Una quincena de personas con monos azules monta unas piezas de plástico para cargar baterías en una de las naves. En otra Gregorio García une piezas de riego para ensamblar con una tubería principal y Daniel Jiménez está en la entrada de conserje. En las paredes hay sonrisas en fotografía, en un corcho está el menú del día y a la vista figuran cajas acumuladas con las iniciales de los cinturones de Miguel Bellido.
Con treinta y dos años de trayectoria, el centro ocupacional de Manzanares es uno de los grandes ejemplos de la provincia de colaboración con empresas de cara a la capacitación de personas con discapacidad intelectual para conseguir la integración laboral. Es uno de los diecisiete centros que existen en la provincia y uno de los cinco que tienen gestión municipal –el resto son de asociaciones-. El Ayuntamiento, en colaboración con la Junta de Comunidades, lo puso en marcha en diciembre de 1987.
En estos momentos, 42 personas asisten cada día a sus instalaciones, donde realizan trabajos para las empresas Exide Technologies, Rivulis Irrigation y Miguel Bellido. Dentro de poco, Tosfrit se sumará a esta gran familia. Los usuarios son de Manzanares, pero también de Membrilla, Moral de Calatrava, Valdepeñas o San Carlos del Valle. Además hay 5 personas derivadas de la casa tutelada y 6 en el aula de día para gravemente afectados.
La concejala de Servicios Sociales de Manzanares, Prado Zúñiga, explica que el Centro de Atención a la Discapacidad Intelectual tiene como objetivo “la capacitación laboral de los usuarios, mediante la adquisición de conocimientos, hábitos, destrezas y actitudes de carácter sociolaboral” con el fin de “alcanzar una inclusión personal y sociolaboral lo más normalizada posible”.
Un entorno favorable para desarrollar sus capacidades
En el centro ocupacional, las personas con discapacidad encuentran un entorno favorable para el desarrollo social y personal “afín a sus capacidades” donde llegan a sentirse realizados. “Así salgo de mi casa y me motiva porque tengo una ocupación”. Solo hay que escuchar a Alfonso Plata, de San Carlos del Valle y uno de los veteranos del centro, para ver que en este espacio los chicos y chicas se sienten útiles.
En este espacio que fue pionero en toda la provincia, las personas con discapacidad encuentran sus capacidades, “porque las tienen y son muchas”. Prado Zúñiga explica que “en el 90 por ciento de los casos, excepto los que vienen de un colegio de educación especial, los chicos y chicas que vienen de núcleos familiares donde han tenido una sobreprotección se dan cuenta de las capacidades que tienen”.
Cortar, doblar, seleccionar, identificar o discriminar. En el centro ocupacional los chavales participan en la cadena productiva de las empresas y adquieren al mismo tiempo “conocimientos mínimos y polivalentes”. Allí aprenden a seguir horarios, a convivir con profesionales y compañeros, o a respetar unas normas.
Siete horas al día acuden las personas con discapacidad al centro ocupacional, de nueve de la mañana a cuatro de la tarde, aunque no todo el tiempo es de trabajo. También hacen deporte, van al fisioterapeuta y al logopeda. Prado Zúñiga señala que desde hace años existe una “planificación centrada en la persona”, que se ajusta a las capacidades, las necesidades, las habilidades, los gustos y las preferencias.
Objetivo: la inserción laboral
La meta más alta es promover la definitiva integración laboral a través del empleo, sea protegido o no. Las empresas cada vez están más concienciadas de los beneficios que puede aportar a los organigramas las personas con discapacidad, y Manuel Gigante, responsable de los talleres, reconoce que algunos de los usuarios más veteranos “se podrían haber integrado en el mercado laboral”.
No es la primera vez que el Centro Ocupacional vive experiencias con éxito a la hora de conseguir la integración laboral de personas con discapacidad, en colaboración con Laborvalía y el centro especial de empleo de Almida. El centro promueve la inscripción de los usuarios en cursos de formación fuera del centro, les ayuda a realizar el currículum, a apuntarse en el Sepecam y coordina el programa de Garantía Juvenil.
