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28 abril 2024
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María Antonia García de León retrata 2020, un año demoledor en el que se ha sentido piedra cautiva, planta de interior y pastora de nubes

Maria Antonia escritora
La escritora y poeta oriunda de Torralba de Calatrava, María Antonia García de León
A. Ruiz / MADRID
Va a publicar próximamente su diario personal y sociológico ‘El Yo Sitiado’

En un año titánico y sobrecogedor como 2020, de meterse muy dentro de sí y al mismo tiempo extremar la atención a lo que sucedía en el exterior aunque a simple vista poco variase lo que ocurría en un ambiente desolador, la escritora María Antonia García de León edificó jornada tras jornada ‘El Yo Sitiado’, un diario personal y sociológico que combina sus propias reflexiones ante la hecatombe originada por la pandemia y las ‘voces’, sensaciones u opiniones de otros muchos ante unos acontecimientos sorpresivos, históricos y demoledores.

García de León, como escribe en este diario de viaje que es un crónica por un “año sitiado” en el que estuvimos “aprisionados, recluidos como monjes”, se sintió una planta de interior; le entró algo próximo al síndrome de Estocolmo de no querer salir; se oxigenó con los “aperitivos virtuales” de conexión online con la amistad; se refugió en la lectura, la escritura y la belleza; y recordó dos pilares esenciales para cambiar el mundo a mejor como el feminismo y la ecología.

Tras el shock del confinamiento de uno al otro confín, se halló perdida en la traducción de los hechos con desescaladas que luego volvieron a ser ochomiles y términos de resonancias bélicas como estado de sitio, salvoconducto y toque de queda; notó en quietud el dolor universal y advirtió la fragilidad humana; regresó desde el mar a su ‘Territorio Mancha’, “el más grande país del mundo”; percibió desorientación, cansancio y “el luto decretado en el ambiente”; y deseó que tuviera “un final de Hollywood”, salvador, este año que parecía el comienzo del fin del mundo.

La autora manchega se prohibió “sucumbir” y, pese a todo, en especial “la ansiedad ante lo incierto”, encontró una “extraña felicidad” en su adaptación a las inclemencias, con un cero en vida social, del 2020, incidiendo con mirada vivaz y crítica en muy diversos aspectos sociales.

Su nuevo libro ‘El Yo Sitiado’ aparecerá próximamente publicado por la Editorial Sial Pigmalión, de Madrid. Oriunda de La Mancha y profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, García de León es escritora y poeta.

Pregunta.- ¿Por qué se titula ‘El Yo Sitiado’?

Respuesta.- Al principio pensé titular la obra ‘Una ficción real’. Creo que es una expresiva paradoja de lo que en verdad sucede, un oxímoron. Pero vi que la idea, aunque acertada, se había hecho lugar común, tópico. Por ello cambié al título que finalmente tiene, ‘El Yo Sitiado’.

He sido, desde niña, jugadora de ajedrez, y me imaginaba a la reina sitiada por feroces caballos, astutos alfiles, obstinados peones y torres guardianas. De tal manera que la reina tiene su yo sitiado. Creo que es una buena metáfora, pues estamos sitiados por una gran prueba de resistencia. Éste es el estado de la cuestión hoy. Esto crea un suspense, una tensión e interés que la obra parece sostener a través de todas sus páginas, como opinan lectores de calidad como su prologuista Gloria Nistal (“…leí el libro de un tirón, y he escrito el prólogo en otro tirón. Apenas he comido y dormido en tres días, pero ha sido un ejercicio apasionante”) y su epiloguista Cristina Galán que habla de la obra como las infinitas caras de una piedra preciosa. Asimismo, la editora de la revista Claves y poeta, Nuria Claver, dice: “Acabo de leer tu libro, del tirón, disfrutando de su esencia y de su ritmo”. Al parecer, la obra interesa, se lee bien, entretiene. ¡Albricias!

Maria Antonia Ga de Leon ©Pepe J Galanes 2
Se refugió en la lectura y escritura / Pepe J. Galanes


P.- Narras el paso de la extrañeza ante lo inédito a la tristeza e incertidumbre y de ahí al cansancio, la fatiga.

R.- Narro el estado de la extrañeza ante una situación absolutamente inédita, surreal, de película, kafkiana, y tantas otras palabras que se podrían decir.

Éramos libres, ciudadanos europeos del siglo XXI, súbitamente nos hicieron cautivos, como me gusta decir. Marchamos a un enclaustramiento decretado por tiempo indefinido en nuestras domésticas sedes, como llamo a nuestras casas.
Mi libro recoge el impacto emocional que la reclusión decretada por el Estado de Alarma Nacional me provocó, no sólo a mí, sino a todos mis conciudadanos. Y, si me apuras, he sentido la hermandad con todo el planeta, puesto que hemos vivido lo mismo. Las calles vacías, desoladas, grandes ciudades como Madrid, París, Nueva York, Londres,…, reflejaban algo totalmente inaudito, algo que ha dejado a escritores y cineastas de ciencia ficción (Aldous Houxley, Spielberg o Stanley Kubrick) totalmente superados por la insólita situación.

