Cada fisonomía nuestra y cada faz del paisaje, son lo que hoy son; aunque el hoy es un regente escindido de lo que fue el ayer, donde las añoranzas endosan visiones de un ocaso que se desvanece inoculando sensaciones, en los sueños de nuestras vidas. La monotonía y diversidad de los universos de nuestro alrededor, no son sino la cartuja y el libramiento nuestros… Tiempo ha, la noche había sido cobijadora, pero por fin amaneció… Un viento que empezó lento, alteró el tardón y cuántico vagabundeo de unas hojas que ya iban a dormir su vida y su destino.
La dulzura del amanecer apenas si se sentía y el entorno parecía inútil. Muchos sosiegos obligados, con confuso nihilismo y resignación grande. Destino igual y abstracto para las pulsiones de la vida y las cosas, no del todo inertes… Un vehículo de transporte sanitario, colectivo, maniobra en unas calles y se detiene… Chirriar de puertas y aparatos…Enfermos en el interior con sollozos de su mundo de dolor, sin percibir el universo que experimentamos sanos, despiertos y en ensoñaciones en las que la mente intercala meditaciones y plegarias de conglomerados con dimensiones fantásticas e informes. Amalgama colectiva de la vida con sus novedades frías y desconsoladoras… Muecas de dolor y pulsiones psíquicas de desaliento en casi todos los viajeros.
Rostros de amargura; espíritus de rogativas en estrecha relación de anhelos y desasosiegos, tejidos también con ciertas ironías y vulgaridades de otros estadíos de sus pretéritas vidas… “El Callao”, ataviado con sus mejores y sencillas galas de los años sesenta, hace honor a su sobrenombre cuando “La Fina”, (motes de la ruralía) tal vez amor y enamorada esposa, cuando ambos, en su juventud, trazaron y urdieron relaciones de duración, cooperación y subsistencia hasta que la muerte los separase, le pregunta si le “duele mucho..,” y él asiente afirmativamente con un ingrávido movimiento de cabeza, pero con multitud de ideas ocultas en los laberintos de su mente; ansiando, como el resto de los enfermos, con impaciencia febril, llegar cuanto antes al establecimiento sanitario, para ser aliviados de sus amargos trances…
Las distintas patologías y número de zozobras psíquicas, se corresponden con la tristeza y el escueto número de palabras pronunciadas. A los rayos de la fe de los más achacosos, con sus ojos enardecidos, como observando increíbles divinidades en el nebuloso horizonte, se añaden sus imprecaciones, los esplendorosos y matutinos albores de un nuevo día y los colores negros se van… Mudas jaculatorias y pulsiones que recorren los labrantíos, como inmensas pieles rapadas; alzándose hasta los sistemas geológicos de cuarzo de lomazos de sierras de losas melladas y declives labrados, por un paradójico y extraordinario universo.
Afecciones y aflicciones
Las salas de espera del hospital manzanareño se van “habitando” de pacientes “acribillados” de afecciones físicas y aflicciones psíquicas… Enfermos entre confusos conceptos, en lo angosto de sus mentes, tratando de sobreponerse; huyendo de imposiciones fatales de la vida, recuerdan, con su memoria balanceándose, la vasta y tortuosa visibilidad de sus vidas, ya, muy vividas; algunas tan dolorosas como su dolor de ahora… Embreñados en sí mismos y rogando disimuladamente a divinidades que la humanidad no ha visto nunca, esperan con impaciencia el sonar de la melodía de sus nombres por megafonía o ver plasmados en pantallas electrónicas, sus letras y cifras para ser atendidos en consulta. Con impaciencia creciente, alguna lengua se desata ante novedades tecnológicas, pronto apaciguada con afabilidad y sencillez estudiadas. “El Callao”, aunque no con puntualidad, ha sido explorado y diagnosticado… La fatalidad de su rostro y de el de “La Fina”, está ya parcialmente borrada y desvanecida; por el alborozo de saber que “la cosa no era mala…”.
“La Fina” siente que el firmamento está más azul…, y confirma y exterioriza sonriente, como quien disfruta de una agradable verdad que, “el Doctor Agustín Sánchez atiende a las personas con agrado y esmero y la enfermera Vicenta Villa, es muy dispuesta y apañá”. “La Fina”, con sus ilusiones y fantaseos de la mente, a veces no menos enredosos que las falsas percepciones y fatales perspectivas, salmodia frases menos amargas… Le mesa el cabello encanecido a “El Callao”: le pinza con los dedos pelusas y pelos muertos adheridos al ropaje, y ambos se miran, endurecidos sus estados anímicos, lo mismo para los sufrimientos que para las dichas…