Durante una década, el cuentakilómetros infinito de ‘Castilla-La Mancha me gusta‘ no ha dejado de coleccionar momentos que se han esfumado fugaces, pero que permanecen anclados en el pulgar alzado al vuelo de Esperanza Santos, convirtiéndolo en un gesto con el que paisanos de toda la región se identifican, y emplean a modo de saludo, cuando la cámara y la periodista llegan para hacer inmortal esos rincones desconocidos de La Mancha más profunda.
Como todo en los medios, la euforia y las ganas de innovar viven siempre pendiente de las cifras, en este caso, la del número de espectadores que cada lunes se enganchan a la televisión para descubrir una de esas historias que Esperanza Santos lleva a los hogares de la región, donde la sienten como una más de la familia.
“Empezamos con esta aventura en junio de 2014. Llevamos diez años recorriendo Castilla-La Mancha, unos 400 programas más o menos, a una media de tres reportajes semanales. Imagínate los rincones y las vueltas que hemos dado”, casi tantas como ella a lo largo de una trayectoria profesional que no ha dejado de coleccionar momentos imborrables como la de acudir siendo becaria de MARCA a los Juegos Olímpicos de Barcelona.
“He tenido la suerte de trabajar en medios nacionales, en otros medios autonómicos, en Lanza, pero pocas veces me había pasado de acabar de grabar en un pueblo, después de una jornada de doce horas, no tener nada cerca para comer y terminar en casa de uno de esos vecinos increíbles que tienen nuestros pueblos, que te abren su casa de par en par, con una generosidad inigualable”.
Porque además de los tesoros culturales, naturales e históricos que atesora la región, Santos lo tiene claro. “Castilla-La Mancha siempre nos la han vendido como una tierra de paso y no es verdad, somos la suma de muchas cosas increíbles”.
Al lado de la mesa donde se establece esta conversación, con dos cafés como testigos, pasa una vecina de Ciudad Real que reconoce a Esperanza. Le dice aquello de ‘Castilla-La Mancha me gusta’ a lo que la presentadora contesta con una sonrisa y su pulgar al aire, como uno de esos gestos que se intercambian los moteros para desearse buen camino.
De vuelta a la entrevista, la periodista relata una de esas últimas cosas que se ha encontrado en este periplo que ya dura una década entera. “El otro día, fíjate, en la zona del Alto Tajo, un herrero de un pueblo me hablaba de la Mesta y de las raíces a lo largo de toda la región desde el siglo XIII. Somos una de las regiones más extensas y más diversas que hay en España y a la vez más desconocidas, incluso para los castellanos manchegos. Tenemos que aprender a creer en nosotros. Tenemos un potencial que debemos que aprovechar”.
Compitiendo en prime time
Cada lunes, en horario ‘prime time’, la televisión regional saca a su escaleta ‘Castilla-La Mancha me gusta’, una apuesta que durante diez años le viene dando resultados sobresalientes, imponiéndose a producciones gigantes como pueden ser ‘El Hormiguero’, ‘Planeta Calleja’ o más actualmente ‘Operación Triunfo’.
“Somos una televisión pública, de servicio público, que trata de enseñar lo mejor de esta tierra y de su gente, pero competimos en una franja horaria muy difícil porque estamos en prime time. Cuando revisas los números y ves que en muchas ocasiones quedas por encima de estos gigantes, te das cuenta del valor de lo que haces y del cariño de un público que nos viene acompañando desde hace tanto tiempo”.
No obstante, confiesa, “esa incertidumbre, ese gusanillo, hay que mantenerlo para obligarte a hacerlo mejor la siguiente semana. Antes de que se emita, yo veo el programa cuatro o cinco veces y aún le sigo encontrando defectos”. Ese juicio continuo, al que ella misma se somete, ha hecho que el programa haya ido creciendo, modificándose, incorporando nuevas ideas; no obstante, “hemos mantenido siempre la esencia durante este recorrido”, al que no paran de sumarse nuevos rincones de esta extensa región.
“Aunque la tele ha hecho mucho trabajo de conexión territorial en nuestra comunidad autónoma, es verdad que todavía hay sitios a los que no hemos ido y que nos permiten esa magia de lo nuevo”.
Lo mejor, subraya la ciudadrealeña, “es ver cómo la gente nos sigue recibiendo con los brazos abiertos para enseñarnos su pueblo y luego que tú disfrutes durante ese proceso de grabación. Yo soy muy happy, disfruto desde el café que me tomo por la mañana hasta los kilómetros viendo el amanecer cuando salimos de casa a grabar cuando todavía es de noche”. Eso, señala, “creo que es un poco el espíritu del programa y lo que ha hecho que la gente siga apostando por vernos después de tanto tiempo”.
A este proceso de descubrir el territorio también han contribuido las redes sociales, que ella misma se encarga de gestionar. “Muchas personas nos escriben para que vayamos a tal o cual sitio y eso nos ayuda mucho. La gente nos da muchas ideas y son parte de nuestro pequeño gran equipo”.
