Las investigaciones feministas de los últimos años están sacando a luz las indispensables y enriquecedoras aportaciones de las mujeres en distintas épocas de la historia más reciente, aunque fueran borradas del relato oficial. Generaciones de escritoras, periodistas, articulistas, pensadoras, pintoras, corresponsales de guerra, políticas, sanitarias, obreras, agricultoras, terreras o combatientes dejaron huellas imprescindibles para el desarrollo social actual. Desde esta perspectiva, la escritora Oliva Blanco coordina el libro ‘Mujeres en la gran guerra. Imagen y realidad’, editado por Almud, donde varias autoras analizan las contribuciones femeninas en el primer gran conflicto bélico mundial (1914-1918). Según la investigadora, las mujeres alcanzaron cotas “de las que ya no pudieron ser desalojadas”, y registraron cambios identificativos de imagen, al pasar de la chica ‘Gibson’ a la ‘flapper’. El volumen será presentado en Ciudad Real en los próximos días.
PREGUNTA.- ¿Cuáles son las claves de ‘Mujeres en la gran guerra. ¿Imagen y realidad’? ¿Qué aportaciones realiza?
RESPUESTA.- El libro es la recopilación de las ponencias que se dieron en un ciclo en la Universidad de Alicante sobre las mujeres en la Gran Guerra. Es la última parte de una trilogía, que se remonta a la exposición sobre Mujeres en la Primera Guerra Mundial (con carteles propagandísticos), que comisarié y que se inauguró en el Museo del Ejército en Toledo en 2016. También se celebro un ciclo en la Casa Encendida de Madrid en 2019 y, posteriormente, unas jornadas desarrolladas en la Universidad de Alicante.
P.- Usted, como investigadora, habla del cambio de un modelo de imagen de las mujeres a raíz del primer gran conflicto bélico mundial, ¿En qué consistió?
R.- Que el mundo ya no fue como había sido hasta entonces. Las mujeres ocuparon lugares en la sociedad civil de los que, una vez terminada la Guerra, no pudieron ya ser desalojadas.
P.- ¿Qué papel jugaron las mujeres en el conflicto, en vanguardia y en retaguardia, y cómo fueron proyectadas por la propaganda de cada bando?
R.- Se ha propagado la idea de que fue una guerra de trincheras, pero las guerras se juegan en las trincheras y se ganan en la retaguardia. Como afirmaba rotundamente el jefe del Estado mayor francés, mariscal Joffre, “Si las mujeres paran la producción de armamento veinte minutos, los aliados perdemos la guerra”. También jugaron un papel destacado en el terreno puramente militar, en el frente oriental; todo ello sin contar los papeles de enfermeras, medicas, telegrafistas, etc. que son mucho más conocidos.
P.- Hace referencia a la asunción por las mujeres de las ocupaciones de los hombres en tiempo de paz, ¿Puede concretar más y cómo influye en el entorno social?
R.- La Gran Guerra movilizó a 70 millones de personas; los trabajos ocupados por los varones en todos los ámbitos (industria, transportes, telecomunicaciones, servicios, fábricas de armamento, etc.) fueron ocupados por mujeres. Y en muchos casos, pese a las reticencias de amplios sectores, las mujeres continuaron en buena parte de estos trabajos una vez acabada la contienda.
P.- Y coménteme el paso del modelo de chica ‘Gibson’ al ‘flapper’ del que habla el libro
R.- Las chicas ‘Gibson’ eran el modelo femenino imperante en torno a 1900, con rasgos curvilíneos, cintura breve, caderas amplias; mientras que las chicas ‘flappers’ se imponen a raíz del final de la Primera Guerra Mundial y se extiende su influencia durante los años 20 del siglo XX. Estas últimas eran más tipo unisex, sin pecho destacado ni caderas, y más modernas en su comportamiento social: fuman, beben, bailan, y escuchan los nuevos ritmos musicales (jazz, etc); serían más descocadas en su comportamiento individual y social. En el segundo volumen de la trilogía, ‘Caminos y trincheras’, hay un interesante artículo de Amalia Descalzo sobre estos dos estereotipos.