Para Miguel Ángel García Lara correr es una pasión, un desahogo, un disfrute. Lo hace especialmente en la montaña, lo que le sirve para conocer sitios y lugares espectaculares que de otra manera nunca podría visitar. Este ocio lo ha llevado al extremo, a disputar numerosas carreras de Ultra Trail, alguna de ellas, como el Ultramaratón PT de Portugal, de hasta 281 kilómetros que le llevaron a estar más de 47 horas dando zancadas. Todo un máximo esfuerzo físico y mental.
Metido en ese mundo desde el año 2013, cuando debutó en la prueba Ultra del Trail de los Castillos, este ciudarrealeño de 44 años, que pertenece al club Corriendo por el Campo (CxC) y que está metido también en la organización de pruebas, se planteó un nuevo y ‘alocado’ reto como ‘runner’: correr durante un año cada día como mínimo 10 kilómetros. Todo ello haga frío, nieve, lluvia, un calor de 40 grados, a cualquier hora posible del día y de la noche, tenga o no pereza, con molestias físicas o sin ellas, con desgana, de vacaciones fuera, de descanso o con mucho trabajo laboral… Sea como sea, el caso es que esos 10 kilómetros debían de caer en sus piernas un día sí y otro también. “Una vez en las fiestas de Ciudad Real salí con los amigos y tuve que dejarlos para ir a correr”, pone como uno de los ejemplos de ese día a día que comenzó el 1 de marzo de 2017 y que concluyó, con éxito y sin ninguna falta, el pasado 28 de febrero, acumulando un mínimo de 3.650 kilómetros, a los que habría que añadir los que hizo en entrenamientos más exigentes y los fines de semana en pruebas de mayor distancia de los 10Km. Alrededor de 4.000 kms en total, sin ningún tipo de parón.
“He tenido la suerte de no lesionarme en este año. No he ido ni un día al fisioterapeuta”, explica, aunque a la vez recuerda momentos en los que la consecución de su reto se puso en peligro: “El 31 de diciembre me dio fiebre y ese día iba a correr tres San Silvestres. La primera fue en Colmenar, fui enfermo, con mucha fiebre, pero corriendo el cuerpo iba a mejor. Después la segunda estaba bien y luego fue la San Silvestre Vallecana”.
Además de ese momento en estado febril, su peor día, el de más fatiga y desgana, fue el siguiente al finalizar la Ultramaratón de Portugal PT-281, de esa distancia. “Estaba muy cansado, me costó mucho salir”. No era para menos.
O cuando lo pasó mal, pero por cuestión de prisas y de tensión, fue después de la Ultra Run de las Azores, ya que llegó de ella a Ciudad Real muy justo para correr ese mínimo de 10 kilómetros. “Llegué a las 11 de la noche. Me quedaba una hora y salí rápido a correr”, recuerda y asegura que estaba dispuesto a parar con el coche durante el trayecto de regreso “y dar vueltas corriendo en una gasolinera”.
El comienzo del reto
Pero, ¿cómo comienza uno este reto? Por supuesto que el objetivo de Miguel Ángel fue la superación personal, el alcanzar una nueva meta más allá de las carreras, en su caso muchas veces de extrema dureza y en las que uno compite especialmente contra sí mismo. Y esa idea que le motivó comenzó a gestarse en su cabeza durante el PT28 portugués del año 2016: “Allí conocí a Paco Robles (un conocido corredor del Ultra Trail), que había publicado en enero un reto de correr todos los días sin parar, aunque sin especificar una distancia”.
Poco después, en una de las pruebas que organiza dentro de su asociación, el Alcolea Trail, acudieron como invitados otros especialistas de esta disciplina como Paco Criado o Iván Palero. Y Miguel Ángel conoció entonces que este último se había puesto como objetivo el correr día a día los 10 kms, aunque no pudo concretarlo por problemas gástricos que le hicieron abandonar durante una jornada en el Camino de Santiago. Fue entonces cuando el ciudarrealeño, tras hablarlo con su mujer Mónica y sus hijos Miguel, de 9 años, y Constança, de 11, que se implicaron y le apoyaron desde el primer momento, decidió el 1 de marzo de 2017 comenzar el reto.
“Empecé con la idea de ver hasta dónde llegaba. En esa época, al principio, estaba sin trabajo y era más llevadero. Corría a media mañana tranquilo, sin otra ocupación. Luego comencé a trabajar y ya fue más difícil, tuve que coordinar la carrera con el trabajo y con la familia”. Miguel Ángel García inició una actividad laboral en el concesionario Tresa Automoción con un horario de comercial, de mañana y tarde, que complicó ese reto diario. Pero en ese momento la ayuda de su mujer, Mónica Silvia Ferreira, una aficionada también a correr y ‘finisher’ en pruebas duras de montaña, fue determinante. “Ella me gestionaba la semana, cuándo podía salir y cuánto tiempo. Me animaba, sin ella hubiera tirado la manta. La familia ha sido un apoyo muy importante. Mi mujer me acompañaba en entrenamientos y en carreras junto a mis hijos”, apunta con orgullo y no olvida a su perro, Meco, que también ha salido junto a él para hacer kilómetros.
Así, de esta manera, los días fueron pasando y Miguel Ángel García iba tachando fechas en su calendario anual del reto: “En uno hacía los 10 kilómetros, al siguiente podía correr la distancia de Media Maratón, otro día la de Maratón, luego el fin de semana un Ultra, había días que salía a las 11 de la noche y corría los 10 kilómetros para continuar sin parar ya a partir de las 12, el día siguiente, y hacer los kms correspondientes. En verano, en vez de echarme en el sofá a la siesta, salía a correr a pleno sol, a más de 40 grados…. El que no quiere, no es porque no puede”.
Y llegó el pasado 28 de febrero. El último día del objetivo en el que que corrió los últimos metros con sus amigos y compañeros de club para celebrar juntos algo grande. Ahí culminó con orgullo un objetivo largo, duro, intenso y con momentos de bajón que llevaron a tener ganas de dejarlo. No lo hizo, cumplió los 365 días seguidos con un mínimo de 10 kilómetros cada día en sus piernas. Pero lejos de querer descansar, Miguel Ángel se plantea ahora nuevos retos: uno es, nada más y nada menos, que hacer a la carrera los 569 kilómetros de distancia que separan Ciudad Real de Lisboa, la capital de Portugal. El otro objetivo no lo quiere revelar “para que no me lo copien. Ya lo sabréis en su momento”. Sin duda, podemos estar expectantes, porque cualquier cosa se le puede ocurrir a este amante ‘alocado’ del correr.