El fortalecimiento del sector a través de la mecanización es el principal reto por el que Valentina Cabra, la flamante presidenta de la Fundación del Consejo Regulador de la DOP Azafrán de La Mancha, trabajará en el nuevo mandato que ha iniciado la entidad tras el proceso electoral celebrado hace mes y medio.
Cabra tiene 53 años y es productora de Madridejos. En declaraciones a Lanzadigiral se muestra feliz por ser la primera mujer en haber accedido al cargo, a la vez que presume de su equipo en el patronato, de gran bagaje, que les permitirá “seguir trabajando en la defensa, garantía, investigación y desarrollo del Azafrán de la Mancha”. La promoción será otro de los objetivos de su hoja de ruta, centrada en combatir las debilidades del sector en la zona de cultivo de la Mancha -con 335 municipios de la región, toda la provincia de Albacete, 38 municipios en Ciudad Real, 173 en Cuenca y 38 en Toledo-, como es la atomización de los productores y la falta de relevo generacional.
“La profesionalización significa vivir de ello y va de la mano de la mecanización”, aclara, dado que se trata de un cultivo copado por la mano de obra y necesita la innovación para la evolución del sector. Hacen falta equipos más eficientes para el soterrado (ya existen) y sacado (utilizan la vertedera) de los cormos, y nuevos para la recogida y la monda de la rosa del azafrán.
Las máquinas para enterrar los bulbos son muy básicas, recuerda Cabra, construidas por los propios agricultores, mientras que el resto del proceso “es a mano”.
Ante este reto, Cabra se pregunta “si tenemos que adaptar las máquinas al sector o el sector a la máquina”, dadas las dificultades para cortar la flor en la explotación si tiene esparto o para realizar la delicada tarea de separar los tres estigmas. “La profesionalización significa poder vivir de ello y pasa por la mecanización, que, a su vez, conllevaría un aumento de tierra cultivada”, reitera la presidenta de la DO Azafrán de La Mancha.
La implicación de los productores también “es importante” porque “somos un sector muy pequeño”, y por ello Cabra celebra las nuevas agrupaciones de productores, que están dando los primeros pasos para fortalecer el manejo y procesado en cooperativas para poder impulsar un centro de transformación dotado de tecnología donde los agricultores puedan llevar sus flores para extraer y procesar el azafrán.
También son prioritarias líneas de investigación en sanidad vegetal de los cormos, afectados por enfermedades fúngicas, y el impulso de la certificación del bulbo de Castilla-La Mancha (solo existe el de Países bajos), para una producción “segura y sana”. Es una de las necesidades que trasladarán a Julián Martínez Lizán, consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, con quien han solicitado una reunión “todavía sin respuesta”.
Cultivo
Respecto al desarrollo del cultivo en la actual campaña, Cabra señala que como la planta está soterrada “no vemos cómo está”, aunque si no llueve en agosto “habrá que dar un riego de apoyo a finales de mes o en septiembre” que “encarece todavía más los costes”.
Los rendimientos por hectárea (hay unas 1.500 ha en el marco de la DOP) “son muy variables”, con un promedio de entre 10 y 15 kilos, una proporción a la baja, al igual que la producción, en gran parte por la sequía.
En concreto, la campaña de 2022 en la zona de producción del Azafrán de La Mancha finalizó con 462,15 kilos recolectados, un 22% por debajo de la media de los 600 kilos, pero un 26,25% por encima de la de 2021, con 346,86 kilos, la cifra más baja desde que existen registros.
Por ello, “hay que incentivar que los jóvenes se acerquen al cultivo y siembren”, insiste Cabra, pues, de lo contrario, “se va a quedar testimonial o residual”.
Promoción
También es importante la promoción del producto certificado, comenta Cabra, que llevan a cabo desde distintos frentes, con acciones impulsadas por la Asociación Caminos del Azafrán, el propio Consejo Regulador y el Museo del Azafrán.
Centrados en la figura de calidad -es la única especia que dispone de este reconocimiento a nivel nacional-, “se han ido conformando rutas y caminos que se presentaron en Fitur como una experiencia única”. El objetivo es que “la gente vea atractivo el cultivo y el producto, no solo por las bondades como especia culinaria, sino para conocer de cerca los campos y admirar lo que hay alrededor, en los pueblos de raigambre azafranera, como sus tradiciones y gastronomía”.
Son visitas que a veces se complican, reconoce Cabra, por el ciclo del propio cultivo, con la flor que sale y se recoge a diario en temporada y, sobre todo al principio, “sin saber cuándo va a florecer”.
La flamante presidenta de la DOP ‘Azafrán de La Mancha’ destaca, en esta línea, la vinculación del llamado cultivo “del pobre” (porque no precisaba de mecanización) a la idiosincrasia de Castilla-La Mancha y al arraigo intergeneracional. “Está muy ligado a las familias y, por ello, tenemos que empezar a verlo como un cultivo rentable para que los productores puedan vivir de ello”.
De hecho, el azafrán es la especia más valorada del mercado. El calificado con la DO Mancha tiene en la actualidad un valor en origen de 4.500 euros el kilo, informa Cabra, que sube en el precio de venta al público, donde se mueve entre los 8 y los 10 euros el gramo.