La sobrecarga emocional y el estrés al que se ha visto sometido el personal sanitario de las UCI en el transcurso de esta pandemia necesita también de facilitar el correcto manejo de los mismos, si bien Huertas Patón afirma que son necesarios espacios para un adecuado soporte y ventilación emocional.
¿Cómo llega un psicólogo como usted a participar en un proyecto en la UCI, en este caso en el de Puertollano? ¿En otros hospitales también se está haciendo en estos momentos esta tarea?
Todo ha sido posible gracias al convenio de colaboración de Proyecto HUCI con el SESCAM y a la colaboración de Salud Mental de la Comunidad, gracias a ello se ha facilitado la puesta en marcha del Programa de Intervención Psicológica de Crisis-Emergencia en las UCI ha sido el responsable de la selección de profesionales que cumplíamos los criterios exigidos por el programa respecto a formación y experiencia.
El programa de intervención se está desarrollando en ocho UCI de Castilla La Mancha, así como en otras zonas de España.
¿Qué tipo de cuestiones se le ha planteado, por parte del personal sanitario, durante su presencia en una unidad de este tipo tras la complicada situación que se ha estado viviendo en este tiempo?
Llevamos desde el día 23 de abril prestando este servicio en las UCI de la región. En mi caso la acogida del proyecto por parte de la Unidad, la disposición de la Gerencia del Hospital, así como la coordinación con Salud Mental ha sido total. Este proyecto busca prestar soporte y apoyo emocional en crisis, derivando a Salud Mental a aquellas personas que se detecte, de forma temprana, que pueden requerir una atención especializada. Las demandas que estoy recibiendo en este periodo son las esperables en esta situación de estrés fruto de la presión asistencial y la sobrecarga emocional vivida.
El convivir con la escasez de recursos, la sensación de no lograr llegar a todo, el miedo a contagiarse y más aún a contagiar a los seres queridos, las vivencias de soledad de los pacientes y familiares por el aislamiento, son elementos compartidos por los profesionales. Es importante habilitar espacios para que el profesional sanitario pueda expresar esos temores y facilitar así el correcto manejo de los mismos.
¿Podría suponer problemas psicológicos a posteriori para la gente que trabaja en una unidad de este tipo?, al final es en la que los pacientes se debaten entre la vida y la muerte en una línea más fina.
Es importante no psicopatologizar algunas respuestas “normales” a una situación “extraordinaria”. Es cierto que las tasas de mortalidad a las que estos profesionales se están enfrentado no son las habituales de una UCI. En situaciones críticas y traumáticas, con el adecuado soporte psicológico, la mayor parte de los profesionales pasarán un periodo adaptativo que no tiene por qué acabar en una patología.
Ante una situación que excede las demandas de afrontamiento a las que un profesional de la atención médica está acostumbrado a enfrentarse, el estrés es seguro, y por eso son necesarios espacios para un adecuado soporte y ventilación emocional. Este programa ofrece tanto espacios individuales (presencial y online), como intervenciones con pequeños grupos, con el objetivo de adaptarse a las necesidades de cada usuario del mismo.
¿Es diferente el tratamiento que ofrece la psicología en un momento de tensión como el vivido en las últimas semanas?
Cada situación requiere un abordaje distinto. La psicología de emergencias y catástrofes tiene ya un amplio desarrollo en nuestro país y es la requerida en un primer momento de intervención.
¿Afecta a todas las personas por igual, o la edad y la experiencia influye a la hora de superar la tensión de estos días?
Por supuesto que no afecta a todas las personas por igual, pero una pandemia global cómo la que estamos sufriendo nos afecta a todos de alguna manera.
Aspectos como la experiencia profesional, ser personal de UCI o haber sido destinado allí desde otro servicio, factores propios de vulnerabilidad o resistencia… son muchas las variables que pueden ayudar o dificultar el afrontamiento de los estresores. Por eso es tan importante el que la persona pueda compartir sus emociones y que se le ayude en la gestión de las mismas.
Los expertos coinciden en que una cohesión grupal, unida a una correcta gestión de las emociones favorecen el desarrollo de la resiliencia que es la capacidad de los seres humanos para enfrentarse a situaciones adversas como las que estamos viviendo.
¿Cómo ha visto al personal sanitario con el que ha tratado en el hospital de Puertollano después de estos días?
Llevo dos semanas solamente desarrollando el proyecto, pero me ha sorprendido la implicación y capacidad de entrega del personal que está al cuidado de estas personas. Tanto con los pacientes, como con sus familias.
Esa implicación, junto con las importantes demandas a las que se han visto expuestos, requiere parar para poder reflexionar sobre lo vivido, y ahora que las unidades están algo menos saturadas es cuándo la tensión disminuye y surgen los pensamientos y las emociones que no se habían podido elaborar hasta ahora.
¿El tratamiento debe ser personalizado o mejora siendo grupal?
Ambas cosas son necesarias. Lo importante es facilitar ambos abordajes, hay personas que pueden necesitar o preferir una intervención individual, y a su vez, el uso de técnicas contrastadas de gestión de grupos en crisis, facilita la gestión de las emociones, su expresión compartida, normalización y la cohesión grupal.
¿Ha participado en otras experiencias similares a través del Proyecto de Humanización de las UCI?
Es mi primera colaboración con Proyecto HUCI Se trata de un proyecto que desde hace seis años propone, con medidas concretas de actuación, una atención asistencial centrada en la persona (lo que incluye a pacientes, familia y profesionales), pionero en promover la atención psicológica en las UCI, y que esta situación de pandemia ha puesto una vez más en valor.