No era el original, sino una formación ‘pirata’, pero da igual. Darío Luis Gómez, con una textura de voz muy similar a la de los últimos años de Sabina, enarboló la bandera de un par de tibias y una calavera y el público ciudarrealeño se alzó de sus butacas y quiso subirse a la nave tan romántica como pendenciera, tan de lo cotidiano como de lo intensamente profundo, del cantante y compositor jiennense.
El espectáculo ‘500 noches. Sabina en las venas’ regresaba al Quijano, tras su buena acogida en abril de 2017, de la mano de Las Palmas y fueron muchas las que marcaron el ritmo de canciones que el respetable se sabía ‘al dedillo’, tarareando una poesía que pertenece a la banda sonora de bastantes generaciones.
Los murcianos de ‘500 noches’ ya avisaron con ‘Peor para el sol’ en el inicio de una nocturna velada musical que podrían ser cinco mil dada la amplia discografía sabinera y entre las canciones elegidas estuvieron la declaración de ‘Ganas de…’ y el formidable tema sobre el robo del mes de abril, para anhelar ‘Por el bulevar de los sueños rotos’ saber reír como llora Chavela.
Arropado por un muy bien engranado grupo comandado por el guitarrista Antonio Hernández ‘Turro’, Darío Luis se sentó en el taburete para ‘negarlo todo’, narró las experiencias de los trenes de libertad de ‘Cuando era más joven’, describió las a veces preferidas ‘Mentiras piadosas’, se ganó hasta al último asistente con la certera descripción de la capital del país con ‘Pongamos que hablo de Madrid’ y el rock and roll se metió en el cuerpo de los presentes que no pudieron parar con ‘Conductores suicidas’.
Con versos del propio Sabina, Cernuda y César Vallejo recitados a la manera en la que habla ‘el flaco de Úbeda’, el cantante de ‘500 noches’ enlazó el repertorio de ‘covers’ que se volvió más íntimo, con ‘Turro’ a la guitarra española, para ofrecer a un corazón “tan cinco estrellas” ‘Una canción para la Magdalena’ y se unió Carolina Reymundo a los coros para acentuar la pasión de ‘Amores que matan’. Luego llegó el “bendito desamor” que propició composiciones como ‘Dieguitos y Malfadas’, el dolorido despecho de ‘Nos sobran los motivos’ y Carolina Reymundo, con una voz de otro planeta, se ganó vítores y olés con el “Te quiero más que a mi vida” de la copla ‘Y sin embargo te quiero’, que dio paso al ‘Sin embargo’ de Sabina coreado por todos los espectadores y las ‘Más de cien mentiras’, así como palabras, motivos y pupilas, que valen la pena.
Fue sonar ‘La del pirata cojo’ y no hubo quien permaneciera sentado en su butaca y amagaron con culminar el concierto, pero el cantante se bajó del escenario para aclarar que “ahora es demasiado tarde, princesa” y regresó a las tablas para el último envite de un concierto que, aunque generoso, a los asistentes se les pasó como “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”. A todo el aforo puso a cantar ’19 días y 500 noches’ y les deseó que “Todas las noches sean de boda y las lunas de miel” para culminar con el ineludible encanto de ‘Ojos de Gata’.
Organizado por la Hermandad de las Palmas con motivo de su 75 aniversario, los beneficios del concierto irán destinados a la Asociación VivELA y la Fundación Francisco Luzón de Madrid.