A. R.
Ciudad Real
Le hace ilusión ser Hermano Mayor de la Hermandad de San Isidro, nombramiento que cuando se lo comunicaron no se esperaba, pero reconoce que se siente “muy identificado” ya que desde “muy chiquitillo” acudía junto a su padre con el tractor a participar en los concursos de arada y en la fiesta del Patrón de los agricultores.
Ya cuando se sacó el carné, comenzó a inscribirse en las pruebas que se celebran cada año unas jornadas antes de la festividad de San Isidro y ahora, tras ganar varios premios, se reconoce bueno en la habilidad con remolque.
Manuel Castillo, “agricultor de toda la vida” como se define, le pide a San Isidro “sobre todo salud para todo el mundo que es lo principal y luego que sea generoso con las cosechas, que las calores no vengan muy fuertes que es lo que ahora puede fastidiar” el cereal.
No obstante y pese a que “ahora está haciendo ya calor y no ha llovido” todo lo que debiera, 2015 por lo pronto “se está portando” en comparación con el pasado año, comenta el Hermano Mayor de una Hermandad de la que destaca el buen ambiente y la unidad. “Aparte de ser compañeros de trabajo, somos amigos y nos ayudamos si podemos entre nosotros”, asegura Castillo, quien, como hiciera su padre, lleva a su hija, ahora de nueve años, desde los tres a los concursos de la Festividad de San Isidro y ha incorporado la celebración del novedoso Concurso de Tractores a Pedales para chavales de hasta 10 años.
Gestión
Por la experiencia de gestionar recursos a largo plazo, sabiendo que hay que contar con medios para afrontar venideros gastos como gasoil, simiente y abono y que en el campo el próximo año puede darse bueno, malo o regular, estima que la agricultura ha afrontado mejor que otros sectores la crisis. “No puedes pensar en mañana ni en pasado”, sino que hay cultivos, como a él le ha ocurrido con la siembra de cebollas, en los que hay que pensar en cómo queda la media de cinco años para “saber si le ganas o pierdes”. “Si lo haces medio bien y te acompañan las cosas, sueles sacar”, pero reconoce que “no es fácil” ya que hay que mantener el equilibrio entre ser previsor y “saber que hay que gastar” en, por ejemplo, la incorporación de nueva maquinaria y porque “al campo no le engañas, si no le echas abono la tierra no es tonta. Que luego no llueve, pues mala suerte, pero hay que arriesgar”.
“Esto para gente asustada no es, pero para cabezas locas tampoco” ya que en el campo hay cantidades grandes tanto de ingresos como de gastos y hay que saber administrarlo, algo en lo que reconoce que aprendió mucho de su padre.
El agricultor es sobre todo una persona previsora y emprendedora, con los pies en el suelo y a la que le gusta su trabajo porque “las cosas no se hacen solas” y es mucho el tiempo que debe dedicarle.