Mayo avanza en el calendario, las lluvias no llegan, y Ciudad Real se prepara para afrontar otro verano de sequía y calor extremo. ¿Pero, cómo es de grave la sequía de 2023 en estas sufridas tierras manchegas? Samuel Moraleda, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, tira de estadística para verbalizar lo evidente: “Estamos en uno de los años más críticos, aunque es verdad que desde el punto de vista de las reservas [agua embalsada] la situación es cinco puntos porcentuales mejor que el año pasado, es decir, disponemos de unos 17 hm³ más”.
La diferencia, por las lluvias de diciembre, no significa que se puedan atender todos los usos. El abastecimiento en las comarcas que dependen de embalses como Ciudad Real está garantizado, pero no el regadío al que se aplican las restricciones que fija el Plan de Sequía de la cuenca. Este verano la peor parte se la llevan los agricultores de la zona regable de la comarca de Ciudad Real. Los regantes del embalse del Vicario (prácticamente seco) no podrán regar, y a los agricultores del Gasset solo se les permitirá consumir medio hectómetro cúbico para riegos de emergencia.
Los regantes de la Torre regarán más que en 2022: 17,5 hm³
Menos mal lo tienen en la zona regable del embalse de Torre de Abraham, en la comarca de Cabañeros. La CHG permitirá este verano utilizar 17,5 hm³, la mitad de los recursos reconocidos en su concesión, por la pequeña recuperación del embalse, que pese a seguir en su nivel más bajo desde que se recreció a finales de los años noventa, ha llegado a embalsar 42 hm³ que ya han bajado a 39 hm³ “Estas decisiones se toman de forma colegiada, garantizando que haya agua para el abastecimiento tanto en la zona de los Montes como en Ciudad Real”, explica Moraleda.
Solo habrá una campaña de riego normal en la provincia vinculada a aguas superficiales -la pasada también lo fue- en el área de riego del embalse de Peñarroya (Argamasilla de Alba), que se nutre del excedente de agua del parque natural de las Lagunas de Ruidera, un acuífero diferente al de las masas subterráneas centrales de la cuenca (antiguo acuífero 23).
“Estamos mejor que en 1995”
“Estamos mejor que en 1995”, la peor sequía de las últimas décadas, asegura Moraleda. “Entonces no teníamos recrecida la presa de Torre de Abraham, ni la conducción hasta el Gasset era la que es, ni teníamos planes de sequía”. De hecho el recrecimiento de la Torre, cuya capacidad ahora triplica el agua que podía almacenar en 1995, se planteó a raíz de aquella terrible sequía que obligó a cortes de suministro en verano en Ciudad Real capital y a echar mano de pozos de sequía, “los pozos de Daimiel”, para cubrir el abastecimiento.
El embalse de la Torre, con 183 hm³ de capacidad, recibió aportaciones del orden de 140 hm³ en el año hidrológico 2000-2001 y en 2010 llegó a verter agua por los aliviaderos por primera vez, algo que no ha vuelto hacer desde hace más de diez años.
Las aguas subterráneas se vacían a toda prisa
Pero la peor sequía que amenaza Ciudad Real con toda su crudeza este año 2023 es la que no se ve, la de las aguas subterráneas, las aguas invisibles que se han ido infiltrando bajo el subsuelo de la provincia durante milenios hasta formar los acuíferos que sustentan el grueso del riego y que abastecen a no pocos pueblos como Daimiel o Manzanares, asentados en las denominadas masas centrales del Alto Guadiana, Mancha Occidental I, II y Rus-Valdelobos.
La situación de las masas de agua es peor, se extrae muchísima más agua de la que se recarga de forma natural (lluvia), y aunque el Plan del Guadiana permitió cierta reorganización de regadíos, la caída de los niveles piezométricos parece imparable, “estimamos un descenso de marzo a marzo de 1,1 metro; once metros lineales de vaciado desde 2014, tras la recuperación extraordinaria del año hidrológico 2009-2010 hemos perdido la enorme cantidad de 1.600 hm³”, remarca el presidente de la Confederación, una barbaridad si se tiene en cuenta que una población como Ciudad Real y su comarca, unas 100.000 personas, consumen 8 hm³ anuales.
Aunque Moraleda reconoce “que en los noventa había más sobreexplotación”, también es consciente de que el objetivo del equilibrio (que se extraiga lo mismo que se recarga) que han ido fijando las diferentes directivas europeas marco del agua (la última 2027) queda lejos.
Las restricciones, muy criticadas por las organizaciones agrarias, se mantienen para esta campaña de riego subterráneo en el 10% del consumo de la última campaña “normal”, la de 2019, cuando se permitió extraer 200 hm³, en un año menos cálido que 2022 y 2023, este último ya con temperaturas máximas de julio en abril.
Problemas “puntuales” en el Campo de Montiel
Pese a los rigores del verano que nos espera, el agua para abastecimiento humano está garantiza, aunque podría haber “algún problema puntual” desabastecimiento en algún pueblo del Campo de Montiel, por la caída de reservas en el embalse de La Cabezuela. Como en el Campo de Calatrava en 2020, la Confederación del Guadiana ha autorizado pozos de emergencia para esas situaciones.
“La situación es preocupante”, reconoce Moraleda, que sin caer en el catastrofismo, pide a todos “un esfuerzo por racionalizar el uso del agua”. Solo una zona de las ocho unidades territoriales en las que se divide la provincia dentro del Plan de Sequía está en una situación normal, Peñarroya. Hay tres unidades territoriales en situación de “emergencia”, dos en “alerta” y dos más en “prealerta”.
Primeras denuncias por manipulación de caudalímetros
A los regantes de aguas subterráneas el presidente de la CHG les pide también sentido común y racionalidad, “le hemos dicho a todos los agricultores que ahorren, estamos en una situación muy crítica, lamentablemente apenas ha empezado la campaña y ya hemos detectado la manipulación de dos caudalímetros que nos obligan a poner sanciones muy dolorosas, de 50.000 euros, pero que además implican la pérdida del derecho. No merece la pena arriesgarse de esa manera, que nadie lo haga, hay que hacer un uso eficiente del agua por el bien todos”, remata.