“Nos encontramos ante una emergencia grave que necesita la colaboración de todos”, truena la megafonía de un vehículo de la Policía Nacional que recorre las calles despejadas como nunca de Ciudad Real. Es lunes, 16 de marzo, primer día laborable del estado de alarma decretado por el Gobierno de España para frenar el avance de los contagios del coronavirus.
Esa pandemia lejana, de China, un poco peor que una gripe convencional, ni estaba tan lejos ni era tan leve. Y lo hemos entendido ahora, cuando la rapidez de los contagios amenaza colapsar el sistema público de salud y se impone el distanciamiento social. Nada de paseos, juegos o carreras al aire libre. Salir, interactuar con otros, supone un riesgo para la salud propia y de nuestros mayores y las fuerzas de seguridad se baten por ello en calles, plazas y carreteras.
En un despliegue sin precedentes en la provincia, en estos 13 días de confinamiento, varias unidades del Ejército de Tierra, incluida la UME, han patrullado apoyando a Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil en controles de tránsito y movilidad en pueblos y ciudades que parecen sacados de una película de ficción.
“¿Y usted de dónde viene?”
“¿Y usted de dónde viene?”, le pregunta un policía local muy serio a un señor que circula en coche particular a media mañana por la calle la Mata de Ciudad Real el martes 17 de marzo: “De comprar” (salir para comprar alimentos está permitido). Como el policía no ve las bolsas ni el tique, el ciudadano se apresura a apearse del vehículo, abrir el maletero y mostrárselas al agente.
Otros no superan el control y balbucean excusas como que son de la prensa (no llevan acreditación) o van al cajero porque necesitan dinero en efectivo (otra posible fuente evitable de contagio), y terminan apercibidos.
Suena a broma, pero no lo es
Suena a broma, pero no lo es. La Policía Local de Ciudad Real se ha puesto muy seria con los controles de movilidad y tráfico, tanto en estos días de confinamiento es su objetivo prioritario. “Hacemos dos o tres controles por turno”, señala el superintendente Fernando Díaz.
Esa misma mañana, en uno de esos primeros controles que ya nos parecen de lo más normal, la Policía de Ciudad Real multó a una persona con domicilio en la plaza del Pilar porque sacó a su perro a la vía verde, clausurada desde 15 de marzo por el estado de alarma.
“Esta situación es muy seria, de anormalidad constitucional, que restringe muchos derechos ciudadanos para preservar la salud pública, gravemente en peligro, no se puede hacer un uso desmesurado de las excepciones”, reitera Díaz.
Toda la Policía Local de servicio el martes se desplegó en el barrio del Torreón para comprobar quien sale a la calle o se desplaza solo para comprar productos de primera necesidad, trabajo, cuestiones médicas o sacar al perro, “pero de una manera razonable, no a dos kilómetros de casa”. Poco más se permite en la calle estos días de confinamiento que, casi quince días después, se empieza a asimilar, aunque a golpe de multa.
No todos los controles serán denuncias
Las primeras actas de sanción en Ciudad Real se pusieron a personas que estaban en la calle sin ningún motivo y no querían marcharse a casa, y también a propietarios de mascotas “haciendo un uso desmedido” de las excepciones legales.
Este cuerpo policial, como recalca el responsable, “solo tiene esta misión, la otra mitad de la plantilla está en situación de reserva y confinamiento, para no exponerse a enfermar”.
De todo esto la Policía Municipal está informando en su cuenta de Twitter @PLCiudadReal092, hiperactiva en estos primeros días de la guerra contra el virus.
La operación Balmis llega a Ciudad Real
El punto de inflexión del combate de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad ha sido el despliegue de la operación Balmis contra el coronavirus en la provincia. La brigada del primer batallón de la Unidad Militar de Emergencias (UME), con base en Torrejón de Ardoz (Madrid), protagonizó el viernes en Ciudad Real una intervención sin precedentes por alerta sanitaria en la capital de la provincia, además de en Puertollano, Almagro, Daimiel, Valdepeñas, Puertollano y Piedrabuena.
