La guerra de Ucrania ha hecho evidente la fragilidad del mundo liderado por la democracia occidental. En 1992 el politólogo americano Francis Fukuyama escribió ‘El fin de la historia y el último hombre’. Con la desintegración de la Unión Soviética desaparecieron los dos bloques, quedó un solo sistema: fue la consagración de una forma de organización política a nivel internacional.
Treinta años después, el exembajador de España ante los Estados Unidos, Javier Rupérez, afirma que “tal y como están las cosas, avanzamos a un mundo bipolar, un mundo en dos bloques, uno formado por los países que creen en el funcionamiento de la democracia, con todos sus defectos, y otro autoritario y dictatorial, básicamente representado por Rusia y China, a los que habría que sumar Cuba, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte”.
Lo teme y lo lamenta. Javier Rupérez reflexiona que el nuevo orden mundial del que habló Fukuyama comenzó a resquebrajarse en 2001 con los atentados contra las Torres Gemelas y “acabó estallando en 2008 con la crisis económica internacional”. La guerra de Ucrania es otro episodio en la entrada de una posible segunda Guerra Fría; de hecho, el político y diplomático conquense, que estuvo este viernes en Ciudad Real, tiene claro que “lo que quiere Putin es reconstruir la URSS y el Pacto de Varsovia”.
En 2014 la Federación Rusa se apoderó por la fuerza de Crimea, parcialmente invadidas están Georgia y Moldavia, dos repúblicas exsoviéticas, y ahora hay que sumar la guerra de Ucrania. “Yo no soy profeta, no sé cómo puede acabar esto, lo que sí sé es que es una catástrofe, que tiene un responsable que se llama Putin y la Federación Rusa. No hay absolutamente ninguna justificación para hacer lo que los rusos están haciendo”, expresa Rupérez.
El ataque “más grave” a la “seguridad internacional” en Europa desde la Segunda Guerra Mundial
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Javier Rupérez considera que “se está produciendo la situación más grave que se ha vivido en Europa y prácticamente en el mundo” desde el punto de vista de la “seguridad y la estabilidad internacional”. “No voy a decir que todos estos años hayan sido perfectos, ha habido violencia, intervenciones, pero nunca algo tan grave como lo que ya se produjo en el año 2014” en Crimea, añade.
La Federación Rusa ha caído “en una violación brutal de todas las leyes internacionales, del derecho internacional”, construido desde 1945. El exembajador critica “esas historias de la reivindicación de la Santa Rusia, el espacio estratégico, la falta de fronteras naturales y la amenaza de la OTAN”. Dice con rotundidad que “la OTAN nunca ha amenazado a nadie ni intervenido en contra de otro país, únicamente ha defendido a los miembros contra cualquier ataque que se haya producido”.
Sin embargo, el diplomático considera que la Federación Rusa no ha asimilado bien que muchos países que habían sido miembros de la URSS o que habían participado en el Pacto de Varsovia “salieron literalmente corriendo de la experiencia soviética buscando libertad, prosperidad y seguridad”. Y esos tres elementos, a su juicio, “los ofrecían dos organizaciones: la OTAN y la UE”. Esos países independientes tienen “el perfecto derecho a acceder a esas organizaciones internacionales”.
La guerra de Ucrania ha tenido un efecto positivo: unir al mundo occidental “en un propósito común”
De la guerra de Ucrania, Javier Rupérez hace tres observaciones. La primera, es que “los ucranianos han sabido defenderse de manera admirable” y han desbaratado los planes de Putin, que parece ser que pretendía resolver la invasión “en 4 días” y que ésta le serviría para “la recreación de la URSS”.
La segunda es trascendental y positiva. Las críticas por “la falta de un funcionamiento adecuado” lastraban a la Unión Europea y la Alianza Atlántica. Pero con la agresión rusa ambas organizaciones “han vuelto a encontrar las razones para unirse en un propósito común: defender la libertad, la democracia y el orden internacional”. Son los valores que unen al bloque occidental.
