Las bases de la parroquia de San Pedro de Ciudad Real, los niños y los jóvenes, han arropado como cada año a San Blas en su procesión anual, una de las más seguidas por las familias, al margen del Domingo de Ramos o el Corpus Christi.
Aunque, eso sí, el arropar se ha quedado en metáfora a juzgar por el tiempo primaveral del que ha disfrutado la provincia durante todo el día. A las cuatro de la tarde, Ciudad Real ha rozado los 16 grados.
“San Blas es el santo que más nos representa, donde participa toda la parroquia, los jóvenes y los niños de la catequesis, es algo muy nuestro”, ha confesado Laura Camacho, del grupo de scouts de San Pedro.
Y así ha sido, el santo ha salido a las cinco de la tarde a hombros de jóvenes de la parroquia y de la Hermandad del Huerto. Unas 100 personas han participado directamente en la marcha alumbrando con velas al santo.
La procesión ha sido rápida, apenas ha durado una hora, tras recorrer las calles Ramón y Cajal, plaza del Pilar, calle General Aguilera, plaza Mayor y calle Carlos Vázquez. Y el santo ha andado con palmas en la mano sobre un campo de margaritas blancas.
Conocido por su don de la curación, a personas y animales, la tradición cuenta que San Blas salvó la vida de un niño que se ahogaba porque se le había clavado en la garganta una espina de pescado, quizás de ahí su vinculación con los más pequeños.
Tras la procesión y la eucaristía, la cita ha sido el mejor momento para degustar las tradicionales caridades, de harina, vino, manteca, azúcar, anís y anisillos de colores, en los puestos que ocupan las calles del centro en estas fiestas.