Nos enseñaron que no hay enemigo pequeño y nos cansamos de leer la historia de David contra Goliat, como ejemplo de esa dimensión mayor que es la inteligencia. Engañarse con el manejo de la astucia vale para lo que valen los engaños: demostrar que la verdad es dura.
Ciudadanos es un partido pequeño, un acto fallido hasta ahora, como lo fue en su día la operación con el Partido Renovador de Miguel Roca, salvando las distancias de la capacidad y el contexto, aunque Catalunya los viera nacer a ambos y sus apoyos económicos fuesen de parecida procedencia. Conviene aclarar que es Ciudadanos importante en Catalunya porque otros cometieron el error de no saber equilibrar cultura y derechos, y, como se ha demostrado con el socialismo catalán, si no equilibras no navegas. Más acá de Catalunya, Ciudadanos es una oportunidad para su macho alfa, Albert Rivera, ese “mono desnudo” que estaría encantado de describir Desmond Morris como una nueva especie.
Hace unos días, Rivera renovó su mandato como líder en un congreso sevillano a la búlgara, que diría Alfonso Guerra, en el que lo mejor de todo fue la mano que movió los apoyos a su candidatura. En ese encuentro nacional decidieron cambiarse de orilla, que es un decir. No es anecdótico que Ciudadanos, el cuarto partido en el Congreso de los Diputados, haya optado por cambiar su camisa ideológica, hacer renuncia expresa de la socialdemocracia y acogerse a la sombra liberal: Esa renuncia limpia el horizonte de Mariano Rajoy del Pepito Grillo (el del cuento, no confundir con Beppe Grillo, el histriónico político italiano). No veremos ya crecer la nariz de Rajoy cuando mienta; solo nos quedará el guiño de su ojo izquierdo.
Ha hecho bien Ciudadanos en rebautizarse con un baño en el Guadalquivir. Lo ha hecho bien desde el punto de vista estratégico de la imagen, porque el ideológico nunca ha sido su fuerte. Le ha ido bien cuando del PP se veían las enaguas más sucias y, a la vista de que eso no le importa a sus votantes, Ciudadanos ha dado un paso más hacia el limbo, donde nadie le va a molestar.
Mal paso, sin embargo, si ha necesitado declararse fuera de la ortodoxia socialdemócrata, porque nadie le ubicaba ahí, ni siquiera los antiguos votantes del PSOE situados en su ala derecha. El uso de lo obvio a veces es bueno en comunicación para recordar, pero no para definirse a lomos de otro al que no se le parece. Por el contrario, la gestora socialista se habrá frotado las manos, porque el supuesto alejamiento de Ciudadanos por su derecha le sitúa más al centro de lo que hubieran imaginado. Los errores de otros a veces se convierten en un regalo inesperado cuando sólo llueve hiel.
Como se suele decir en las empresas, encontrar el “nicho” de negocio es fundamental para arraigarse. Ciudadanos sigue contando con su hueco en Catalunya defendiendo el nacionalismo español opuesto al catalán y ahora quiere abrirse paso entre los liberales que recuerdan la creación de la Constitución liberal española llamada “La Pepa”. Pero para mí que en su estrategia se les ha olvidado mirar quiénes eran aquéllos liberales españoles, o los más recientes que se perdieron dentro del CDS de Suarez, o los liberales ingleses o los nórdicos.
Los liberales de Albert Rivera no son los que citaba Antonio Machado, sino los que alumbran a Esperanza Aguirre en la procesión más antisocial del PP. Tal vez ese sea el “nicho” definitivo de Ciudadanos. Y todos deberíamos tomar nota.
(*) Aurelio Romero (Ciudad Real, 1951) es periodista y escritor. Ha publicado dos libros de poemas (*Siempre hay alguien” y “Nòmada”) y la novela “Si pudiese hablar de ti” (2015), basada en la guerra civil y posguerra en Ciudad Real y la provincia de Córdoba.