá tenía que parar obligatoriamente quince minutos para echar gasolina, con la premisa de que le revisaran allí. Con el roadbook roto, estaba casi sin navegar, siguiendo las roderas de otros. Pensábamos que lo mismo no iba a poder llegar. No solo llegó, sino que luego ganó el rally”, relata Darío.
A Peterhansel le llaman ‘Monsier Dakar’, un piloto que se coronó por 14ª vez en el Dakar, con seis títulos en motos y ocho ya en coches. “Lee la carrera como nadie, sabe que no hace falta ir a todo gas todos los días. Algunos sí, pero otros hay que saber gestionar la distancia”, dice Darío, que a la vez se muestra algo crítico con las palabras expresadas por Carlos Sainz tras una etapa en la que cedió mucho tiempo al perderse por el desierto, señalando que “esto no es el Dakar, es una yinkana”. “Su declaración no gustó. Sé que ha rectificado intentando ver que la carrera ha cambiado buscando lo que es el origen y tendrá que adaptarse a este formato original”.
No en vano, Darío explica que ahora la organización “busca un Dakar como los de antaño, en lo que prime la navegación. Antes se entregaba el roadbook los días antes y mediante aplicaciones los grandes equipos buscaban el mejor trazado para hacerlo más fácil. Ahora se entrega justo antes de salir, con una navegación más difícil, para que se prime la capacidad del piloto y copiloto para navegar. Eso, además, disminuye la velocidad y el riesgo de accidentes”.
Junto a los pilotos
Polémicas aparte, la posibilidad que permite el Rally a todos sus participantes y miembros de la organización es la de compartir experiencias cada día sobre la etapas, este año dentro de la ‘burbuja’ anti COVID-19. Eso lo pudo vivir por primera vez Ricardo junto a algunos de sus grandes ídolos de siempre: “Es otra parte muy buena del Rally, el poder disfrutar de los pilotos en las salidas, llegadas, en momentos de descansos y relax”, refleja y comenta que la mayoría de ellos “son muy cercanos”, casos de Nani Roma, Nasser Al-Attiyah, un grande que fue segundo en motos, o la gran unión que tuvieron con los conquenses Manolo Plaza y su hija Mónica, o con los pilotos de camión Jordi Juvanteny o José Luis Criado. “Esperaba a unos pilotos más distantes, pero no fue así. ¿Con Carlos Sainz? Sí que cruzamos algún saludo y algún comentario. Él parecía más distante, porque está muy centrado en lo que hace. Creo que le cuesta bajar al relax”.
Otra anécdota que trajo esta edición del Dakar fue la discusión entre el piloto Ricardo Camilo y su copiloto Xavi Blanco, que llegó al punto de que este último fue abandonado por su compañero en el desierto en mitad de una etapa. “A nosotros no nos ha pasado eso”, bromea Darío. Todo lo contrario, el enfermero se llena de elogios hacia Ricardo Valle: “Profesionalmente es un crack, un número 1, pero es verdad que aquí había que adaptarse a lo que vas sufriendo en carrera, a las condiciones, a que duermes poco, a tu compañero… Nos conocemos de hace tiempo y todo lo hablamos antes para anticipar esos problemas. Como los dos somos agua y nos adaptamos a cualquier recipiente, lo hemos llevado muy bien”.
También Ricardo destaca al que Darío ha sido su ‘guía’: “Me he dado cuenta de que él es una referencia allí, toda la gente le preguntaba a él, y cosas también sobre logística, cómo llegar, cómo buscar coordenadas… Todos a nivel organización le conocen y más fácil que lo he tenido con él sería imposible”.
Ambos se han quedado con ganas de volver, Darío a por su undécimo, y Ricardo, a por su segundo. Es lo que tiene esta aventura del Dakar, que pica. Y más sobre todo si se hace en buena compañía. Porque los dos sanitarios ciudarrealeños estarían encantados de repetir la prueba, y si es juntos, mucho mejor. A finales de este año 2021 lo sabremos.
AHORA, LA DURA ‘CARRERA’ CONTRA EL VIRUS |
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Días después de volver de Arabia Saudí, tanto Darío como Ricardo ya están en sus puestos de trabajo. “Hay que volver a la batalla, hacer lo que sea por la gente”, asegura Darío, que recuerda cómo cuando partió hacia el Dakar, el 28 de diciembre, “la cosa con el virus no estaba tan mal, pero se preveía que se iba a poner como ahora tras las navidades”. “Yo disfrutaba allí en el Dakar haciendo una labor muy buena, pero estaba en parte deseando venir, porque no quería que estuvieran mis compañeros ‘solos’. Quería aportar mis manos y mi trabajo para ayudar a parar esta tercera ola, que tanto se ha desmadrado. En parte quería volver para echar una mano. Ya me pasó cuando cogí el virus en marzo y me sabía mal estar parado mientras mis compañeros se batían el cobre”, cuenta el enfermero de la UVI Móvil de Ciudad Real y confía en que “lo pararemos una vez más, no solo nosotros, sino con la ayuda de la gente”. Por su parte, Ricardo Valle, en la UVI Móvil de Puertollano y en el Helicóptero de la Base de Almagro, también explica ese contraste que ha sufrido en pocos días: “Allí estás allí en un ambiente distinto, con mucho trabajo, pero también de disfrute. Ahora vuelves con el COVID fatal, la ola de frío, las restricciones…Tenemos que adaptarnos y ayudar lo que podamos aquí”, sentencia. |