El objetivo principal en la capital fue la estación de tren del AVE, a requerimiento del Ayuntamiento de Ciudad Real por considerarla una zona “crítica” por el tránsito de viajeros, aunque reducido a la mitad en la última semana.
Desinfección de la estación de ferrocarril
Los soldados se pusieron a desinfectar las instalaciones de la estación con hipoclorito, sobre las doce de la mañana, una imagen insólita que el poco público recibió como otra rara actividad rutinaria de estos días extraños del estado de alarma por la pandemia del coronavirus.
No utilizaron el EPI (Equipo de Protección Integral) que exhiben en otras intervenciones en el país, en base a lo que establece su protocolo, como explicó a Lanzadigital.com el teniente al mando Isaac, “lo hemos hecho con el equipo adecuado al riesgo, los EPI se utilizan en zonas con casos confirmados, aquí hemos utilizado otro equipo de protección”, aclara.
El poco personal de la estación -que funciona al mínimo-, cuenta que estos días los pocos trenes que viajaban son dobles, para garantizar que haya poco contacto físico entre los viajeros.
Los soldados, una treintena que se desplaza en 19 vehículos, estuvieron todo el viernes atendiendo requerimientos de las autoridades municipales y como apoyo a fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
En Ciudad Real el patrullaje matutino no encontró más zonas críticas, aunque vigilaron el parque de Gasset que “estaba tranquilo” y el área del hospital. También recorrieron las calles con mensajes por megafonía recordando a la gente que no hay que salir de casa.
Vivas al Ejército en la calle Toledo
En la calle Toledo, al paso de uno de los convoyes, se escucharon algunos vivas al Ejercito desde las viviendas de la Subdelegación de Defensa, “nunca había estado en Ciudad Real, el recibimiento ha sido muy bueno, y todo ha estado muy tranquilo”, agrega el teniente, poco antes de marcharse a Piedrabuena para ponerse a disposición del Ayuntamiento.
Al final de la jornada regresaron a descansar a su base. Cada día, en función de las necesidades y peticiones, se desplazan desde Torrejón a su zona de competencia desde que se decretó el estado de alarma, en su caso para combatir el virus en Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura.
Otra unidad de la UME desde la misma base de Torrejón se desplegó al día siguiente, sábado, en Malagón, Villarrubia de los Ojos, La Solana y Manzanares, para cooperar en labores de desinfección con los servicios municipales.
Ver a la UME estos días en la capital o la provincia forma parte de la cotidianidad. El martes de esta semana otro grupo de soldados intervino en la residencia Santo Tomás de Villanueva (que se ha cedido como lugar de residencia para el personal sanitario del hospital) para instruir a las patrullas de bomberos forestales (Geacam).
Fuerzas Armadas en apoyo a los cuerpos de seguridad
La medida excepcional, adoptada como consecuencia de la declaración del estado de alarma declarado por el Gobierno para tratar de contener los efectos del Covid-19, se sustenta en que “una de las misiones de las Fuerzas Armadas es preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas”.
Con esa máxima las fuerzas de seguridad aumentaron la presión el pasado domingo en Ciudad Real para que la ciudadanía respete las normas y se quede en casa, si no tiene motivos para salir a la calle, con nuevos controles de movilidad y tráfico en los principales accesos por carretera.
El arma disuasoria esta vez han sido militares del Ejército de Tierra, en concreto soldados de la Brigada Guzmán El Bueno X del Batallón de Zapadores con base en Cerro Muriano (Córdoba). Ellos no hacen el control ni multan ni desinfectan (como la UME), pero tienen un gran poder de concienciación.
