Juan Luis Huertas, cofrade, capataz de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y el que fuera capataz general de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, ha pregonado a dicha cofradía este sábado en el Antiguo Casino de Ciudad Real en el X Pregón de la Hermandad. Como autoridades, han acudido Pau Beltrán, concejal de Deportes; Aurora Galisteo, concejal de Servicios Sociales; y Ricardo Chamorro, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Ciudad Real.
En la presentación del pregonero Juan Luis Huertas en el Pregón de la Hermandad de la Soledad, su amigo y cofrade Jesús Torres -teniente coronel de Infantería- ha imbuido a los presentes en un relato lleno de emotividad y nostalgia. A través de sus palabras, ha destacado la figura del pregonero como un hombre de profunda conexión con la naturaleza, la amistad y ha comentado esa poesía tan suya e inherente a la personalidad del protagonista de la noche. Como curiosidad, tanto Jesús Torres como Juan Luis Huertas fueron magnopregoneros de la Semana Santa de Ciudad Real.
Para Torres, Huertas es un torero de la vida y un poeta. Con un paseo por la infancia del pregonero, recordando momentos de caza y aventuras con amigos que marcaron su vida, donde se destaca su amor por la tierra manchega y su habilidad para plasmar la belleza de la naturaleza de su forma de ser y de tratar a los demás, Torres ha trasladado a los presentes imágenes vivas y llenas de fuerza sobre la vida de su amigo.
En los siete minutos que ha durado la introducción del pregonero, la generosidad y lealtad hacia sus compañeros han sido pilares fundamentales de su testimonio, así como su constante búsqueda de la perfección que, para Torres, definen a Huertas. Así, entre metáforas del mundo de la caza y la tauromaquia, dos de las principales aficiones de Juan Luis Huertas más allá de los pasos, ha querido Torres “poner en suerte” el pregón de su amigo.
En una entrevista previa al pregón con el diario Lanza, Huertas ha compartido su larga relación con la hermandad, remontándose a los años 90 cuando se unió al esfuerzo por “sacar adelante la cofradía en tiempos difíciles” junto a su compañero Juan Carlos Mora. Su vínculo con la hermandad se fortaleció a lo largo de los años, ha dicho Huertas, especialmente durante sus 5 años como capataz del paso de misterio de la Virgen de la Amargura.
Este periodo marcó, según Huertas, “un cambio significativo en la idiosincrasia de la hermandad”, con la introducción de nuevas formas de ver las cosas y una renovada expresión artística. Asimismo, Juan Luis Huertas señala que la Virgen “ha estado muy presente” en el proceso creativo, puesto que “me ha enseñado el camino para lo que quiero transmitir”.
Al hablar sobre su preparación para el pregón, Huertas ha asegurado que quería “capturar la esencia de la hermandad y transmitir su importancia para la Semana Santa de Ciudad Real”. Su enfoque no sólo se centraba en la Virgen de la Soledad en sí misma, sino en “el significado más amplio de la hermandad y su papel en la vida de la ciudad”.
Un pregón para pedir perdón
Juan Luis Huertas ha comenzado su pregón narrando la entrada del paso por la puerta ojival de San Pedro y sus dinteles complicados, con claras reminiscencias a su año delante de la Virgen de la Soledad, “donde no salieron las cosas como deberían”, en palabras del propio pregonero en entrevista previa. Cabe destacar que casi todos los pasos que salen de la Parroquia de San Pedro lo hacen de rodillas y con muchas complicaciones debidas a la estructura de la puerta.
El pregonero, visiblemente emocionado, ha narrado la situación que vivió cuando siendo capataz del paso de palio de Nuestra Señora de la Soledad hubo “ciertas percances” con los varales. Así, Huertas ha pedido “perdón” a la Virgen, en una exaltación y en un agradecimiento por haber sido capataz tanto del paso de palio como del paso de misterio.
En su pregón, Huertas ha hecho un llamamiento a continuar la manifestación de fe que hacen las hermandades y cofradías. Y lo ha hecho a través de la imagen y semejanza de la Virgen: “En su triste Soledad se mostró plenamente bella”. Así ha instado a todos los cristianos a defender el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Su pregón ha estado centrado en la Virgen, ya que la Hermandad de la Soledad tiene dos titulares marianas: la que da nombre a la hermandad y la Virgen de la Amargura.
Las luces del Sábado Santo
Juan Luis Huertas ha jugado con las metáforas de las luces y las sombras para hablar de la idiosincrasia de la Hermandad de la Soledad y al carácter de luto de la cofradía en la calle. El pregonero ha aprovechado para dejar claro el papel fundamental de esta cofradía en la Semana Santa de Ciudad Real, ya que es una de las más antiguas de la ciudad, y ha reivindicado su devoción y a aquellos años donde a la Virgen de la Soledad se le decía “guapa, guapa, guapa”.
En sus palabras, Huertas ha querido hablar de Marcelino Abenza -capataz histórico de la ciudad que falleció- como principal promotor del cambio de idiosincrasia en la cofradía, que ha buscado un tono más fúnebre y acorde al día que procesiona, el Sábado Santo. El recorrido del pregonero lo ha llevado a cuestionarse en sus versos el paso del tiempo y lo efímero de la vida, y ha afirmado que el “tiempo se para” cuando mira a la Virgen de la Soledad y en un claro canto a la fe y a su fe en el Señor: “Aunque la vida pasa, el mensaje del Señor perdura”:
“La Soledad nunca está sola”
Así ha querido el pregonero hablar de las titulares de la Hermandad y de los acompañantes de la Virgen de la Amargura en el paso de misterio, del que fue capataz 5 años, que son María de Cleofás, María Magdalena y San Juan. Con ello ha puesto de manifiesto que en la fe cristiana la soledad nunca es tal, porque “nunca va sola”.
Como si fuera la última chicotá, Juan Luis Huertas ha hablado de un “sentimiento recluido” durante un tiempo cuando se ha dispuesto a finalizar el pregón. Con ello, ha querido mostrar “la grandeza de lo excelso” a lo que estaba pregonando. Su palabra, según él, ha sido “de futuro”, aunque también “de pasado y de presente” para todos aquellos que han participado de la Hermandad en todos estos años. Para el pregonero el Sábado Santo es “donde se hará realidad lo soñado”. Ahí, en ese día, según Huertas, “se anuncia la vida eterna, donde la vida venció a la muerte”.
En sus versos finales, Huertas ha hablado de que ha “abierto su corazón” para relatar que ha sido heraldo de lo que va a pasar: “Un trocito de la gloria que a todos hará soñar”. Y, así, se ha referido a la Virgen de la Soledad.