No soy músico, lo reconozco. Tampoco lo pretendo. Mi relación ‘seria’ con la música no va más allá del solfeo que aprendí de joven y unas cuantas canciones inventadas en mi época de estudiante para algunos ‘concursos’ de la residencia en la que viví mientras cursaba la carrera. Por lo demás, son un buen aficionado a la música, aunque ahora no es momento entrar en mis estilos favoritos.
Sin embargo, sí quisiera ‘analizar’ la música que he podido escuchar esta tarde en el auditorio del conservatorio Marcos Redondo. A priori, no era más que uno de los conciertos que todos los años se nos ofrecen por estas fechas. Pero hoy me ha resultado algo más singular que otras veces.
Antes de nada, tengo que decir que la calidad los músicos que se están destilando en ‘nuestro’ conservatorio es máxima, espectacular, con un profesorado de lo más competente y exigente. Pero hoy nos han sorprendido a todos. Las piezas que hoy han sonado han llenado de ilusión a todos los asistentes.
Pero me estoy refiriendo en concreto a la pieza principal que han interpretado la banda y el coro. Ha sido una narración musicalizada de la historia de los Tres Reyes Magos que ciertamente ha calado en un público generosamente entregado. Y es que, gracias a su música, a sus textos, a sus voces nos han hecho caer en la cuenta de que existe la Navidad.
Escucharla quizá nos haya trasladado a una Navidad más tradicional, -obsoleta que dirían otros- pero llena de nostalgia, de alegría, de esperanza y de positivismo. De todos estos ingredientes está necesitada nuestra sociedad moderna, individualista, cerrada y triste.
Sin embargo esta tarde hemos podido vibrar y disfrutar con una sencilla historia, una historia que todos creemos conocer pero que ha estado acompañada de una musicalización exquisita, con un coro maravilloso y una dirección entusiasta. Y he caído en la cuenta de que aquí, en Ciudad Real, la Navidad también existe.
Feliz Navidad
*Arquitecto