“Castilla-La Mancha no debe aspirar a ser Madrid o Cataluña”
Esperanza Santos es una de esas personas enamoradas de su tierra. La defiende a capa y espada, y sólo cuando se le plantea la comparación con otros territorios, es cuando cambia su eterna sonrisa, se pone seria y dicta sentencia. “No creo que aspiremos a compararnos con nadie. Tenemos tanto, de tanto valor. Tenemos tanta historia, tanta naturaleza, tantas cosas diferentes que nos hace ser únicos”. A todos estos valores incuestionables, la presentadora suma el que más diferencial aporta, “el valor de su gente” y los atardeceres de sus llanos. “Soy una enamorada del mar, pero los atardeceres de La Mancha son impresionantes”.
En este punto, también enumera “la cantidad de personas valientes, que apuestan por nuestros pueblos. Hay una cantidad de personas valientes que han puesto en marcha empresas pequeñitas en entornos rurales con muchísima dificultad y que siguen adelante. Yo creo que Castilla-La Mancha tiene un potencial muy grande y debemos ponerlo en valor”; precisamente, porque detrás de esas historias anónimas se esconden los héroes que apuntalan el futuro de los pueblos, negando su desaparición casi innegociable.
Imposible quedarse con una sola historia
A estas alturas es imposible no mirar atrás, preguntarse por esas historias que han marcado y que a pesar de haber escuchado tantas, siguen siendo tu favorita.
En ese trance de la memoria, Santos lo piensa, se obliga a un silencio al que no está acostumbrado su verborrea interminable, sobre todo cuando hay una cámara delante, y rescata la de una señora de Almagro de edad infinita, “que me hizo llorar de emoción a mí y a mis compañeros de edición”. “Era una mujer que, pese a las dificultades físicas propias de su edad avanzada, no dejaba de hacer bolillo a una velocidad de vértigo. La escuchabas tejer y era como escuchar música. Esa señora tenía algo que te transmitía, era pura devoción por lo que hacía y por su pueblo”.
En esos recuerdos agolpados aparecen figuras como Rozalén, “a la que hicimos su primera gran entrevista cuando la ficha de Sony Music. Fuimos con ella a donde hacía sus primeros ‘micros abiertos’. Son oportunidades que cuando las estás viviendo te emocionan porque saben que se van a quedar marcadas para siempre”.
Millán Salcedo se emocionó viendo nacer un cordero en pandemia
Una de las épocas más duras y que transformaron el formato de ‘Castilla-La Mancha me gusta’ fue la obligada por la pandemia. “Había que seguir grabando el programa. Cuando se decreta el confinamiento a nosotros nos pilla ascendiendo al Aneto. Tuvimos que cancelar porque la Federación de Montaña ya no se hacía cargo de nosotros por temas de seguridad. Entonces, regresamos, empecé a hacer informativos, pero monté un plató en casa y a través de la gente que seguía en el campo, conseguimos abrir una ventana maravillosa al mundo, que era lo que más necesitábamos en ese momento”.
En esa nueva forma de hacer programas, surgió el ‘Castilla-La Mancha me gusta en casa’, a través de videollamadas que fue un formato que acabaría por consolidarse en el resto de cadenas. En uno de esos programas, con Millán Salcedo como invitado, asistieron al parto de una oveja en directo. “Millán lloraba emocionado. Aunque es de Brazatortas, nunca había visto nada igual. Fue muy bonito”.
Entre los momentos deliciosos también se cuelan algunos sustos graves, como la caída de una burra que obligó a la periodista a pasar por quirófano hasta en dos ocasiones. “Gajes del oficio cuando te entregas en cuerpo y alma a lo que haces, imagino”.
Antes que periodista, una madre apasionada
Una de las grandes tragedias del periodismo es la cantidad de horas a las que asumes que renunciarás compartir con las personas más cercanas. Es ésta una de las profesiones más incomprendidas y más difíciles de encajar en un horario que hable de estabilidad. Tal vez por eso, ser madre también se convierte en un experimento de alto riesgo.
Santos lo tiene claro, “primero soy madre, luego soy periodista, pero reconozco que son dos cosas con las que convivo las 24 horas y las dos me apasionan por igual. Yo creo que al final hay forma de conciliarlo, aunque ciertamente, no siempre es sencillo hacerlo”.
A ese trasiego de tareas se suman las horas de preparación física y profesional, porque este programa exige el máximo y no es una frase hecha. “Somos el primer equipo de televisión que ha coronado los cinco techos de las cinco provincias, con el equipo a cuestas” y el tiempo que ha tocado emplear para recoger premios, escribir pregones y seguir disfrutando de los primeros cafés de la mañana que inspiren a continuar, al menos, una década más entre las carreteras y páramos manchegos.