Por ejemplo, en los últimos meses, dos jóvenes han recibido cursos de formación sobre labores de conserjería. Daniel Jiménez ha sido uno de los beneficiarios. Explica que ahora, cuando llega al centro, se encarga de “poner el calendario, recibir a la gente, hacer fotocopias y poner a los que le toca la limpieza”. Este manzanareño de 27 años de edad ya ha sido varios años azafato en Fercam, ha hecho cursos de limpieza en Ciudad Real y celebró el carnaval disfrazado del programa Masterchef con el resto de sus compañeros.
El trabajo con las empresas de Manzanares
Tres talleres ocupacionales en colaboración con tres empresas de Manzanares: Rivulis Irrigation, Miguel Bellido y Tudor. Manuel Gigante explica que los usuarios del centro ocupacional preparan tapetas de carga para las baterías de Tudor, hacen ensamblaje de conductos de riego y también montan cajas para la conocida fábrica de cinturones.
En el histórico del centro ocupacional figuran otras empresas, como Larios, que durante unos años derivó el empaquetado de botellas de ginebra en cajas individuales. Manuel Gigante explica que la localización del centro a las afueras de Manzanares facilitó el ir y venir de camiones cargados de alcohol.
Ahora, Prado Zúñiga avanza que el centro ocupacional tiene previsto cerrar en breve la colaboración con la fábrica de aperitivos Tosfrit, que trasladará a las instalaciones uno de los manipulados de su cadena de producción. Ellos mismos hacen las entregas en las empresas y sus visitas son muy populares entre los trabajadores de las diferentes plantas. “Los chicos se sienten muy agradecidos”, comenta Prado Zúñiga.
Los resultados son de calidad y no tiene revisión
Los chavales dicen que “van al centro ocupacional a trabajar”. Así es, pues según explica Manuel Gigante, “realizan actividades que se realizan igual en la empresa, no son trabajos específicos, son actividades prelaborales que llevan una calidad y que no tienen una revisión después”.
Ahora bien, lejos de buscar un fin lucrativo, Prado Zúñiga destaca que el objetivo del centro ocupacional “no es económico”, sino que los usuarios “alcancen unos objetivos personales”. Por eso, desarrollan actividades laborales no productivas, aunque las empresas colaboradoras, a las que están “muy agradecidas”, dan una compensación económica que favorece el mantenimiento de las instalaciones.
“Es una experiencia muy gratificante tanto para empresas como usuarios”. Prado Zúñiga confirma que los chicos y chicas del centro ocupacional responden a las fechas de entrega y realizan de forma correcta los encargos, mientras que las empresas cumplen con sus objetivos de “responsabilidad social corporativa”.
En las instalaciones también hay un vivero de producción propia, que aparte de tener punto de venta, atiende encargos y suministra plantas al Ayuntamiento, y los usuarios aparte hacen encuadernaciones y agendas. A lo largo de tres décadas, el centro ha acogido también talleres de carpintería, avicultura y un aula de apoyo.
La futura “aula para mayores de 50”
Decidido a adaptarse a los nuevos tiempos, el Centro Ocupacional tiene previsto acoger en los próximos meses un “aula para mayores de 50”. La concejala de Servicios Sociales destaca que “las personas con discapacidad cada vez viven más y hay que adaptar los ritmos de trabajo con un apoyo más especializado”.
En estos momentos, el Ayuntamiento elabora el proyecto para la posterior licitación de la obra, “que podría estar lista a finales de 2021”. Así pues, los usuarios oscilan entre los 20 y los 70 años, y tienen diferentes grados de dependencia o autonomía. Hay con trastorno del espectro autista, parálisis cerebral, síndrome de down y síndrome de sotos.
Por su parte, la dinámica es muy diferente en el aula de día, ya que, según explica Prado Zúñiga, “el objetivo es mantener las condiciones físicas, porque son personas que necesitan apoyo y supervisión para todas las actividades básicas de la vida diaria”. En este caso, trabajan con ellos cuidadoras de la rama asistencial, en vez de educadores. Tienen diferentes grados de autonomía, aunque pueden moverse y alimentarse.