Maite Guerrero / VALDEPEÑAS
La riada del 1 de julio de 1979 fue un suceso que afectó a muchos valdepeñeros de diversas maneras. Algunos de ellos han contado a LANZA sus experiencias.
Este es el caso de Epifania González, quien perdió a uno de sus hijos durante la riada y lo dio por muerto aunque consiguió sobrevivir y lo recuperó al día siguiente.
Hace 30 años Epifanía tenía 41 años y vivía junto a su familia en el Canal de la Veguilla por el Puente de Hierro. Explica que el agua venía desde la calle Bataneros arrastrando toros y ganado, animales que se metieron en algunas casas. También desde la calle de Calzados Pepe Iha el agua arrastraba zapatos.
Su hijo Carlos tenía tres meses y su hija Consuelo lo tenía en brazos y se subió a una silla cuando el agua comenzó a entrar en la casa. Sus otros hijos intentaban recoger el agua que iba entrando pero pronto fue imposible ya que entró en grandes cantidades llegando a los 2,5 metros de altura. El agua se llevó a Carlos a la calle y lo arrastró hasta el Puente de Hierro donde se había hecho una laguna. “Un hombre se metió al agua a por él, pero desaparecieron los dos”. Epifania dio a su hijo por muerto al ver que no aparecían y también fue arrastrada por el agua. Se desmayó por lo helada que estaba y alguien la cogió por el pelo y consiguió sacarla haciendo que recobrara el conocimiento.
Mientras tanto el hombre consiguió sacar a Carlos del agua y se lo entregó a una mujer que tenía cinco hijos, quien pensó que los padres del niño habrían muerto y se quedó con el pequeño para cuidarlo.
A las diez de la noche Epifanía no sabía donde estaba Carlos ni otros hijos suyos, aunque a éstos los trajo una vecina al poco tiempo. Se reunió de este modo con su marido y todos sus hijos menos Carlos.
Al día siguiente recuperó al pequeño Carlos, con gran alegría, ya que el hombre que lo sacó del agua le dijo a la mujer que lo recogió que era hijo de Epifania y fue a buscarla para entregárselo.
“El hombre que salvó al pequeño Carlos lo entregó a una mujer con cinco hijos. Pensó que los padres habían muerto”
La casa de Epinafia González se hundió. “Gracias al entonces alcalde, Estaban López Vega fuimos a vivir a unas casas prefabricadas en el Parque Cervantes y después a los pisos de la calle Postas en alquiler”.
Epifania también cuenta como la riada afectó a algunos de sus vecinos. Una mujer se quedó atrapada en su casa y el hijo fue a sacarla pero murieron los dos. Otro vecino fue a recuperar sus ahorros y también falleció en el intento.
Palos, cepas, broza
El matrimonio formado por Francisca Gómez y Manuel Fernández también perdió su casa en la riada de 1979 y tuvo que vivir en las casas prefabricadas del Parque Cervantes, aunque no llegó a vivir en los pisos de la calle Postas.
Tenían su domicilio en la calle General Margallo, en “el Huerto Las Pilas”. El agua llegó por la calle Montaña y alcanzó una altura de 1,20 metros. Vivían con sus dos hijos y dos abuelos de los pequeños. Al ver que el agua les llevaba se subieron a la planta de arriba. Su hija Tere, de tres meses, estaba en una tumbona y el agua se la llevaba, pero la cogieron enseguida. “El agua llevaba palos, cepas, broza… y estaba muy fría ya que tenía placas de granizo. A las cinco y media conseguimos salir en coche de la casa y nos fuimos a la vivienda de un familiar en la calle Castillo, al que no le afectó la tormenta. Pasamos allí la noche y al siguiente día fuimos a ver como estaba todo y estaba lleno de barro, perdimos los muebles, la ropa, todo lo que estaba en la planta baja”.
Francisca explica que recibieron ayudas del Ayuntamiento como mantas, sábanas, utensilios de cocina, electrodomésticos…. “El alcalde se portó muy bien y vivimos durante un tiempo en las casas prefabricadas”.
La expericiencia de Ángel
Angel Nieto también explica su experiencia. Dice que la Veguilla estaba cercada y que el agua rompió la pared en el Parque del Este y que se atrancó también en el Puente de Hierro.
Su suegra, Felipa Cejudo de unos 60 años, vivía en la calle Bataneros y falleció dentro de la vivienda que se llenó de agua. “Mi cuñada resultó herida y se la llevaron a Ciudad Real. La sobrina de mi mujer se subió a un armario y la recogieron. La trataron en el hospital. La casa quedó en malas condiciones ya que el agua alcanzó los dos metros de altura”.
Nieto comenta que la familia de su mujer recibió ayudas de muebles y tejas para reparar la casa y continuaron viviendo allí. También él.
Asimismo señala que recuerda ver vacas por la calle llevadas por el agua y algunas calles llenas de barro.
María Dolores Lucas, la actual directora del Centro de Mayores de la calle Bonillas, era asistente social del Centro de Mayores en 1979. Junto con Feliciana Sánchez, asistente social del Centro de Mayores de Manzanares, fueron las encargadas de llevar a cabo un programa urgente de servicios sociales que se formó para trabajar con los afectados por la riada desde el Ayuntamiento.
