Un análisis realizado por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha concluido que la práctica de ejercicio físico podría tener efectos positivos en la sintomatología de las personas que padecen esquizofrenia. El estudio, basado en la evaluación de las vivencias de los participantes, ha respaldado los beneficios físicos, mentales y sociales que conlleva el ejercicio físico en la gestión de la esquizofrenia.
La universidad ha emitido un comunicado en el que informa que un equipo compuesto por miembros de la UPV/EHU y el Hospital Psiquiátrico de Álava ha investigado las experiencias subjetivas de individuos que padecen esquizofrenia y que han seguido un programa de ejercicios diseñado para mejorar su salud. tanto físico como mental.
El programa se ha enfocado exclusivamente en personas con esta enfermedad, con el argumento de que “centrarse en una única población clínica pone de relieve el papel específico de la actividad física en el manejo y tratamiento de la enfermedad”.
Se recuerda que la esquizofrenia es un trastorno neuropsiquiátrico crónico y complejo que afecta aproximadamente a 24 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Además de su impacto en la calidad de vida de los afectados y sus familias, la enfermedad conlleva el estigma y la discriminación social.
El grupo GIKAFIT (Gizartea, Kirola eta Ariketa Fisikoa Ikerkuntza Taldea) de la UPV/EHU, en colaboración con el Hospital Psiquiátrico de Álava y la Universidad de Deusto, ha llevado a cabo un estudio liderado por Sara Maldonado-Martin y Mikel Tous-Espelosin .
El objetivo era investigar si se producían mejoras en el bienestar general, abordando “la carencia de enfoque en grupos uniformes de pacientes y brindando voz a las personas que viven con esquizofrenia para conocer sus vivencias personales”. Tous-Espelosin ha señalado que “se ha notado que el ejercicio físico está teniendo efectos sumamente positivos en distintas poblaciones vulnerables en términos de salud”, y ha destacado que “no solamente contribuye a mejorar la condición física, sino que también puede tener un impacto positivo en otros aspectos relacionados con la enfermedad”.
“La esquizofrenia tiene tres tipos de síntomas: los positivos, negativos y cognitivos. Los positivos pueden ser delirios o alucinaciones y normalmente con la medicación pueden ser tratados. Para los síntomas negativos (la tristeza, la falta de energía o la apatía) no hay medicación, pero gracias al ejercicio físico podría llegar a mejorarse ese tipo de sintomatología”.
En este contexto, ha explicado que el ejercicio físico actúa como “un regulador cerebral que promueve un aumento en la expresión de ciertas proteínas, mejorando la plasticidad cerebral en sí. Esto conlleva a adaptaciones funcionales y estructurales en el cerebro que se relacionan con mejoras en el aprendizaje, la memoria y las funciones cognitivas”.
Terapia para la esquizofrenia basada en el ejercicio físico
Las personas que participaron en el estudio y fueron diagnosticadas con esquizofrenia se sometieron a un programa de ejercicio físico concurrente de alta intensidad, que consistía en una combinación de entrenamiento aeróbico y un circuito de fortaleza y resistencia, llevado a cabo fuera del entorno hospitalario durante un período de cinco meses, tres veces por semana.
La información cualitativa se recolectó mediante entrevistas individuales semiestructuradas, que se organizaron y analizaron utilizando un enfoque temático. Antes y después de la participación en el ejercicio físico, se realizó una entrevista de alrededor de 35 minutos en la que se indagaba acerca de sus experiencias previas con el ejercicio físico y si habían seguido practicándolo debido a la enfermedad.
“Cuando empezaron el programa, les preguntábamos sobre sus sensaciones, y una vez finalizado, qué beneficios sintieron. Los hallazgos de esta investigación respaldan el uso estratégico del ejercicio físico como parte del tratamiento y mantenimiento de la salud holística en personas con esquizofrenia. El ejercicio físico puede ser un tratamiento coadyuvante puede ayudar al propio tratamiento farmacológico”, ha señalado el investigador de la UPV/EHU.
Los hallazgos del estudio evidencian que los pacientes consideran que el programa de ejercicio físico fuera del entorno hospitalario podría ser un complemento “altamente aceptado y provechoso” en comparación con su tratamiento habitual, y demuestran que el ejercicio físico les ha ayudado a desconectar mentalmente de sus problemas.
“Este estudio es una caracterización real de lo que les sucede y sienten las personas con esquizofrenia cuando realizan ejercicio físico de manera correcta. Lo ideal sería que en los hospitales psiquiátricos existiera la figura de la persona educadora físico-deportiva con la que pudiesen llevar a cabo un programa de ejercicio físico diseñado y supervisado de manera correcta, por eso nos gustaría agradecer al Hospital Psiquiátrico de Álava por haber confiado en nuestra figura”, ha concluido el investigador.