La tercera observación es que ni la OTAN ni los Estados Unidos han querido participar directamente en la guerra por el temor a una confrontación generalizada, según añade, “que sería enormemente complicada porque desgraciadamente existe el arma atómica”. Aunque Javier Rupérez entiende esta posición, a este respecto considera que hay que tener cuidado en la negociación del acuerdo de paz, porque “si Rusia no sabe las consecuencias de sus actos, se sentirá justificada”.
Putin vs Hitler
Amplio conocedor de la historia contemporánea y las relaciones internacionales, Javier Rupérez establece paralelismos entre la acción de Adolf Hitler previa a la Segunda Guerra Mundial y de Vladimir Putin en la actualidad. “Putin es un chantajista y se dio cuenta que en el caso de Crimea no hubo respuesta militar, unas sanciones, prácticamente olvidadas, que no le han afectado. Si pudo incorporar Crimea, pensó que se podía permitir el lujo de hacer lo mismo con Ucrania”, explica.
Algo parecido ocurrió en 1938 con los acuerdos de Múnich, donde Hitler amenazó con ocupar por la fuerza los Sudetes, una región de Checoslovaquia habitada por población de origen y lengua alemana. En la reunión también estaba el dictador italiano Benito Mussolini y los primeros ministros de Gran Bretaña y Francia, Arthur Neville Chamberlain y Édouard Daladier, que aceptaron las exigencias del führer. Un año después, en agosto de 1939, invadió Polonia y empezó la II Guerra Mundial.
“Si quieres la paz, prepara la guerra”
La respuesta del bloque occidental a Rusia, para Javier Rupérez, “está siendo clara desde el punto de vista económico”, y cada vez más hay “una voluntad abierta” de dotar de armas ofensivas a Ucrania. Aunque, antes de que hubiera producido la invasión, el exembajador considera que “el mundo occidental debería haber sido un poco más contundente en la disuasión”.
Los latinos decían ‘Si vis pacem, para bellum’ (Si quieres la paz, prepara la guerra), y Rupérez considera que “desde el principio unos y otros hubieran debido afirmar que un ataque militar contra Ucrania podría haber traído una respuesta militar, pues esa es la disuasión, no precisamente para declarar la guerra, sino para evitarla”. Ahora bien, Rupérez repite que comprende las razones de los responsables públicos.
Las claves para una paz duradera
Ahora que Rusia se repliega y parece que está cada vez más cerca un alto al fuego, Javier Rupérez apunta que “todos estamos interesados en que haya paz”, pero ¿en qué términos? Para este hombre que fue negociador en el Acta Final de Helsinki sobre seguridad y cooperación en Europa, si la paz trae consigo la partición de Ucrania, “sería tanto como premiar un acto de fuerza”. “Y hay que recordar que el principio fundamental de la vida internacional es la renuncia al uso de la fuerza, y lo han violado”, señala.
Por otra parte, al igual que ocurrió tras las guerras mundiales, “tiene que haber reparaciones”. “Están destruyendo el país. Lo estamos viendo todos los días. Están matando a miles de personas y se está produciendo el desplazamiento de millones, dentro y fuera del país”, señala.
En último lugar, Javier Rupérez expresa que “la agresión rusa contra Ucrania es un crimen de guerra” y como tal “Putin y los rusos que han participado en la guerra tienen que ser juzgados por la justicia internacional”, al igual que ocurrió con los líderes nazis en Núremberg.
El diplomático considera que estos aspectos son elementales para que nada parecido vuelva a ocurrir. Otros países como Letonia, Estonia, Lituania, Polonia, Hungría o Bulgaria, que formaron parte de la órbita soviética, pueden estar en el punto de mira, y Rupérez insiste en que “hay que decir: hasta aquí hemos llegado” para conseguir una paz duradera.
La ruptura de las relaciones diplomáticas de España con Rusia
Asimismo, tras la expulsión de los 27 diplomáticos rusos en España, acusados de espionaje, Javier Rupérez va más allá y considera que “habría que romper las relaciones diplomáticas con la Federación Rusa”, incluido el embajador, que todavía está en el país. Es una decisión, que, a su juicio, debería tomar todo el bloque occidental, y más desde que Rusia está suspendida del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.