Plaza de toros de Bolaños de Calatrava (Ciudad Real). Corrida de toros mixta. Festejo homenaje a Jose Ruiz Baos “Calatraveño”. Media entrada.
Se lidió un novillo (primero) y un toro para rejones (segundo), y cuatro toros para lidia a pie de Víctor y Marín. Desiguales de presentación. Primero venido a menos. Segundo noble pero sin entrega. Toreable el tercero aunque le faltó humillar más. Muy manejable el cuarto. Venido a menos el quinto. Bueno el sexto.
El rejoneador Miguel Moura: rejón casi entero caído (oreja); rejón entero caído (oreja).
Víctor Puerto (de rosa palo y oro): estocada entera y descabello (oreja); dos pinchazos y estocada entera arriba (oreja).
Fernando Tendero (azul marino y oro): estocada entera caída (oreja); más de media muy tendida (oreja).
Los hijos de Calatraveño y los toreros actuantes recibieron placas conmemorativas antes del inicio del festejo. Roque de Vega y Miguel Ángel Ramírez saludaron tras banderillear al sexto. Los tres toreros salieron a hombros.
La emotividad presidió el festejo homenaje al torero más popular de los últimos tiempos (muchas décadas) en la provincia de Ciudad Real, el cual se saldó con la salida a hombros de la terna mixta actuante.
Sin embargo, siendo importante lo ocurrido en el ruedo, hubo un claro protagonista ausente como fue el bueno de Calatraveño, fallecido a comienzos de año por un accidente fortuito e inesperado. Acaso todos lo sean, pero éste más. No obstante, José estuvo perfectamente representado en las personas de sus hijos José Manuel y Enrique, quienes recibieron sendos brindis de Víctor Puerto (a cuyas órdenes actuaba su padre el día que se produjo la lesión que le apartó definitivamente de los ruedos) y Fernando Tendero.
Cabe señalar que los ejemplares de Víctor y Marín lidiados en Bolaños no se comieron a nadie, y en algún caso, se dejaron mucho, sobre todo los que saltaron en tercer, cuarto y sexto lugar. No son pocas las corridas de hierros de más renombre que no superan al juego ofrecido ayer por los ejemplares criados en la finca ciudarrealeña de Pinos Bajos.
Empezó el festejo con una lidia correcta y algo fría de Miguel Moura por la que recibió una oreja. En el cuarto, que tuvo más motor, hubo algo más de chispa, matando de manera fulminante aunque con un rejón de colocación deficiente. El rejoneador portugués repitió el premio de una oreja.
El primero de Víctor y Marín en lidia a pie se dejó mucho con el capote; sin terminar de humillar, pero permitió a Víctor Puerto dejar patente su calidad como capotero. Siguió sin entregarse el toro fernanduco en el último tercio, y además pronto se le acabó el depósito de casta. Víctor le dio sus tiempos, se colocó dándolos de uno en uno, y no perdió el buen talante a pesar de la falta de colaboración.
El segundo del lote de Víctor Puerto unas veces metió la cara entre las manos pensándoselo, otras embistió con el pitón contrario bruscamente, y otras -las menos- con templanza. Víctor porfió sin poder conseguir lucimiento deslumbrante, pero cortando una oreja tras pinchar dos veces (en la segunda de ellas doliéndose visiblemente del pecho tras impactar con una banderilla).
Fernando Tendero recibió de rodillas a su primero, dejando clara su intención de arrear. Y lo hizo. No solo por ponerse de rodillas, sino por torear bien por momentos, con un toreo ajustado, sereno, de trazo más largo del que antes ponía en práctica el torero de Villarta de San Juan, y con una tranquilidad impropia de alguien que apenas torea. Será que los años también torean sin torear. No fue una faena de relumbrón, pero sí que tuvo sabor. Como la tuvo la realizada al sexto, un ejemplar bajo y bien hecho que resultó muy manejable; con la raza justita pero muy toreable. Tendero vació las embestidas hacia dentro cuando pudo, dando el medio pecho, de nuevo mostrando un concepto más maduro. No todos los muletazos fueron despaciosos – también los hubo rapidillos- pero parece mentira que un torero que ha toreado tan poco en los últimos años haya seguido creciendo. Consiguió cortar una oreja que le abrió la puerta grande.