Miguel Sánchez-Migallón (8-2-1995, Ciudad Real) ya puede decir que es medallista olímpico, un éxito al alcance de muy pocos deportistas. El jugador de balonmano ciudarrealeño se subió al podio junto a sus compañeros de la selección española para colgarse el bronce, un logro mayúsculo que recordará para siempre y que supone para nuestro balonmano provincial el relevo del conseguido en Londres 2012 por la bolañega Macarena Aguilar, también en balonmano.
“Cuando consigues esta medalla de bronce y subes al podio para recogerla tienes un poco una sensación de incredulidad. Sientes que estás en un momento histórico y, tal y como se sucedieron los acontecimientos, todavía no lo tengo muy asimilado”, asegura.
Una incredulidad mayor todavía por esas circunstancias que se dieron para que Sánchez-Migallón estuviera en Tokio defendiendo a los ‘Hispanos’. El extremo y especialista defensivo participó en la preparación para los Juegos Olímpicos, pero no entró en la lista definitiva que dio el seleccionador Jordi Ribera. “La verdad es que quedarme fuera era algo esperado”, apunta sobre ese momento que vivió previo a la cita olímpica.
Lo que no era muy esperado fue lo que sucedió posteriormente. Con la competición ya iniciada en Tokio, Sánchez-Migallón se encontraba en Polonia dispuesto a comenzar la pretemporada con su nuevo club, el Kielce. Entonces, recibió posiblemente la llamada más importante de su vida deportiva: Ribera le había elegido para sustituir a Viran Morros, lesionado en el tercer encuentro ante Brasil. “A nadie le gusta acudir por una lesión de un compañero, pero fue para mí una ilusión enorme por poder ir a ayudar a España en unos Juegos Olímpicos”.
Y vaya si ayudó Sánchez-Migallón. Tras pasar los protocolos sanitarios pertinentes y los trámites necesarios, el jugador de Ciudad Real se presentó en Tokio con la máxima motivación y se estrenó ante Argentina, en la quinta cita del campeonato para los ‘Hispanos’. Su aportación en el centro de la defensa junto a Gedeón Guardiola y también sus goles desde el extremo o desde el centro del campo en rápidos ataques a puerta vacía (dos contra Egipto en la lucha por el bronce) fueron importantes para el podio de España, conseguido con el triunfo frente a los egipcios por 33-31, después de caer previamente en semifinales con Dinamarca (23-27), subcampeona tras Francia.
“La clave de esta España y de este bronce es que el equipo es una piña, y eso se ve desde fuera. No hay nadie que hable por encima del otro. Es un equipo con todas las letras”, señala el jugador con mucho orgullo de pertenecer al gran grupo de la selección española, especialmente en unos Juegos Olímpicos, la cita deportiva más importante del mundo. “La experiencia ha sido increíble. Ha pasado todo muy rápido, pero he disfrutado de cada momento y no ha podido acabar mejor”, afirma.
De las muchas vivencias que ha tenido en estos intensos días, Miguel Sánchez-Migallón tiene grabado en su mente un momento único y más que especial: “Fue cuando Raúl Entrerríos marcó el último gol del partido contra Egipto. El último gol de su carrera y en su último partido. Ahí nos dimos cuenta de que éramos medallistas olímpicos. Hasta ese momento estábamos luchando un partido muy difícil, pero ahí llegó la liberación de toda la tensión y la explosión de alegría”.
En ese instante se confirmó que España era bronce en Tokio 2020 y luego llegó el momento del podio, de recoger la medalla y de acordarse de mucha gente para dedicar ese éxito con la selección española de balonmano, “sobre todo a mi novia y a mi familia, la gente que está todos los días aguantándome y siempre me han apoyado”.
Unas personas que han vivido la afición al balonmano de Miguel Sánchez-Migallón desde pequeño, cuando comenzó en el Club Balonmano Pío XII de Ciudad Real y siguió en la cantera del BM Ciudad Real, pasando luego al Atlético de Madrid, al BM Aragón y las últimas ocho temporadas en el BM Logroño, ejerciendo en las últimas como gran capitán del equipo de ASOBAL.
Su destino para el próximo curso cambiará, ya que el ciudarrealeño vivirá su primera experiencia deportiva en el extranjero, tras fichar por el poderoso Kielce polaco que lidera en el banquillo el gran Talant Dujshebaev, al que volverá a tener como entrenador. “Tengo muchas ganas de empezar la temporada en el Kielce. Es un proyecto y un club muy grande, creo que voy a estar allí muy bien con Talant y con los hermanos Dujshebaev. Es un proyecto deportivo que creo que va muy bien con el momento de carrera en el que estoy ahora”, concluye con ilusión Miguel Sánchez-Migallón.
De esta forma el jugador ciudarrealeño comenzará una nueva etapa deportiva. Y lo hará con toda una medalla de bronce olímpica en su poder y en su palmarés. Un éxito que ha vivido, junto a su familia, con felicidad y emoción, y que podrá contar a sus nietos en los próximos años. Además, quien sabe si no será el único en unos Juegos Olímpicos, porque París 2024 está a solo tres años y Sánchez-Migallón se perfila como uno de los grandes pilares de los ‘Hispanos’ en el futuro reciente. Ya se sabe, con trabajo, sacrificio y mucha ilusión, llegan estos logros. Y Sánchez-Migallón cumple con todas esas exigencias.