Dos semanas en estado de alarma
Los controles conjuntos de las policías Nacional y Local de Ciudad Real coincidieron con el anuncio de que se prorroga hasta el 12 de abril, dos semanas más, el estado de alarma que obliga a los ciudadanos al aislamiento forzoso. Esto es, quedarse en casa y salir sólo para trabajar, quien pueda o no tenga más remedio que hacerlo de forma presencial, comprar alimentos o medicamentos, y poco más.
Desde hace unos días tampoco pueden viajar dos personas en un vehículo particular si no es por una causa muy justificada. Normas claras, que no cesamos de escuchar, pero que siguen incumpliendo muchas personas como se ve en los continuos controles de deambulación a los que nos estamos acostumbrando.
En los controles del domingo pasado, de poco más de una hora, hubo varias denuncias por incumplir el decreto del estado de alarma”.
Desde la gasolinera de la Puerta de Toledo, Francisco, el empleado, observa el control. Poco más tiene que hacer en esos días, “la verdad es que no viene nadie, no tengo cifras pero podría decirse que un 80% menos de lo habitual”, comenta.
Las estaciones de servicio también se han adaptado al estado de alarma. “Trabajamos con prepago y autoservicio. El cliente se pone su combustible previo pago y se marcha. Además desinfectamos todos los elementos del repostaje y hemos incrementando las medidas de higiene”, dice.
Pedagogía en los pueblos, tarea de la Guardia Civil
A esta labor hay que sumar la de la Guardia Civil, el principal cuerpo de seguridad en una provincia con muchos núcleos de población rural. Su comedio estos días es sobre todo “la pedagogía”, explican fuentes de la Comandancia.
“Estamos centrados en el desarrollo de mucha labor pedagógica e informativa a las personas velando porque las restricciones se cumplan”, explican. Además las unidades garantizan el desplazamiento de los servicios sanitarios o de emergencia.
La Guardia Civil también se ocupa de asegurar que el transporte de alimentos se haga sin problemas a los establecimientos comerciales y de la custodia de los bienes de la población, en especial en comercios y empresas clausuradas, “aparte del auxilio a los ciudadanos que puedan necesitarlo”.
La gente se está acostumbrando, hasta en las pequeñas aldeas, a la vida en este nuevo estado de alarma, y en general ha calado la concienciación, pero siguen las multas.
Cerca de 1.300 multas de Policía y Guardia Civil
En nueve días confinamiento Policía Nacional y Guardia Civil han levantado 1.267 actas de denuncia por incumplir el estado de alarma y ha detenido a ocho personas. Y se contabilizan cientos de multas de policías locales, unas quinientas hasta este lunes, según datos de la Subdelegación del Gobierno que todavía no había incluido en el recuento de multas de todas las policías municipales de la provincia.
El paseo de dos octogenarios, ella con Alzheimer
Lo que sí está claro es que los patrullajes han conseguido mantener la tensión ciudadana. El domingo se organizó un gran revuelo en la plaza de la Puerta de Toledo de Ciudad Real. Dos personas mayores, un hombre y una mujer de 87 años, según datos confirmados por Policía Local, salieron “a pasear” a media tarde, cogidos del brazo, de uno de estos días fríos y lluviosos y la gente empezó a llamarles la atención desde sus balcones.
“¡Pero que hacen, váyanse a casa!”, gritaba una vecina a la pareja, que no se daba por aludida. Hubo llamadas, se personó una patrulla policial y comprobaron que la anciana sufre Alzheimer, tiene que salir y no puede hacerlo sola, la tiene que acompañar su marido por lo que en este caso “estaba perfectamente autorizado para hacerlo”.
La operación de seguridad en la que participa el Ejército desde que se decretó el estado de alarma en España se llama Balmis en honor del médico alicantino Francisco Javier Balmis (1753-1819), el militar que llevó la vacuna de la viruela a la población del Nuevo Mundo y Filipinas, territorios de ultramar del imperio español de principios del siglo XIX, en 1803.