Ponerse en la piel del otro y empatizar con las duras realidades de quienes se ven obligados a huir de su país por entornos bélicos o por restricciones a las libertades de opinión y expresión. O también porque viajan para buscar una oportunidad laboral o para realizar la inmersión lingüística en un nuevo idioma.
Es el objetivo del programa Erasmus que desarrolla en Italia el liceo Palumbo de Brindisi (región de Puglia), con el lema ‘Europa empieza en Lampedusa’. En este marco y como complemento, el IES ciudarrealeño Torreón del Alcázar realiza en paralelo el proyecto de sensibilización ‘Educar para integrar’.
La finalidad es “concienciar a los jóvenes de entre 16 y 18 años sobre la problemática de la inmigración y para que comprendan las realidades que se esconden detrás de estas personas”, explica Laura Rodero, profesora de Francés del centro capitalino, que encabeza la iniciativa.
Así, si el proyecto italiano se centra en desarrollar la cultura de la solidaridad, de la acogida y del diálogo atendiendo a los derechos humanos, los alumnos y profesores de Ciudad Real han puesto la educación como base de su compromiso con el drama de la inmigración.
Muestra de ello es el acto que este jueves celebraron al aire libre a las puertas del instituto, con un encuentro entre los 27 alumnos de 1º de Bachillerato implicados en el proyecto y cuatro mujeres valientes, que representan otros tantos modelos de inmigración.
Los cuatro testimonios despertaron la mirada solidaria de los estudiantes, y todos coincidieron en un nexo común, como es la importancia del idioma para socializarse. Y para empoderarse.
Las cuatro estudian castellano para extranjeros en el Centro de Adultos ‘Antonio Gala’ de Ciudad Real, que imparte la profesora de Idiomas Lidia Reyero, también presente en el acto.
La presencia de estas mujeres es un ejemplo, según Reyero, de la alta cuota de alumnos foráneos que se forman en el centro.
Y además va en la línea del Erasmus plus ‘Estudiando juntos y viviendo juntos: estrategias de inclusión educativa y social para personas migrantes’ que desarrollan en el ‘Antonio Gala’, también con la educación como herramienta clave “en la inclusión social”.
“Conocer el idioma y la cultura está permitiendo a estas alumnas, explicó la profesora, que puedan conseguir puestos de trabajo, ayudar a su hijos en la progresión educativa, estudiar Secundaria, incluso prepararse las pruebas de acceso a la universidad”.
Fátima: el español como forma de vida
Fátima es marroquí y tiene 34 años, los últimos 12 asentada en Ciudad Real, a donde llegó para reagruparse con su marido.
Ahora es totalmente solvente con el español, una ventana abierta que estuvo cerrada durante la primera mitad del tiempo de su residencia. Fueron seis años y fue debido, según relata, a las circunstancias que atropellaron su vida personal.
Antes de llegar, su intención era aprender castellano y disfrutar de su marido y la vida en pareja varios años. Pero la realidad fue que a los 15 días de su llegada se quedó embarazada y se vio obligada a cuidar en su casa primero de una hija y después de la segunda.
La inmersión lingüística y social fue al contrario de lo que había pensado y “lo pasé muy mal” porque “siempre necesitaba el apoyo de alguien para hacer cualquier gestión”.
Poco a poco se fue soltando con el español, y desde hace cuatro años estudia en la Escuela ‘Antonio Gala’ para consolidar comprensión, lectura y conversación.
Estos conocimientos y su actitud proactiva le hicieron transformar aquel primer sentimiento negativo en positivo, en forma de ayuda a quienes necesitan respaldo lingüístico o acompañamiento.
Tanto es así que se ha convertido “en un referente” en la escuela y entre el colectivo de inmigrantes, pues “igual está en la Policía o en el hospital traduciendo y orientando a otras personas que acaban de llegar”, señala Reyero.
También colabora con Cruz Roja y Cepaim para evitar que los recién llegados “pasen por lo que pasé yo”. Moverse con el español “me ha cambiado la vida”, sentencia.
Ebtisam: diversión y familia
Ebtisam tiene una historia vivida en tiempos inversos a los de su compatriota. Es también marroquí pero su llegada en 2004 a España, en este caso a Madrid, no fue para formar una familia sino “para pasármelo bien”, bromea. Hace 12 años recaló en Ciudad Real para casarse e inaugurar su etapa maternal -tuvo tres hijas-, vinculada a las tareas del cuidado y de la casa. En ese periodo, además, vivió momentos complicados por la sordera que sufre su segunda hija, y que le ha dado años de “mucho sufrimiento” por los cuidados y las continuadas visitas al Hospital General. Afortunadamente, la niña, de 7 años, “ya está mejor”.
Este trance le hace sentirse satisfecha por la atención sanitara que ha recibido la familia en España, y por otras ayudas paralelas en la Asociación Aspas.
Por ello, las clases de español de las que disfruta en la escuela de adultos le sirve para evadirse y para enriquecer sus conocimientos.
Emine: refugiada política
Más dura es la historia de la profesora turca Emine, que llegó a España huyendo de la represión política, tras pasar por Rusia y Mongolia.
Junto a su marido, también educador, y sus dos hijas, fueron trasladados a Ciudad Real por la ONG Movimiento por la Paz como destino “seguro y tranquilo”. En su país de origen, comenta entre sollozos, “hay ciertos problemas políticos que hacen que la libertad esté reducida”.
Considerada refugiada, Emine habla inglés, ruso, turco y un poco de español, un idioma que está perfeccionando con las enseñanzas para extranjeros.
Sin embargo, presume del nivel de castellano de sus hijas, mientras lamenta la situación que sufre parte de la población, sobre todo las mujeres y las niñas.
También ha realizado cursos de cocina, geriatría e informática, para cumplir los requisitos del programa para asilados.
Naïs: ‘au pair’ para aprender la lengua
Naïs es la más joven de las cuatro mujeres que contaron sus testimonios. Es francesa, tiene solo 19 años y decidió venir a Ciudad Real como ‘au pair’ para aprender español y una cultura diferente.
Cuida a una niña de 4 años, que vive con su madre, y su intención es pasar en España el año que le ha quedado libre entre el cierre de su anterior etapa educativa y la que va a iniciar en 2021 de . Es otro tipo de inmigración, indica.
Diversidad de modelos
Alejandro Carreño es el estudiante de 1º de Bachillerato de Francés que presentó al grupo y la cartera de estudios del instituto. El Torreón cuenta con unos 1.200 alumnos y casi un centenar de profesores.
Más sensibilizado con el fenómeno de la inmigración por su participación en el programa ‘Educar para integrar’, habla de la diversidad de los modelos migratorios. “Asociamos la inmigración a personas que vienen del Cono Sur de América o de África, pero inmigrante puede ser cualquiera que venga de países desarrollados como Alemania”.
Por eso ha profundizado con los cuatro testimonios vivos expuestos y ha llamado a la concienciación para comprender sus realidades.
Carreño podría ser uno de los alumnos que podrían viajar a Lampedusa, la isla mundialmente conocida por el naufragio de 2013 en el que murieron 368 personas. Es el premio del concurso que hay entre los grupos participantes de la contraparte del programa europeo que se desarrolla en Italia. Podría resultar una experiencia conmovedora para los jóvenes que marcaría su percepción sobre el fenómeno de la inmigración.