“Los que nos dedicamos a la investigación con libros encontramos cosas maravillosas, sorpresas muy gratas”, aseguró Ángel Pozuelo Reina, doctor en Historia y bibliotecario en el Hospital General Universitario de Ciudad Real, que ofreció este martes en la Biblioteca Pública del Estado una conferencia sobre una selección de ‘grandes’ de la Medicina durante la época medieval y renacentista en tierras que hoy conforman Castilla-La Mancha.
Su propuesta centrada en la región castellano-manchega durante estos períodos, con autores de cada una de las provincias, parte de su ambicioso proyecto ‘De Antiquis Libris Sanitate’, sobre los antiguos libros para la sanidad, con ejemplos de la Edad Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, comentó Pozuelo Reina, que aseguró haber encontrado “auténticas joyas”. Con este proyecto, busca situar las obras en su momento histórico y analizar las relaciones de la medicina con la política, economía y, sobre todo, con la sociedad, en favor de una formación humanista que tenga en cuenta el saber de los precedentes.
Para la conferencia ‘Literatura médica de Castilla-La Mancha: Medieval y renacentista’, seleccionó a seis ‘magníficos’ de la época como Juan Sánchez Valdés de la Plata, de Ciudad Real, “el primero en hablar de la circulación sanguínea antes que Harvey y Servet”; Alonso Chirino de Cuenca, que escribió un didáctico y “precioso” libro en castellano en favor de una mayor divulgación de los conocimientos; Miguel y Oliva Sabuco, de la localidad albaceteña de Alcaraz, cuya obra fundamentalmente filosófica incluye la medicina; el neurocirujano Andrés Alcázar de Guadalajara que además diseñaba instrumental para intervenciones; y los toledanos Ibn Wahid, responsable de relevantes obras médicas, y Alcoati, autor del ‘Libro de los ojos’, obra del siglo XII de gran difusión en la Edad Media entre los médicos de Europa y de la que Pozuelo Reina ha encontrado ejemplares traducidos en cinco idiomas: árabe, latín, catalán, castellano y alemán.
“La medicina en aquella época estaba más avanzada de lo que pensamos”, indicó el historiador, que resaltó que se trata de libros eminentemente didácticos, unos en latín porque era cómo la intelectualidad escribía, mientras que otros como Juan Fragoso y Alonso Chirino apuestan por el castellano porque “piensan que la ciencia debe llegar a todos los profesionales de la sanidad, quienes estudiaban en latín en la Universidad pero cuando ejercían en su pueblo el latín ya lo habían olvidado”, de manera que “había que darles las noticias médicas y las novedades en lengua vulgar, en romance”. Innovaciones didácticas, técnicas y nuevas terapias se abordan en estas obras de autores responsables de avances como Andrés Alcázar con instrumentos que facilitaban las intervenciones de la cabeza; o Alcoati que diseñó una aguja para operar las cataratas de los ojos.
Estos son sólo algunos de los autores de esta época. Hay muchos más, sobre todo en Toledo que fue ciudad de la corte, con la presencia de “muchos intelectuales y médicos sabios, y donde se tradujeron relevantes libros de medicina”.