Sobre todo, la situación de lo que llamo los meses de hierro y plomo, cuando no podíamos salir de casa. Después vino la llamada desescalada, y después del verano, yo diría, un tiempo de fatiga, un tiempo desorientado, hasta final de año, que es cuando termina mi diario. Sin embargo, es un tiempo que continúa, porque el año nuevo tiene mucho del año viejo, sigue con bastante más de lo mismo.

P.- Cultivas el arte del diario.

R.- Ha sido un esfuerzo de escritura importante, un reto. Supone mantener la atención, la amenidad, en un tiempo reiterativo, en un tiempo detenido, en un tiempo sin tiempo. En suma, sin gran variedad. La variedad que los ciudadanos europeos y occidentales teníamos al viajar, al disfrutar de un mundo cultural muy rico, salir a los museos, cine, etcétera. Ha sido un esfuerzo grande de imaginación sostener una escritura con esos ingredientes de una realidad reiterada, que algunos llamarían aburrida. Pero, como he escrito, el aburrimiento es la antesala de la imaginación.

En el arte del diario, el argumento es la vida. Está lo escrito a pura vida. A diferencia del ensayo o la novela, que se sostiene siguiendo un curso, una argumentación, un desarrollo especulativo. De este modo, se construyen siguiendo unas pautas predeterminadas con cierta objetividad, mientras que el diario es pura subjetividad.
Otra tensión que he experimentado, metida en la escritura del diario, es que la vida corre veloz en un Bugatti, mientras que la escritura marcha en una vieja bicicleta. Son velocidades curiosamente diferentes, seguirlas y atraparlas es toda una experiencia.

P.- Se suceden distintos escenarios, lo que reporta variedad.

R.- Mi obra sigue todo el curso del año 2020, desde el 14 de marzo, fecha del decreto de Estado de Alarma, hasta el 31 de diciembre, donde doy fin a este diario, que ha tenido distintos escenarios. Y éstos, dentro de lo que decía del tiempo reiterado, le dan una cierta variedad.

En la primera parte del diario estoy en una casa al borde del mar en Málaga. Después, voy a Territorio Mancha, como me gusta decir, y paso ahí todo el verano, en estado de confinamiento familiar, por así decirlo, y social, porque la gente salía muy poco. Luego, el 21 de septiembre, vuelvo para pasar el otoño en la misma casa de la playa, al lado del mar, hasta el 31 de diciembre que cierro el diario, y donde continúo en la actualidad, haga diario o no, por lo saludable que es estar al aire libre, y con la belleza de la compañía del mar.

P.- ¿Has vivido viviendo excesivamente en ti?

R.- Viviendo excesivamente en mí, pues sí. No había otro remedio. Tenía que ser tu imaginación y las posibilidades que tenías a tu alcance, las que te hacían pasar los días, los meses. Creo que esto ha sido un esfuerzo grande de imaginación y de disciplina para todos.

P.- Muestras tu admiración por diversos autores

R.- Sí, claro, me refugié en la lectura. Hay muchos autores que salen en mi diario: Pío Baroja, Camus, Joan Margarit que en paz descanse, Vargas Llosa… Pero sobre todo, me refugié en la escritura. Yo me salvé escribiendo, como mi admirado Gil de Biedma.
He sacado dos obras nuevas en este tiempo. Y como dice Borges, en cita que me gusta mucho, todo escritor tiene sus antecedentes. Me nutro de esos autores y otros, que son mi particular genealogía, mi familia de tinta y papel. Nadie escribe desde la nada, nadie es original ex nihilo.

P.- ¿Te has refugiado en la belleza?

R.- También me he refugiado en la belleza. Tengo una ventana grande por la que veía las nubes pasar. El tiempo en primavera es muy inestable, y contemplar las formas que adoptaban las nubes era todo un deporte de contemplación. Me hice pastora de nubes (como he escrito en un poema), las seguía, las vigilaba, las guardaba, casi estaba obsesionada con ellas, eran mi único paisaje.

Retrato al oleo de antonia Valero
Retrato al óleo de la escritora realizado por Antonia Valero

P.- Hablas del minimalismo y cómo tuviste la sensación de convertirte en una planta de interior

R.- Bueno, se sabe que el ser humano es un ser de hábitos, y lo mismo que podemos ser una gacela veloz, o jugar al tenis hasta la extenuación (como Nadal), podemos acostumbrarnos a una inmovilidad, a una vida interior. Yo, durante esta especie de cautiverio, recordé mucho la heroicidad de Mandela, el gran líder sudafricano, que pasó más de 20 años en prisión, y de tantos otros, como el poeta Marcos Ana, que describió en un poema sensible y patético lo que era un árbol, porque estando en prisión, nunca había visto un árbol.
Sí, llegó un momento que hasta daba pereza salir de casa.

P.- ¿Cómo hemos cambiado como por ejemplo en el instintivo gesto de distanciarse o de tratar de descifrarlo todo a través de la mirada?

R.- Sí, se advierten cambios. Por ejemplo, yo, que paseo mucho, cuando me cruzo con la gente, nadie saluda ni dice adiós, cosa que antes era habitual.

