‘Me gustaría que te pusieras en mis zapatos’ es el lema que desde hace cuatro años acompaña a María Chaparro León, una superviviente de violencia de género, que ha sabido convertir los lacerantes efectos de la desigualdad en potencialidades, no sólo para reconstruirse a sí misma, sino para ayudar a otras víctimas a salir de dicha lacra.
Es enfermera en el servicio de Urgencias del Hospital General Universitario de Ciudad Real, tiene 34 años y simbólicamente lleva el rojo en el calzado (es el icono contra la violencia a las mujeres que ha hecho universal la artista mexicana Elina Chauvet) que le permite andar con libertad.
Este color vivo no sólo la ha llevado a superar el periodo más humillante de su vida, sino también a contarlo al mundo convertido en valiosas herramientas para curar a otras mujeres.
Chaparro quiso enseguida dejar atrás el maltrato y mirar hacia adelante a través de la escritura, una nueva dirección que en apenas un año le permitió publicar tres libros sanadores, que fueron toda una declaración de intenciones. ‘Superar las dificultades en la detección y el abordaje de la violencia de género en la enfermería’, ‘Intervenciones de enfermería en violencia de género con dependencia emocional’ y ‘Cuando la margarita se marchita’ no sólo son manuales asistenciales para profesionales sino su propia experiencia convertida en sororidad.
El proceso ha sido doloroso, pero la familia, una hija de meses, su nueva pareja y la propia sociedad, “que poco a poco se va sensibilizando”, han hecho que Chaparro siga muy activa y que de cara a este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, haya parido un nuevo proyecto.
Siempre con el rojo en el frontispicio y su distintivo personal, que invita a quien la escuche o la lea a caminar con sus zapatos, ha ideado una campaña en redes para sensibilizar.
Se trata de un proyecto que ha organizado “con mucha ilusión y mucho cariño”, junto al fotógrafo Víctor J. Gascón y el diseñador gráfico Denis Fernando Rojas, con el objetivo de “visibilizar los casos de violencia de género, y mostrar lo importante que es que la sociedad se involucre y se ponga en el lugar de las víctimas”.
En el centro están los retratos en blanco y negro (y el rojo como símbolo de superación) de cuatro mujeres (con ella cinco). También han grabado un vídeo con imágenes muy simbólicas en el que una voz de fondo, la de Chaparro, pronuncia mensajes conmovedores para llamar la atención de quién los escucha: “me gustaría pisar fuerte sobre las lágrimas derramadas, me gustaría tener el valor para romper mi silencio, me gustaría que te pusieras en mis zapatos, que te interesases por mi andadura, y si tengo suerte y pisas fuerte conmigo para romper mi silencio, será cuando consiga pasar de víctima a superviviente”.
Esta transición es vital para la enfermera ciudarrealeña porque la superación es la correa de transmisión “que nos hace sentirnos libres para hablar, libres para vivir, libres para bailar… y sobre todo libres para elegir nuestros propios zapatos.”
“Vivas nos queremos”, secunda Chaparro e insiste en que la distinción propia en su lucha desde que pasó por el maltrato es la estampa de los zapatos de tacón rojos, simulando la andadura de cualquier mujer. Sobre todo la de las víctimas hacia su libertad.
En las charlas
No en vano, el púrpura en sandalia o deportiva conforma el icono que encabeza las charlas que ofrece, como la que iba a impartir el día 6 en la I Jornada Formativa ‘Evolución de la Mujer en el Ámbito Sanitario’, un evento organizado por CSIF que ha sido aplazado por los efectos del coronavirus.
‘Pisando fuerte contra la violencia de género en el ámbito sanitario’ es el título de la conferencia prevista, que ofrecerá en fechas próximas, para abordar los distintos ciclos que experimentan las mujeres violentadas, protagonizados por los procesos psicológicos de la dependencia emocional y la indefensión aprendida, y que es necesario que los profesionales de la salud conozcan. “Así podrán ayudarlas a romper su silencio”, y “a que puedan pasar de víctimas a supervivientes”.
El mensaje que lanza Chaparro en cada disertación resume el contenido de los tres libros, tal y como suele presentar. Por un lado, define el proceso social de la violencia machista, en el que desentraña científicamente “cómo en muchas ocasiones las víctimas siguen al lado de su maltratador durante meses”, y, por otro, recoge protocolos de intervención sanitaria que permita a médicos y enfermeros atisbar casos y ofrecer una atención sin revictimización.
En conjunto, Chaparro pretende con su activismo “acabar con los mitos que dificultan la detección de la violencia de género y otras agresiones a mujeres”, ofrecer pautas a la enfermería para llegar al corazón de la víctima “más allá de curar un ojo morado”, y conocer los episodios de un fenómeno “muy complejo”.
“El problema que tiene la sociedad, sostiene, es que no sabe lo que es esta violencia porque no se suele contar, y no se conoce realmente hasta que a una le toca de cerca, como si le pasa a una hermana, a una prima, a una amiga, a una madre, o a ti misma, como fue mi caso”. Con franqueza reconoce que sólo hasta que fue protagonista de su infierno no fue consciente de la complejidad que conllevaba una desigualdad construida y socializada en base al género.