Por tercer año consecutivo, técnicos de Medio Ambiente se encuentran estos días fumigando extensiones de pasto en el Valle de Alcudia, al sur de la provincia, para atajar la plaga de langosta.
Llevan tres semanas de tratamientos fitosanitarios que aplican desde una avioneta y con tractores, para así aumentar la eficiencia de la desinsectación y evitar que la población de langosta lastre los forrajes con que se alimenta el ganado de la emblemática comarca ciudarrealeña (con 200.000 cabezas de ovino y 30.000 de vacuno), como ya ocurrió en años pasados cuando había menor pasto y los síntomas de afección de langosta parecían más intensos.
En concreto, según el encargado agrario de la Sección de Sanidad Vegetal de la Dirección provincial de Agricultura, Carlos Recio, estas medidas extraordinarias contemplan “una intensificación de las prospecciones para detectar las eclosiones y avivamientos de los ortópteros”, aunque afortunadamente su presencia en este 2017 está siendo menor.
Así, si en 2016, los servicios de la Junta invirtieron 150.000 euros y trataron 2.427 hectáreas del Valle de Alcudia, este año la zona más afectada del paraje se localiza al este de la Carretera de Córdoba a su paso por el valle.
Recio explicó que el control se realiza en los primeros estadíos de desarrollo del insecto, en base al plan “preventivo” en el que emplean insecticidas que atacan al animal en el momento de mudar el exoesqueleto y antes de que alcance la edad adulta.
La profilaxis se adapta, indicó el experto, a las fases del ciclo de vida de la langosta, que comienza en marzo con la eclosión de los huevos, la salida de las larvas, y la conversión en ninfas -saltamontes- (el actual estado) hasta llegar al estado adulto, momento de copular, poner los huevos y morir (a finales de junio).
“Los huevos van dentro de unos canutos que la langosta pone en suelo duro y desnudo -favorecido por el sobrepastoreo y ausencia de labores-, y cada hembra puede poner hasta cuatro canutos (hasta 30 huevos)”.
Los técnicos iniciaron los tratamientos a finales de abril con la fumigación de los productos desde tierra, mientras que el 8 de mayo se hizo a través de medios aéreos, a la espera de que tengan efecto porque “no se mueren inmediatamente, sino que tarda unos días”.
Controles visuales
En concreto, los técnicos recorren las fincas y realizan controles visuales para hacer las estimaciones de la densidad poblacional del insecto, este año con ataques diezmados tras los tratamientos y con diez langostas por metro cuadrado, muy por debajo del promedio de cerca de los dos centenares de otras campañas.
No obstante, la langosta adulta, que es la que alarma a los propietarios, “se desplaza en bandadas que se mueven mucho, por lo que un día puede haber muchas en una finca y bastantes menos al día siguiente”.
En la presente primavera “hay menor incidencia” en general por diferentes circunstancias “como la climatología”, un factor que también determina que los ganaderos tengan más o menos densidad de pastos en sus fincas, al igual que influye la carga ganadera de cada explotación.
Ganaderos y propietarios
Los ganaderos y propietarios de fincas agropecuarias de la zona valoran las actuaciones y que hasta ahora no se hayan registrado grandes daños.
Adrián Gil, ganadero con dos explotaciones en extensivo de reproducción y cría de ganado vacuno (200) y ovino (1.500 cabezas), comentó a lanzadigital.com que están a la espera de ver los resultados, aunque “el tiempo lo va a decir muy pronto”.
Señaló que “todavía no se ha desarrollado la plaga”, es decir, “el estadio adulto, cuando es voraz con los pastos”, tal y como comprobaron el año pasado, que “fue muy malo”, y el anterior, “que fue peor”, si bien “en cada zona cada año la plaga afecta con una diferente intensidad”.
Hace dos años, Gil se mostró desolado ante los efectos de la plaga de langostas que afectó a numerosas explotaciones ganaderas de este territorio ubicado al sur de la provincia de Ciudad Real, pudiéndose cuantificar en miles las hectáreas atacadas.
Acción preventiva
Por su parte, José Ramón Montoya, otro conocido ganadero de la comarca celebró la acción preventiva de la Junta para prevenir que la langosta “deje seco el pasto y lo arrase”.
Estos forrajes son el alimento de la cabaña ganadera, además de los suplementos de la paja y el pienso, por lo que esta ganadero sigue con atención las invasiones de langosta o procesionaria.
“Es un problema que nos trae de cabeza a los ganaderos porque son males endémicos” que conllevan “un incremento de los costes de producción”.
“Es la Administración, a su juicio, la que tiene que actuar”, teniendo en cuenta que el Valle de Alcudia es “una zona declarada protegida medioambientalmente”.