“Llevamos a cabo un trabajo de acogida de las personas con grandes problemas, que lo habían perdido todo. Nos encargábamos de acomodarlas en las viviendas prefabricadas que se colocaron en el Parque Cervantes mientras se construían unas viviendas en la calle Postas. Contábamos con la colaboración de ong´s de Valdepeñas como Cáritas y Cruz Roja así como con los funcionarios del Ayuntamiento. Yo estuve trabajando en estas tareas dos años hasta acomodar definitivamente a todas las personas en las viviendas de la calle Postas, donde los damnificados vivían en régimen de alquiler, a bajo precio. Posteriormente se les dio la opción a compra”.
“Habían perdido casas, pertenencias y, sobre todo, los recuerdos de toda la vida”
Mª Dolores Lucas explica que su trabajo consistía en entrevistarse con los afectados, ver sus necesidades, cuantificar sus enseres perdidos, acomodarles en las 110 viviendas prefabricadas en el Parque y después en las viviendas de la calle Postas. “Es de destacar el trabajo planificado desde el punto de vista social que se hizo en aquella época con la colaboración de algunas concejalas. Se llevó a cabo una metodología de trabajo social para contribuir a que el impacto, que fue grande para aquellas personas, no lo fuera tanto. Por ejemplo acomodamos a la gente por criterio de vecindad para que quienes habían sido vecinos, lo siguieran siendo y el cambio no fuera tan duro y no se sintieran desplazados. Todos tenían una sensación de gran pérdida.
Algunos habían perdido familiares, otros sus casas y pertenencias y sobre todo los recuerdos de toda su vida. Tenían traumas por las pérdidas. Se colocó una oficina municipal en el propio Parque Cervantes para estar próximos a ellos y atenderles”. Lucas indica que este suceso hizo que la ciudad tuviera sensibilidad en cuanto a la necesidad del trabajo social. “Por eso el Ayuntamiento de Valdepeñas ha tenido tanta proyección en los servicios sociales”. También comenta que se puso en marcha un comedor de emergencia de Cáritas. Destacó la solidaridad de la administración pública y la de los ciudadanos de Valdepeñas, que ofrecieron sus viviendas para acoger a sus vecinos hasta que pudieran trasladarse a las casas prefabricadas y les ayudaron de muy diversas maneras. “La gente no se quedó en la calle”.
Centro de Mayores
El Centro de Mayores fue uno de los colectivos que ayudó a las personas que sufrieron los efectos de la riada, sobre todo, porque la mayoría de las personas afectadas eran personas mayores. Ante la dificultad de ayudar recogiendo escombros y limpiando, como hacían los más jóvenes, el Centro colaboró abriendo una cuenta en el banco denominada “Comisión gestora del hogar del Pensionista de Valdepeñas a favor de los damnificados por las inundaciones”. Inició la cuenta con 20.000 pesetas de los fondos de los socios y consiguió recaudar 862.000 pesetas. gracias a la colaboración de centros de la tercera edad de toda España.
Unas botas de agua
Ramón Fernández / VALEPEÑAS
El gobierno de la Nación, en esos momento de UCD, declaró a Valdepeñas zona catastrófica tras la riada de 1979, y Adolfo Suárez, su presidente, de inmediato, al igual que su Majestad El Rey Don Juan Carlos, se pusieron en contacto directo con el alcalde de Valdepeñas, a la sazón Esteban López Vega, y empezaron a canalizar ayudas a través de algunos de sus ministros que fueron enviados a la localidad.
En la tarde-noche del 1 de julio, ya estaba en Valdepeñas el Ministro de Obras Públicas, Sancho Rof, que tras recorrer con el alcalde, el gobernador civil y otras autoridades la zona siniestrada, se reunió en el Ayuntamiento para empezar a tomar medidas para paliar tanta desgracia y el desastre. La prensa, radio y televisión (entonces sólo existía TVE) tanto provincial, como regional y nacional, se presentaron rápidamente en Valdepeñas. A nivel local yo estaba en ese momento como corresponsal del Diario LANZA y como corresponsal de la Cadena SER, Carlos Guimarai, quienes nos adherimos a los medios informativos.
“Nos pusimos unas botas de agua, cogimos nuestra grabadora y estuvimos hasta las 11 de la mañana del día siguiente…”
Recuerdo como en cuanto se dio la voz de alarma del suceso, sobre las cuatro de la tarde, nos pusimos unas botas de agua, cogimos nuestra grabadora y estuvimos toda la tarde y toda la noche hasta las 11 de la mañana del día siguiente, lunes 2 de julio, sin volver a casa. Durante todo ese tiempo, en el que recogimos hasta el último detalle de la catástrofe, estuvimos acompañando al enviado especial de TVE, Ramón Almendros, y recorriendo todo el escenario de lo devastado por la riada, alumbrados solo por la luz que desprendían los focos de la cámara de TVE que iba filmando el desastre originado por la riada. Aunque todos los medios de comunicación que llegaron a Valdepeñas, se hicieron eco directo de la catástrofe originada por la riada, cabe destacar, a parte del Diario LANZA y la Cadena SER, la exhaustiva dedicación que a la desgracia valdepeñera dedicó el Diario PUEBLO, pues al día siguiente, lunes 2 de julio, en amplia crónica, su enviado especial, Xavier Rodrigo, acompañada de escalofriantes fotos de Queca, resaltaba en grandes titulares: “Han sido rescatados 20 cadáveres”, “Se teme que entre los escombros puedan hallarse más víctimas”, “Durante 10 minutos cayeron 140 litros de agua por metro cuadrado”, “Las aguas, que alcanzaron una altura de tres metros, en algunas zonas, arrastraron camiones, turismos, enseres y animales muertos, que quedaron empotrados contra las casas”.