Ahora, a veces, no nos entendemos, con la voz que sale muy distorsionada por la mascarilla.
También, al hilo de la presencia del virus que nos invade, se advierte una especie de ahorro, si no es tacañería. En los hoteles ya no hay periódicos, ni otras cosas, que han desaparecido de los actos públicos. Antes, solía haber una especie de pequeño ágape en los actos públicos, un brindis, un aperitivo, que propiciaba el intercambio amistoso. Hoy, un acto público es, realmente, un acto de servicio a secas. Mantengamos la cultura en pie, es el solo deseo. En el diario he descrito actos públicos a los que he asistido en el verano, en Aldea del Rey, en Torralba y en Valdepeñas, totalmente higiénicos y austeros.

P.- ¿Nos hemos encaminado a un mundo más individualista?

R.- Es pronto para diagnosticar este cataclismo que estamos viviendo, pero, en efecto, yo creo que sí, por la fuerza de los hechos. No hay manifestaciones, no hay movimientos sociales, los partidos políticos sólo están dando un espectáculo tremendo en el Parlamento. Y nosotros vivimos en ecosistemas cerrados, personales, con los cuatro amigos íntimos virtuales. Vivimos en una burbuja, creo que esa palabra lo dice todo.

P.- ¿Cómo ‘cazaste’ las voces que acompañan a tus reflexiones?

R.- Las voces son las personas que me han dado pequeños fragmentos escritos, que les he pedido para que me acompañen en mi obra, a modo de coro y glosa del diario.

Como socióloga, me gusta tomar el pulso a la sociedad y ver cómo estaba la gente sintiéndose. De hecho, puedes leer en mi obra cómo organizaba casi hasta agotarme, cada día de la semana, un aperitivo virtual. Era bonito, pero era una disciplina hablar y hablar con cuatro personas en la pequeña pantalla del móvil. Cosa bastante pesada, pues la acústica no es buena, más el visionado de los rostros (con las caras de fotomatón) todos de frente, la expresividad queda reducida. Parecemos como un friso egipcio, pero puestos de frente en vez de perfil.

Las voces, las he ido clasificando según los períodos de tiempo: al principio eran voces cautivas, consternadas, confinadas. Después llegó el tiempo de las voces desescaladas. En otoño, se sentía ya una fatiga, cuando hubo los confinamientos de noviembre, etcétera, al ver que no se avanzaba en la lucha contra el virus, que todo era reiterativo, que todo era como el mito de Sísifo, quien arrastra una piedra hasta arriba de la montaña, que vuelve a caer, así una y otra vez. Como los picos del virus que suben para arriba y que bajan un poco, pero que vuelven a subir, en un panorama muy relativo y fatigante para la población. En este tiempo he hablado de voces desorientadas.

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Óleo de Antonia Valero


Tres poemas de María Antonia García de León escritos en 2020:

PIEDRA CAUTIVA (escrito el propio día del Estado de Alarma, en estado de shock)

Soy una discreta piedra cautiva
en un muro, presa en su argamasa,
junto a tantas otras piedras humildes.

El gran muro que hoy compone Europa,
el gran muro de la Humanidad.

Hermosas piedras cautivas,
encerradas, apresadas, recluidas,
por un Poder sin nombre
que mata a la Tierra.

Decreta un Estado de Sitio,
y nos quiere mansas, rendidas, fieles,
disciplinadas, pacientes.

Mientras, él hace sus tropelías,
envenena el mundo,
prostituye toda belleza,
en un macabro Samsara de la vida.

PLANTA DE INTERIOR

Metamorfosis en el cautiverio.
Me he convertido en planta de interior.
Miro desde la ventana hacia afuera.
Las infinitas cosas. No me turban.

Lo exterior, un hermoso decorado,
sucesión de telones que contemplo
con la indiferencia, en la distancia
de mi nuevo ser de interior.

El telón de nubes que veo lejos:
nubes nevadas como pistas de esquí,
el telón de grandes nubes bíblicas,
la nube de Moisés.
Ayer, el telón de nubes rojizas
de un famoso teatro de ópera.
Suman todos los telones del mundo.
Sólo lo iguala en variedad,
el soberbio, inmenso, telón del mar.

Crece imperceptible dentro de mí
una selvática naturaleza íntima,
propia de una planta de interior.

Los sentimientos son las incontables
hojas de un árbol en plena floración.

PASTORA DE NUBES

En el tiempo confinado, me hice
pastora de nubes.
Las conocía, las llamaba por su nombre,
la nube celosa, la nube mansa,
la nube colérica, la amorosa.

Las nubes son cosa de primavera,
de un tiempo inestable y convulso.

Ha llegado el verano,
las nubes nos dejan, nos dicen adiós.

Un cielo azul, despejado y monótono
reina sobre mi ventanal,
como el calor.

Ahora ya no estáis, nubes amigas,
compañeras íntimas
de ésta, mi primavera cautiva.

Antonieta primera el yo sitiado
Portada del libro ‘El Yo Sitiado’
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